Opinión | ACTOS HUMANOS - Han Kang
Acabé este libro en marzo de este año, y fue una experiencia literaria tan única, que quiero aprovechar este espacio que me brinda el blog para no olvidarlo.
El año pasado por primera vez me animé a introducirme en la literatura coreana con Kim Ji-young, nacida en 1982, de Cho Nam-joo. El estilo de redacción y la historia me dejó tan perpleja -por lo buena que fue- que decidí continuar por esa ruta: siempre me ha gustado leer, pero me había dado cuenta de que mi repertorio de libros no tenía a muchas exponentes mujeres, por lo que ni bien me topé con el nombre de Han Kang, escritora coreana que había ganado el premio Nobel de Literatura el año pasado, me dije a mí misma que obviamente tenía que leerla.
Con esta breve introducción, iniciamos:
ACTOS HUMANOS (2014)
Siempre leo con música y para esta, aunque la armonía no parezca guardar coherencia con la temática, recomiendo Tomorrow, de Adrián Berenguer. Al final les comento por qué 👀
Actos Humanos está contextualizada en Corea del Sur de 1980, específicamente en la ciudad de Gwangju. Después de varios años de dictadura militar, parece que por fin habrá una transición a la democracia; sin embargo, la nueva facción dominante es solamente una extensión del anterior régimen gubernamental y la ciudad de Gwangju se organiza para lo que sería una protesta en contra de esta. Es aquí que la historia inicia, dividida en 7 partes que desmenuzan magistralmente el significado de la brutalidad estatal frente a los ciudadanos que considera "estorbos".
El libro no pasa de las 200 páginas, y está compuesto por varias perspectivas que mezclan a personajes situados estratégicamente en el contexto sociocultural del evento: tenemos la narración de distintos estudiantes que se unen al grupo de civiles que conforman una especie de resistencia en un colegio frente al gobierno militar; los familiares de las víctimas frente a la ausencia, y finalmente la perspectiva de alguien que no vivió directamente la pérdida, pero sí la conoció a través de la memoria histórica. Una que particularmente resalto es la del "alma" de uno de los estudiantes que perecieron en los ataques, y que nos entrega una suerte de interacción metafísica entre la conciencia de la muerte propia, las circunstancias previas y las futuras consecuencias. Si bien todos los capítulos tienen escenarios repletos del horror del abuso de poder, personalmente encuentro el capítulo dos como uno de los más hermosos, pero a la vez más terribles, ya que tenemos un acercamiento a una especie de empatía post mortuoria: frases como "¿por qué me habían matado?", "pienso en los ojos de quien ordenó disparar", te dejan pensando en cómo de retorcido puede estar el mundo, en el que ciertos grupos se atribuyen la capacidad para decidir quién vive o quién muere, y de qué forma.
En los siguientes capítulos se abordan escenarios típicos de gobiernos autoritarios, en donde los cuestionamientos y la libertad de expresión se reducen a lo que el "estado" considera oportuno. Hay pasajes demasiado crudos, que parecen sacados de películas de terror siniestro, pero que si comparamos con regímenes de ese estilo en la misma Latinoamérica, tienen mucho en común. Siempre, en este tipo de gobiernos, los estudiantes, que suelen ser el grupo social más despierto, porque están en pleno proceso de aprendizaje del mundo adulto, con documentos históricos y evidencia empírica en su mismo día a día, son los más afectados. Y para confirmar esto solo basta con buscar en internet La noche de los lápices, La matanza de Tlatelolco, de La Cantuta o la desaparición de estudiantes en Chile. La fórmula siempre es la misma: protestas originadas por la represión, y masacres justificadas en nombre del "orden nacional". Una excusa cínica y asquerosamente reduccionista, si me preguntan.
Quisiera hablar más de este libro, pero creo que la mejor manera de retribuirle todo el viaje introspectivo que me ha brindado es recomendarlo, y por lo menos tratar de generar un espacio de diálogo y de autocrítica, porque muchas veces es fácil decir: "en esa época la solución solo era esa", cuando en el fondo sabemos que la violencia es la salida más sencilla, y lastimosamente la gente que llega al poder tiene cualquier cosa menos conciencia cívica y vocación por el trabajo colectivo.
Desde ya advierto que si son muy sensibles, probablemente el libro los deje igual de destrozados que a mí; un caso similar a lo que me sucedió con Voces de Chernóbil, de Svetlana Aleksiévich. Sé que a veces cuesta leer cosas que van a terminar poniéndote en un estado un poco vulnerable anímicamente hablando, pero creería que es importante hablar de este tipo de eventos, en dónde a veces la rabia, la cólera y la codicia de poder, terminan afectando a ciudadanos que simplemente existían; y muchas veces el silencio también nos hace cómplices de la masacre.
Libro altamente recomendado.
5 de 5 estrellas.PD. Solo quería mencionar que recomiendo Tomorrow, de Adrián Berenguer, porque el libro por momentos se siente muy solemne, por otros cotidiano, como subidas y bajadas, pero siempre con un aura de "algo horrendo está acechando". No sé si les ha pasado, pero es como cuando has perdido a alguien y en medio de esa sensación de duelo, hay un sol tremendo, como si el mundo, en su pomposidad, te dijera: todo sigue girando, aunque estés destrozado por dentro.
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