ACTO X - Acto de contrición

Acto X - Acto de contrición



Holis!


Siento que fue hace mucho tiempo que les compartí el ACTO IX, lo siento mucho. He estado un poco abarrotada de cosas en mi casa, y como siempre que estoy de vacaciones me voy a Huancayo, pues los días se me pasaban entre familia y no podía avanzar los capis y corregirlos (los tenía en borrador y si se los compartía así, solo habrían visto puros mapas conceptuales).

Como ya es costumbre, esta vez les hablaré de otro tema más para la historia:

Endless story about sun and moon: descubrí este tema hace apenas unas semanas, y creo que se va directo al soundtrack de Acto de contrición. Siempre he pensado que es muy lindo el cómo Albania compara a Aniel con el sol (que en un inicio nació por la similitud del color de sus ojos y su encantamiento por él), porque si bien existe una relación entre la belleza “física” que él desprende para ella, creo que en realidad la belleza que más la encandila es la de su “forma de ser”. Algo que me parece súper interesante del proceso de crecimiento de Albania es cómo sutilmente va dándose cuenta de detalles con respecto a lo que le atrae de Aniel: sus ojos, su cabello, sus manos, su boca, pero también sus “gestos” con ella.

Pongo todo esto, porque oficialmente entramos al tramo que definitivamente conecta el asunto de Noches de insomnio con Acto de contrición: y a lo mejor, más adelante, comprendamos verdaderamente qué pasó entre Aniel y Albania, y a lo mejor sepamos exactamente cómo será la relación de Sisa y Alen en el futuro, si él realmente llega a despertar “con los recuerdos distorsionados”.

PD. VEAN BLACK MIRROR.


ACTO X



VAISIUX


Los veo a todos desfilando frente a nosotros, ¿lo recuerdas? Yo lo recuerdo como si hubiera sido ayer… ¡como si fuera ahora mismo! Ángeles y demonios venían, cantando a toda voz, dispuestos a entregarse para su creación. Van avanzando: uno, dos, ¡uno, dos! Cantan, cantan repletos de júbilo, porque sus existencias van a colaborar con el nacimiento de una existencia aún mayor, una suprema.

¿Cantan? ¿Acaso bromeas? Puede que algunos cantaran pero otros gritaban… Gritaban atemorizados, horrorizados, como yo…porque era absurdo querer articularnos, pegarnos, fusionarnos. ¿Y para qué? Para crear algo que ni siquiera Crocell sabía definir bien, a pesar de sus insoportables aires de sabiduría y grandeza.

¿Horrorizados? Entregar sus existencias para un fin tan extraordinario no tendría por qué ser algo que los horroric…

¿Extraordinario? ¡¿Te atreves a denominar a esa abominación “extraordinario”?! ¡La Original nunca debió nacer! Por todas las creaciones, se los repetimos incontables veces: ¡solo el Todo crea, solo el Todo destruye! Si la cosa que ustedes planeaban crear llegaba a abrir los ojos, nunca contaría con el equilibrio que todo ser posee, ¡porque no fue creado de manera natural!

¿Recuerdas la voz de Crocell, Sabnock? ¿Lo entusiasmado que sonaba? “¡Lo haremos, hermanos! ¡Lo haremos y será hermosa! ¡Hermosa!”.¿Tú lo recuerdas? ¡Vamos, es evidente que lo recuerdas!

¿Qué si lo recuerdo? ¡Claro que lo recuerdo! ¡Una idea inadmisible, propuesta por un demente! Solo alguien así podría haber planeado algo como esto. ¡Y ahora, Kalmiya, déjame salir para de una vez por todas…!

¡Está dormida! ¡No vas a tocarla! La pobre gritaba tanto que en un momento se desmayó. Ni siquiera pudo apreciar el bonito lecho de flores que hicimos para ella.

¿Se desmayó? ¡No es más que una farsa! ¡DÉJAME SALIR! ¡DÉJAM…!

  ¡Oh, bien, no tiene caso hablar contigo, demonio intratable!

¡No te atrevas a silenciarme, estúpido ángel desequilibrad…!

Silenxo

Así está mucho mejor: un gozo de silencio es lo que necesitabas. Oírte gritar es demasiado, y ella está tan profundamente dormida que sería una falta de respeto despertarla con tus horribles chillidos.
Ahh… aún en este burdo cuerpo se ve tan hermosa. Cuánta razón tenían sus palabras.
Crocell era de esas criaturas que nacen cada millones de años, porque su ingenio era tan excelso que era poco común de ver. Él mismo lo decía:
»—Cuando el Todo me creó, sentí que me llevé parte de su sabiduría conmigo. Él quería lo mejor para nosotros, ¡después de todo somos sus hijos preferidos! ¡Y cómo los hijos preferidos van a ser menos que los insignificantes terrenales!
Y todos sabíamos que él estaba en lo correcto: ¡los humanos eran nada frente a nosotros!, y aun así tenían la facultad para perpetuarse por sí mismos.
»— Yo, Crocell, les digo que la sabiduría que logré obtener en mi creación, solo me dictamina una cosa, hermanos míos: ¡debemos alcanzar nuestro estado más pleno! ¡Nuestro estado más puro y perfecto! Hay demonios que saben de mis planes y quieren unírsenos: hermanos sensatos, hermanos juiciosos.
¿Pero cómo? ¿Cómo lograr ese nivel de perfección que para él sonaba tan sencillo? Porque nosotros ya éramos perfectos, bueno…casi perfectos.
»— La solución la tenemos frente a nosotros, hermanos. Ángel y demonio— repetía él, absorto ante nuestras interrogantes; después de todo no poseíamos su conocimiento—, ángel y demonio, ángel y demonio, hermanos. ¿No lo ven? ¡¿Acaso no lo ven?!
Lo vimos, respetadísimo Crocell. O por lo menos yo estoy teniendo el honor de ver el resultado de aquello por lo que luchamos.
Técnicamente somos algo perfectos, ¿no lo crees, Sabnock? Después de todo ahora somos algo parecidos a nuestra Madre e Hija, ¡pero claro! sin llegar a ser como ella que es la perfección concretizada. Ángel y demonio en un mismo cuerpo… ¡somos algo perfectos! ¿Verdad que sí, Sabnock? ¿Sabnock?
Ah, cierto, te he silenciado. Bien, vamos a permitirte participar de mi charla, pero promete ser respetuoso, ¿de acuerdo?

Jódete.

Como te decía: somos algo perfectos, ¿no es así? Yo era una potestad… ¡y qué ejemplar entre los míos! Tú un longevo marqués, con mucha experiencia a favor. Un ángel y un demonio de nuestra categoría cohabitando una misma morada: no es tan malo, ¿verdad que no? Excepto los días que llueve: no, lluvia y relámpagos. Horribles relámpagos…funestos relámpagos. Tú siempre dices que no comprendes qué cosa es lo que me incomoda de ellos, ¡pero es que son tan desagradables! La luz estalla ¡ahh! y trata de imitar al Drol más esplendoroso: “mírenme”, dice, “yo puedo iluminar la noche igual que el mismo sol”. Iluminar sin ser sol. ¿No te parece una señal de desatinada vanidad? ¡Una espantosa injuria! Qué soberbio es el relámpago. Soberbio porque quiere transformar su naturaleza en algo que no es. Soberbio, ¡soberbio y funesto relámpago! ¡Soberbio y repudiado relámpago! Soberbio como ese ángel custodio, que osó tocar a nuestra Madre e Hija. Osó tocarla, ¡besarla con sus labios indignos! ¿CON QUÉ DERECHO ÉL CREE PODER TOCARLA? ¡NO ES MÁS QUE UN SIRVIENTE BAJO SU…!

Vamos, cálmate. Estás gritando como un desquiciado cuando decías que la aberración está dormida y no quieres despertarla. ¿Con qué derecho el ángel portador de la pureza excelsa cree que puede tocarla? Bien, a lo mejor con el derecho que le da ser su custodio. ¡Qué repulsivo! Quisiera arrancarme los ojos para olvidar tamaña blasfemia.

¡Cállate!

Un hijo directo del Todo, tocando a algo tan nauseabundo como la Origin…

¡CALLA O…!

¡¿O qué?!

¡O ME ENCARGARÉ DE TU POCA MUESTRA DE RESPETO…!

¡IDIOTA! ¡SUÉLTAME! ¡¿No ves que ocupamos el mismo contenedor?!

¡Tratas de confundirme! ¡SIEMPRE LO HACES, BASTARDO!

¡QUE ME SUELTES, MISERABLE!

 ¡Muere! ¡Muere, ser repulsi…vo! — ¡Termi…na…rás ahogándonos! —.¡MUERE, MALDITO DEMON…!
    N-no, po-por favor…
¡Oh! ¿Pero qué escuchan mis oídos?
   ¿En dónde…en dónde estoy?
Qué voz tan dulce; qué pedido tan difícil de ignorar.

Bien, acabas de despertarla.

¿Qué? Oh, pero si… ¡pero si es la dulce niña con los ojos abiertos de par en par!
   ¿Cariño? ¿Por qué me miras así? ¿Por qué tus ojos de paloma se ven tan asustados?
   ¿Quién…? ¿Quién es us-usted?
   ¿Has visto las bonitas flores que te cobijan, preciosa mía? Te he visto tantos años jugueteando con ellas: ¡vamos, cógelas! ¡Qué bien huelen, ¿verdad?!
   ¿Qu-quién…? ¿Quién es…? ¿Y en dónde…? ¿En dónde est…?
   ¡Oh, no balbucees, adorada Madre e Hija! Alguien de tu condición no debería…

Deja de dirigirte a ella con ese tono de adoración. ¡Es degradante!, ¡¿no lo comprend…?!

Pero qué suave es su piel…
   ¡No, no por favor! ¡No me toque! — Qué tersas muñecas—. ¡NO…! ¡NO ME TOQUE! ¡NO ME TOQUE! ¡NO! ¡NO! ¡Aniel…! ¡ANIEL! ¡ANIEL! ¡ANIEL!
  ¿Aniel? ¿Acaso estás llamando al indigno portador de la pureza excelsa?

Es exactamente lo que está haciendo. Cómo grita…cómo llora. Si no supiera qué guarda dentro de ella, hasta pensaría que se trata de una niña humana.

  No llores, Madre e Hija, ¡oh, por favor! ¡No! ¡No grites! ¡Eres perfecta, tan perfecta que no se me ocurriría lastimar ni un cabello de tu cabez…!
  ¡ANIEL! ¡ANIEL!

Estás perdiendo tu tiempo, Kalmiya. Irónicamente nos tiene el mismo asco que yo le tengo a ella, ¿acaso no lo ves?

¿Asco? ¡No, jamás! ¡Ella debe saber que es por nosotros que puede ver la luz! Lo que pasa es que estar encerrada en ese burdo cuerpo humano le impide comprenderlo.
   ¡NO ME TOQUE! ¡NO, NO! ¡ANIEL! ¡ANIEL

No aguanto oírla gritar. ¡Déjame! ¡Déjame salir!

¡Jamás! ¡Solo la asustarías!
  ¡ANIEL! ¡ANIEL!
 ¿Por qué corres como un cervatillo, preciosa Madre e Hija? Vamos, ven aquí: quiero ver tu rostro. No, no corras así, ¿no ves que puedo caerme? No sé bien con cuáles de mis miembros hacía eso que los humanos llaman caminar, así que es difícil. No quieres hacérmelo difícil, ¿verdad?
  ¡NUNA! ¡ABUELO, ABUELO!
  Ven, cariño: no grites. Nadie va a oírte.
  ¡AYÚDENME!
Oh, pero qué criatura tan maravillosa: ni siquiera el indigno cuerpo humano ha menguado su belleza. Con estos ojos puedo contemplar la cantidad de hermanos ángeles y demonios que cohabitan dentro de ella. Hasta cuando corre se ve hermosa: izquierda, derecha, izquierda, derecha, casi como las olas de aquello que los humanos llaman mar. ¿A dónde corres, preciosa? No hay una salida visible…

¿Quieres tomar en cuenta también la expresión de su rostro? Nos mira con horror.

No es verdad. Vamos, ven aquí…
 ¡DÉJEME! ¡NO ME TOQUE! ¡Por favor…! ¡Por favor, se-señor! ¡Déjeme! ¡Déjeme!
  Si dejas de correr y me dejas verte de cerca, podríamos charlar…
  ¡NO! ¡ANIEL! ¡ANIEL!

¡No aguanto sus gritos! ¡Déjame salir! ¡DÉJAME SALIR!

¡No, Sabnock! ¡La lastimarás!

¡Déjame salir, te digo! ¡La oportunidad para recuperar mi cuerpo original está tan cerca…!

¿Qué acaso no nos llevamos bien juntos? Creí que después de tantos años ya habíamos aprendido a conviv…

¡MIERDA, DÉJAME SALIR!

  ¡ANIEL! ¡ANIEL!
No llores, Madre e Hija; no quieres enfadar a Sabnock. Él es terrible, ¡tan terrible…!
No llores. No llores, no llores, ¡no llores! No llo…res… no…

¡ADENTRO, MALDITO DEMENTE!

  ¡ANIEL!
No llor…
Vaya, otra vez aquí adentro.

Los chillidos me estaban alterando. Parecía una mocosa humana, llorando y corriendo de aquí para allá, desesperada. Pero ya estaba preparado para esto, mis ojos no serían engañados: la Original debía ser muy astuta, ¡vaya que sí! Aprovechando su apariencia humana, su voz frágil, sus ojos inocentes.
Pero yo no soy como el imbécil de Kalmiya…

¿Disculpa?

…yo sé perfectamente lo que tengo frente a mí.
  ¡ANIEL! ¡ANIEL, AYÚDAME!
Mira lo que soy, aberración: convertido en un esperpento, en un ser repugnante.
  ¡NO!
¡FOOM!
Me lancé en pos de ella pero una maldita barrera de viento apareció entre los dos.  Me miró espantada, casi sin darse cuenta de que ella misma la había activado; me suplicó que no la tocara, con esa maldita falsa apariencia de niña humana, y mi paciencia llegó al límite:
  ¡SAL DE AHÍ! ¡SAL DE AHÍ, MONSTRUO! — Mi cuerpo enteró impactó contra el cristal invocado; ella rompió a llorar muy asustada: el sonido me alteró aún más—. ¡NUNCA DEBISTE NACER, MALDITA CRIATURA!

Pobrecilla: cómo grita, cómo llora…

 ¡SAL DE AHÍ! ¡SAL DE AHÍ Y DEVUÉLVEME MI FORMA ORIGINAL! ¡HAZLO AHORA MISMO, MALDITA PERRA!

Yo quisiera ayudarte, Madre e Hija, quisiera hacerlo. Pero cuando Sabnock sale…

   ¡ANIEL! ¡ANIEL!

…es muy difícil que vuelva a entrar.



¨°*°*°*°¨

SEIR

 He oído cosas de ti, “poeta viajero” — me dijo la pelirroja de sonrisa traviesa y antifaz turquesa. Tenía un par de brillantes ojos cafés… ¡y cómo amaba yo los ojos cafés!
A veces no comprendo cómo es que el Todo no se ha quedado sin ideas para crear a más mujeres humanas: ¡todas son tan atractivas! Tan graciosas, con las formas sinuosas que poseen sus figuras, y esa misteriosa coquetería que hasta la más tímida de ellas posee, y que emerge en los momentos que uno menos espera.
  ¿Ah sí? ¿Y qué has oído? 
La tomé por la mano y la hice girar cuando todas las parejas a nuestro alrededor hicieron lo mismo. Soltó una carcajada juguetona, y después se colgó de mi cuello, pegando todo lo maravillosamente posible su perfecto pecho contra al mío.
 Tantas cosas. — Elevé una ceja ante el tono evidentemente sugestivo—. Te gusta practicar tantas cosas…
Si este fuera otro día, ya varios habrían reprobado nuestra cercanía corporal; pero si había algo estupendo del Zahir era que los mismos humanos ignoraban las estrictas normas de conducta que los sometían y se dejaban llevar por sus instintos. Le atribuían la culpa a los caídos: decían que como andaban vagando por su mundo, a varios se les contagiaba un poco su “espíritu libertino”. Aunque me temo que eso es culpabilizar a un par de inocentes hermanos desterrados, cuando en realidad todo el tumulto de este día no era más que por la cantidad de licor, la festividad misma y la efusión de alrededor.
Eso, y que también el llevar antifaces les daba la plena garantía de que al día siguiente nadie sabría de quién se trataba quién. Es tan interesante ver a tantas personas transformarse en otras completamente “amorales”, como lo llamarían ellos, solo por ocultarse bajo una máscara.
 Tienes mucho talento con las palabras y los trucos de magia— musitó en mi oído y después rompió a reír, alborozada—. Algunas de mis amigas dicen conocerte “muy bien”.
 ¿Qué tan bien, pelirroja? — insistí y me miró altanera, bellísima...
He visto antes a esta preciosa damisela: trabaja en una florería a cinco manzanas de aquí, la plaza principal, y es completamente diferente a como la veo ahora. Siempre está tras ese mostrador, sonriendo modestamente y hablando solo cuando su hermano le permite hacerlo.
Y ahora aquí, sabiéndose sensual, sabiéndose dueña.
 “Tan bien” como que no les ha importado nada que hayas desaparecido al día siguiente. —Puse mi mejor gesto de incredulidad—. Dicen que eres bueno seduciendo — la bonita boca rozó mi mentón: por Decarabia, ¡cómo amo a las mujeres humanas!—, pero así no lo fueras igual dirían que sí a todo lo que pidieras.
Y me besó; ni siquiera luché porque ya estaba vencido. Rendido por completo.
Increíble…
No voy a dejar de sorprenderme, jamás. Las mujeres humanas tienen algo en ellas que en todos mis siglos de existencia sigo sin poder explicar: pequeñas hadas tímidas, salvajes, frías, apasionadas, egoístas, altruistas, sumisas, dominantes. Todas diferentes pero con un ingrediente en común que hasta ahora no sé definir. Reinas y princesas, esclavas y sirvientas; todas, todas poseen algo en común y a veces sin que lo adviertan aflora en ellas: por instinto seductoras, por instinto dominantes. He visto a sujetos poderosos suplicar por un beso o derrumbarse por hebras al viento. Yo mismo me he visto vencido sin batallar demasiado, ante seres como esta pelirroja de sonrisa traviesa y ojos coquetos.
Y el Zahir es de esas fechas en las que, parece, todas las mujeres se dan cuenta del enorme poder de seducción que tienen consigo.
La banda de músicos se detuvo abruptamente. Rompí el beso ante la risa risueña que se le escapó a mi acompañante. Un hombre de máscara blanca y sombrero repleto de plumas brillantes subió al estrado que habían instalado en medio de la plaza y tomó el cono mediano de metal que empleaba para amplificar el volumen de su voz:
 ¡Recuerden que a las doce escogemos a la reina del Zahir! — Y las chicas soltaron varios gritos, entusiasmadas—. ¡Todos tenemos la opción de entregar máximo dos plumas a las muchachas que nos parezcan las más preciosas! ¡Y que siga la celebración! ¡Sáquenme cuatro barriles más de vino! ¡Van por mi cuenta!
 ¡Esoooooo!
La celebración del Zahir apenas comenzaba pero la euforia que provocaban los bailes y el alcohol ya estaban dando muestras de lo que se avecinaba. Unas cuantas parejas que no distinguían ni sexo ni edad, iban escabulléndose a los callejones más oscuros, con sonrisas cómplices y completamente agitados. Otras pasaban por alto cualquier protocolo de “espacio personal” y caían en caricias que serían demasiado escandalosas si fuera de mañana. Chicas reían siendo elevadas en brazos de jóvenes deseosos de probar su fuerza física; y hombres discutían sobre sus fortunas o alardeaban de eso que ellos denominaban “hombría”. Las jarras de vino y cerveza no dejaban de ir y venir llenas y vacías. Mi pelirroja sonreía, se acomodaba el cabello y reía contándome algunas cosas de su vida. En un momento distinguí cabello violeta brillante; pensé que se trataba de Gremory (que suele ser siempre tan estrambótica con los colores) pero no: era una mujer con una peluca colorida y antifaz dorado.
Un hombre solicitó a mi pareja: ella me miró con burla, diciendo a través de sus ojos “¿dejarás que me vaya con él?”. Percibí su desafío, ese gusto por comprobar si me atrevería a reclamarla mía por todo lo que quedara de la noche; e iba a hacerlo, después de todo estaba conmigo y nos estábamos divirtiendo…

¡SEIR!

…pero el llamado desesperado me aturdió.
  ¿Sucede algo? — me preguntaron. Me quedé tieso, tratando de asimilar lo que estaba sucediendo.
Mi nombre real, esa voz…

¡SEIR!

Yo se lo había jurado: le había dicho que solo pronunciara mi nombre si requería de mi ayuda y yo estaría ahí para él; y la palabra de un demonio es mucho más férrea que cualquier otro juramento. Así me encuentre al borde de la muerte, yo iría a ayudarlo: mi existencia entera se movería a buscarlo, porque era parte de nuestro protocolo. Cuando uno de los nuestros promete algo, no hay poder en el universo entero que disuelva eso.
  ¿Señor? — oí de nuevo pero no respondí.

¡SEIR! ¡SEIR!

Aniel.
  ¿Le molesta si la bella dama me concede esta pieza? — insistió el hombre.
  Eh…bueno, si…si la señorita está de acuerdo, claro que no — respondí apresuradamente. Mi pelirroja me miró ofendida, pero no tuve más remedio que disculparme brevemente para salir a través de las decenas de personas que iban ofreciendo plumas brillantes a las chicas, y bailaban y bebían. Atravesé la plaza principal, topándome con varias parejas bastante entretenidas en usar la boca más que para solo hablar, y me escabullí por uno de los callejones.
Está en problemas, Aniel está en problemas: mi ser entero me lo grita. Es parte del pacto implícito que firmé con él cuando le juré ofrecerle mi ayuda.
Cerré los ojos y me transporté al lugar del que provenía la voz. Observé alrededor: Izhi.
 ¿Hermano?
Avancé entre los árboles. Qué raro: podría jurar que me había transportado al lugar exacto del que sentí el llamad…

¡SEIR! ¡SEIR!
                                                                                                       
¿Qué está pasando aquí?
 ¿ANIEL? — grité, pero mi voz se dispersó en medio del bosque—. ¡ANIEL!
Llegué hasta el claro. El arroyo se veía bastante normal, los árboles de en frente estaban igual que siempre, excepto por uno que estaba partido por la mitad de manera violenta.
Alto.                                                            
Huella…
Aquí hay una huella, y no le pertenece ni a Gremory ni a Nhyna ni a Valak que son los únicos demonios a parte de mí que he visto por Izhi.
También distinguí algo peculiar…bastante peculiar a decir verdad. Había algo parecido a niebla plateada pero muy translucida flotando a un par de metros. Casi como las deformaciones borrosas que los humanos veían al estar muy expuestos al sol.
 ¡Aperite…— ¿cómo?—…PORTAS! — bramaron fuertemente y la niebla plateada retumbó. Era transparente pero parecía aprisionar algo; como una cubierta camuflando algo que no podía distinguirse y que estaba protestando desde adentro.
Me acerqué con cautela ante el grito renovado; la niebla plateada vibró con más ímpetu.
Por fin pude leerlo.
¿Pero qué…?
Alrededor había un himno compacto elaborado por extensos martirios de camuflaje. Solo demonios extremadamente longevos podían invocar martirios así de largos; después de todo, a diferencia de los gozos que para funcionar emplean cierta parte de la energía del ángel que los invoca, en un martirio el solo pronunciar cada vocablo ya implicaba una pérdida de energía. No por nada los martirios suelen ser cortos: cada palabra era sumamente pesada para los nuestros.
¿Pero por qué dibujarían un himno de esa magnitud aquí, en Izh…?
  ¡APERITE PORTAS! — volvieron a gritar…
¡POM!
…y entonces la niebla se expandió por un segundo y lo vi: respirando agitadamente, encorvado, y completamente desesperado.
  ¡SEIR, AYÚDAM…!
Y volvió a cerrarse.
Los ojos se me abrieron violentamente: ¡¿pero qué estaba haciendo ahí, atrapado?!
  ¡Aniel!
Adquirí mi forma original y recité un cántico de liberación. La niebla tembló un poco cuando lo lancé hacia ella, pero de manera instantánea se lo tragó.
¡Por el Todo, poseo un título de príncipe regente pero, sin duda alguna, este himno ha sido elaborado por alguien que me supera en edad!
Traté de vislumbrar los emblemas empleados y reconocí, con cierto pasmo, que el único que hacía uso de ese estilo tan teatral al diseñar martirios con gráficos tan meticulosamente delineados no se trataba más que de Sabnock.
Sabnock.

Sabnock…

 ¡Aniel! ¡Es el vaisiux! — exclamé cuando el portal volvió a abrirse un tanto. Me miró en medio de su lucha por escapar del himno de encierro —. ¡Escucha, su parte demoníaca tiene más de novecientos siglos de creación! ¡Es un demonio muy viejo!
 ¿¡Y eso de qué me sirve?! — me gritó tratando de evitar que la niebla volviera a recubrir el pequeño agujero que había conseguido abrir. Invoqué uno yo mismo para apoyarlo, pero el martirio de anulación de alrededor volvió a tragárselo.
Nadie podía ayudarlo: este martirio está elaborado exclusivamente para él.
 ¡Los demonios longevos usan martirios extensos! — expliqué rápidamente—. ¡Solo un cántico con la misma cantidad de símbolos podría quebrarlo!
Si los míos oyeran esto me castigarían brutalmente: nuestras debilidades nunca debían ser compartidas, era considerado traición a la estirpe. Pero era Aniel… ¡tenía que ayudarlo!
 ¡¿Cuántos tiene?! — me exigió. Traté de contabilizarlos todos de la manera más veloz: uno, dos, tres, cuatro…
Benditas huellas, era obvio: es un demonio muy anciano.
Son más de dos millones.
 ¡¿Cuántos son?!
Tragué despacio porque no dejaba de encontrar más símbolos formando el himno: camuflaje, ceguera, mutismo, aislamiento, olvido… Todos, definitivamente todos eran para evitar que algún otro ser pudiera ubicarlo.
Tal vez Nanael y Gremory…
  ¡SEIR!
  ¡Dos millones cuatrocientos noventa mil ochocientos treinta y siete martirios, Aniel! — grité; me miró pasmado y entonces el agujero se cerró por completo.
¡¿Qué hago?! ¡No va a poder quebrar una barrera de esa magnitud! Y si está tan desesperado es porque algo muy malo ha pasado. ¿Debería buscar a los Phaxsi? ¿O debería ir por la niñ…?
  Murthyer… — oí de repente. Giré bruscamente y volví a escuchar la voz de Aniel —…hymna pauza, du médium millens… ¡APERITE PORTAS!
Retrocedí algo aturdido ante la enorme cantidad de energía que sentí alrededor…
¡BROM!
…y un fuerte estallido cubrió todo. Una violenta ráfaga de viento sopló con ira: me encogí bruscamente sobre mis cuatro miembros porque las ramas de algunos árboles de en frente se desprendieron y volaron peligrosamente.
¿Qué…?
 ¡Seir! ¡Seir tienes que ayudarme!— Adquirí mi forma humana, impresionado. Aniel estaba ahí, jadeante y completamente desesperado: había roto esa barrera que ni siquiera yo podría haber derribado—. ¡No sé a dónde se la pudo haber llevado y ella estaba…estaba…!
    Aniel, tú no has recitado ningún gozo con la cantidad de emblemas que te dije…
Ningún ángel, por muy poderoso que sea, podía desafiar de esa manera el protocolo con los martirios extensos.
A menos…que estuviera otorgando parte del atributo transcendental que todas las creaciones del Todo poseemos. Ángeles y demonios somos inmortales, pero tomar energía de esa parte implicaba futuras dificultades en las facultades que poseíamos.
  Aniel, no me digas que has tomado energía del atributo trascendental.
 ¡No siento su presencia por ninguna parte! — profirió exasperado—. ¡Dijo que vulneraría su cuerpo tal y como habían vulnerado el suyo! ¡Se la llevó! ¡Estaba gritando y...!
 ¿Cómo pudiste quebrar ese martiri…?
 ¡¿ACASO NO ME HAS ESCUCHADO?! — estalló furioso. Sentí la presencia apacible que solía rodearlo transformándose en una peligrosa. Retrocedí involuntariamente—. ¡SE LA LLEVARON! ¡SE LA LLEVARON Y NO SÉ CÓMO SALVARLA!
Le pedí que se calmara pero para cuando me di cuenta, ya estaba movilizándose rumbo a la mansión de la familia que acogía a la Original. Atravesó los pasillos, completamente descontrolado, y fue en ese momento que lo comprendí.
La gente en la casa corría de arriba abajo, igual de alterados que él; un grupo de hombres salieron a caballo. La mujer que respondía al nombre de Nuna sollozaba desconsolada.
  No, Albania… — lo oí susurrar, completamente atormentado.
El vaisiux había secuestrado a la niña, incluso pasando por alto el camuflarse de los humanos.
Y este ángel, que creía conocer…
…por un momento me había acobardado como ningún otro demonio jamás lo había hecho.



¨°*°*°*°¨


ALCIDES


  Empezaré a sentirme ofendido, Alcides Formerio— insistió tan terco como siempre. Había tratado de escabullirme por el pasillo que daba para el salón pero había conseguido atraparme por la otra entrada—. Mi Darío es un muchacho ejemplar, de buena familia, muy respetuoso de las viejas costumbres. Tiene una mente brillante y es un joven atractivo, tan parecido a su madre…
  Erasmo… — traté de decir pero con un ademán me obligó a mantener la boca cerrada.
  Tu pequeña Albania nunca estará en mejores manos que en las de mi hijo. Somos colegas de años, Alcides, ¡tu apellido es reconocido casi mundialmente, el mío también! ¡¿Te imaginas lo que sería una unión entre nuestras familias?!
  Erasmo, aprecio infinitamente tu amistad, pero por favor, ¡deja el tema de mi nieta en paz! — solicité tratando de no lanzarle el brandy sobre el bigote de morsa—. ¡Todo lo que escucho lugar en donde esté es sobre tus absurdos planes acerca de tu hijo y mi nieta!
  ¿No puedes verlo desde mi lado, querido amigo? Un bisnieto que lleve mi apellido y el tuyo: ¡Traugott Formerio! — No, evidentemente no lo veía; pero él empezó a charlar consigo mismo, completamente absorto—. Si fuera niño podría llamarse como su abuelo, es decir… Erasmo, ¡Erasmo Traugott Formerio! ¡Santo Dios! ¿Es que en verdad no puedes ver lo extraordinario que suena eso?
  Erasmo, lo único que veo en todo esto es a un muchacho de 22 años de edad, tratando de cortejar a una niña de trece años. ¡Mi nieta aún juega con muñecas!
  Y yo respeto fervientemente eso, pero sigo sin comprender el porqué de tu absoluta negativa. — Fingí beber de mi vaso y entretenerme observando a las parejas más jóvenes bailando en el salón principal—. ¿O es que acaso crees que habrá un candidato aún más digno que mi querido hijo?
 Erasmo, emplear esas palabras puede ser una muy mala jugada—apunté seriamente—. No sé si estás tratando de decir que tu hijo es el mejor candidato para mi nieta, o que ella no será capaz de encontrar a otros candidatos para solicitar su mano.
 ¡Oh, no, hombre! ¡Vamos, no trataba de decir…! — Su tono culpable no me conmovió en lo más mínimo —. Es decir, ¡por todos los santos! Tu Albania es una cosa preciosa, una pequeña mujercita digna de todas las atenciones posibles. Pero es que estoy tan ansioso, ¡mi hijo lo está! Siente que no deseas formalizar la relación…
¿Qué cosa?
  ¿Formalizar? — repetí bruscamente.
¡Formalizar qué cosa si aún no hay nada!
 …porque cree que te inclinas más por el hijo menor de los Gerdau. — Bien, este hombre parece no escuchar—. ¿Eso es cierto, Alcides? ¿Estás pensando en el pequeño Tomas Gerdau? No es más que un renacuajo de apenas catorce años; tu nieta merece a un hombre maduro, capaz de protegerla y velar por ella.
 Ese “renacuajo”, como tú lo llamas, por lo menos tiene casi la misma edad que mi nieta, Erasmo.
 ¿Entonces sí lo estás pensando? Hombre, ¡vamos! Una señorita siempre debe tener a un marido que la proteja, y ese rol definitivamente se acomoda a un muchacho algo mayor que ella. — Me bebí el contenido de un bocado y me dispuse a huir con la excusa de buscar un trago más.Para mi buena suerte algunos invitados lo reconocieron y le pidieron que se quedara a charlar unos minutos.
Cómo detesto este tipo de reuniones. A Marlene solían gustarle pero yo preferiría estar en casa, con un buen libro y mi pipa. Nunca me han gustado estos protocolos y menos ahora que hay tantos “perros al acecho” rondándome por el preciado “hueso” que significa para ellos mi nieta, como ha dicho Nereo mientras me traía en el coche.
 Oh, Alcides — me llamaron. Giré y… ¡oh, vaya, así que el asunto no va a concluir aquí!—. Solo quería acercarme para pedirte una breve disculpa.
 ¿Y eso debido a qué, Mariano?
Mariano Liberia traía un vaso en mano que me ofreció. Preferí desistir porque creo saber ya por dónde va a ir la charla.
Debería haberme quedado con David y Joan en el otro salón; pero es que Gisell me exaspera tanto cada vez que trae a colación el tema de las herencias…
Sé que no soy el hombre más joven, pero tampoco estoy ya con un pie en la tumba.
 Luca ha estado revoloteando a sus anchas en la fiesta de tu pequeña Albania— me dijo con pesar—. Jugueteando con los vasos y los platos, aporreándolos con los cubiertos… ¡lo siento tanto! Ese muchacho no deja de hacer ruido con todo lo que encuentra a su alrededor.
Ni siquiera me había percatado de eso en la fiesta. A lo mejor se parece a Zuá: él solía juguetear con los cubiertos cuando íbamos a la escuela. Le gustaba tocar marchas con todo lo que arrojara sonido.
  Luca es un buen muchacho — añadió—. Pero a veces cruza los límites de mi paciencia.
  Los hijos son así. David y Ruth de pequeños no fueron precisamente los hijos perfectos, si me permites comentártelo.
Ahora David es un hombre de familia, y Ruth… bueno, a ella no la veo más que unas pocas veces al año.
Me pregunto cómo estará; hace tanto que no la veo.
  Naum es diferente — prosiguió. La joven que tocaba el piano preguntó si había algún pedido, e inmediatamente una canción conocida salió de sus dedos—. Naum es un muchacho ejemplar, muy cuidadoso con todo a su alrededor. Sus calificaciones son estupendas y tiene un carácter tan maduro para su edad…
  A lo mejor es el equilibrio de su hermano —sugerí—. Aníbal es el mayor de mis hermanos y siempre ha sido muy circunspecto, el más de todos a decir verdad; pero siempre ha sido muy cercano a Aman. Y todos los que conocen a Aman saben lo poco serio que es en algunas ocasiones.
  Mi Naum algún día va a necesitar a una buena mujer a su lado…
Ya decía yo…
Carraspeé un poco, esperando que advirtiera que no era el mejor momento para volver al mismo tema después de haberme pasado huyendo de Erasmo desde que llegué a casa de los Gerdau, pero Mariano pareció no notarlo.
 Sé que Traugott ha estado insistiendo con el tema — me dijo acercándose un tanto para que pudiera escucharlo con facilidad bajo la música—. Pero, si me permites opinar, creo que diez años de diferencia son demasiado. Un muchacho de su edad es lo que necesita la pequeña Albania, Alcides: alguien con quien pueda compartir su vida y que a la vez cuide de su bienestar. No quiero incomodarte con el tema porque he oído que varios ya te han mostrado el interés que tienen por tu nieta como nuera, pero aún así deseaba que supieras que Naum es un muchacho ejemplar. Responsable, respetuoso y aunque yo no lo considere tan valioso, mi mujer cree que el ser sensible es una virtud que muy pocas veces se encuentra en un hombre.
Vaya, así que Naum Liberia era un muchacho sensible…
Bueno, por lo menos esta vez no me han salido con el mismo discurso de siempre: ya sé de sobra que todos los candidatos que se están poniendo en fila para ver a quien le entrego la mano de mi nieta son responsables, valientes, respetuosos, protectores y provienen de buenas familias; pero hasta ahora nadie había mencionado eso.
La sensibilidad es un punto que, igual que la señora Liberia, considero importante.
Soy hombre, un hombre anciano en realidad, y sé perfectamente cuál es el lugar que se les otorga a las mujeres en los hogares, por muy nobles que sean. Mi nieta está creciendo en un ambiente que le pertenece por completo, tal y como Marlene y yo deseábamos ni bien pasó la primera noche junto a nosotros. No me perdonaría jamás entregársela a un hombre que la mirara por sobre el hombro solo por una absurda lógica con respecto a su condición de mujer, y no supiera darle el lugar que se merece.
Ruth, mi hija, se casó con un hombre que amaba; pero puedo jurar ante cualquier tribunal que yo aún no lo considero digno de mi confianza. Cómo hacerlo si cada vez que viene a visitarnos, ella solo habla cuando él se lo permite. Alana a veces se lamenta por el camino que está llevando Alexia, su hija menor; pero yo lo entregaría todo por ver a Ruth viajando por el mundo y tratando de conseguirse un lugar en ese campo tan de hombres llamado “negocios” como Alexia, a verla tan apagada y poco dispuesta a actuar por sí misma como la veo en su actual vida de casada.
 Tu esposa tiene razón, Mariano — comenté con la máxima honestidad—. La sensibilidad es una virtud extremadamente valiosa… y por eso mismo también es inusual encontrarla, más entre “nosotros”.
 ¿En verdad lo crees? — asentí. Creí ver una sonrisa demasiado animosa en su rostro pero a lo mejor estoy algo fatigado por tanto asedio casamentero—. Alcides, ¡Naum es el muchacho más sensible que jamás he conocido! Tal vez suene poco apropiado, pero el único joven con el que podría compararlo ni siquiera es su gemelo, sino un compañero de Dominic Pascal. Debes haber oído de Marcus Leda, oh, qué buen muchacho. ¡Pero Naum es de ésos que muy pocas veces encuentras!
 Marcus Leda… ¡ah, sí, el nieto de Demetrio! No he tenido el agrado de cruzar palabras con el chico pero he oído cosas interesantes sobre él.
 Sí, pero… ¡creo que el muchacho ya está hasta comprometido! — Asentí ante su exaltación. Parecía querer que yo estuviera completamente enterado de ello—. Me parece que la familia Lagares y…
 Eh, bien, sí, Mariano, gracias por comentármelo. Preferiría no tocar estos temas tan familiares y que tan poco nos atañen.
  Oh, sí… Vaya, lo lamento. Sé que Demetrio Leda es un buen amigo tuyo.
  Sí, bueno…iré por un poco de… Iré a ver a mi nieto — me excusé al ver a Joan molestando a la joven que tocaba el piano.
Avancé y divisé la sonrisa bajo el bigote de morsa a un par de metros. Traté de escabullirme entre los invitados para cambiar de dirección pero nuevamente sentí su mano sobre mi brazo.
  Alcides, no te me vas a escap…
¡BROM!
La voz de Erasmo se detuvo abruptamente cuando el sonido de alguna puerta colisionando contra las paredes se expandió. La música del piano se perdió; algunas voces sonando desde el exterior la suplantaron.
  ¡No puede pasar! — oímos—. ¡Es una reunión priva…!
  ¡Señor Formerio! ¡Por favor, necesito hablar con el Señor Formerio!
Avancé violentamente ante la voz de Sorel. Algunos empleados de la casa trataron de sacarlo pero les pedí con un gesto que por favor lo dejaran. Era de mi plena confianza: jamás se atrevería a irrumpir así si no fuera algo de extremo cuidado.
Joan y David se acercaron cautelosos; Sorel me miró angustiado:
  Señor, la señorita Albania… — Me tembló la mano ante el inicio: no, mi nieta— ¡La señorita Albania ha desaparecido, señor!
¿Qué?
Traté de guardar entereza, pero el vaso que llevaba encima se me resbaló de los dedos.

»— No te preocupes, diviértete muchísimo en la casa de los Gerdau, ¿sí? ¡Buenas noches, abuelo!

  La hemos buscado por todos lados, Nuna está desesperada…
  ¡¿Qué cosa dices, hombre?! — exclamó Erasmo en medio del asombro de todos los invitados. Estuve por darle un buen bofetón para que me dejara escuchar a mi mayordomo—. ¡Pero cómo es eso posible…!
  Sorel, explícate… — conseguí formular.
  Creemos que Rudy, la nueva mucama, tiene algo que ver. No está por ningún lado; parece que se la ha llevado consigo. Su habitación ha sido saqueada como si buscaran algo, y de la niña ningún rastro.
De pronto sentí todos mis años de vida cayendo como si se trataran de una enorme, pesada y asfixiante roca.
  ¡Alcides!
  ¡Alcides!
  Oh, señor Formerio. ¡Siéntese aquí, por favor!
Marlene… ¿qué voy a hacer?
Nuestra Albania.



¨°*°*°*°¨

ALBANIA


No siento que mis pies estén posados sobre alguna superficie, y no consigo distinguir nada a través de los ojos. Es como si flotara en medio de una habitación completamente oscura.
Giro lentamente, con algo de temor al pensar que podría chocar contra algo en medio de todo este panorama en negro, y de repente miles de puntos brillantes se encienden a un mismo paso. Parpadean un tanto para empezar a recorrer largos senderos mientras forman espirales sin fin. Desde aquí parecen hormigas desfilando a un mismo ritmo en medio de un espacio completamente oscuro y lejano.
Y ahora que lo pienso mejor, esto se parece a un sueño que solía tener veces seguidas cuando era más pequeña: oía voces cantando, gritando, en un idioma extrañísimo, y después veía los mismos puntos de colores avanzando uno tras otro y formando figuras. Uno tras otro, uno tras otro.
Y por muy raro que parezca…sentía como si todos aquellos puntitos me temieran.

Manebit Clausum, Mare i Filla
I tako da nema svemir neravnoteža

La señorita Bona es muy estricta en todas las materias que dicta, pero tiene una inclinación particular por los idiomas y es muy puntillosa en cuanto a pronunciación y gramática. Recuerdo que cuando empezamos con las clases de francés hace dos años, Corín solía burlarse de mí porque la escritura me resultaba más complicada que la pronunciación: la señorita Bona podía leer algunos pasajes básicos que yo entendía con cierta exactitud, pero mi calvario aparecía si me pedía que los pasara a tinta y papel.
Eso es lo que me estaba ocurriendo ahora. Escuchaba las palabras en esa lengua extraña que no podría plasmar en letras…pero que, por primera vez, comprendía.
Manebit Clausum, Mare iFilla… Permanecerás encerrada, Madre e Hija
I tako da nema svemir neravnoteža… Y así ningún universo en desequilibrio se hallará
¿Quién es esa tal “madre e hija”?

Encerrada y custodiada para evitar ser hurtada

¿Encerrada y custodiad…?
¿Eh…?
A lo lejos distinguí algo más: una bola de luz roja y otra dorada crecían al mismo tiempo. Enfoqué la mirada y comprobé que dentro de ambas esferas dos seres permanecían con los ojos cerrados y en reposo absoluto dentro de ellas. En la roja había un pequeño lobo acurrucado sobre sí mismo, y en la dorada…

…en la dorada…

En la dorada había un ave completamente blanca y con el pico plateado reposando delicadamente sobre su propio cuerpo.
Aniel… era mi Aniel
El odioso ángel de los ojos de sol… — oí otra vez de aquella voz.
Retrocedo en medio de la nada, aún sin sentir mi cuerpo y a la vez sintiéndolo, cuando las voces que cantan elevan aún más el volumen. Es extraño, sumamente extraño…porque siento que la voz que suele hablarme sonríe maliciosamente.
Seres insignificantes tratando de contener mi magnificencia.
Recuerdo esto claramente: era un sueño. Sí, era el sueño que constantemente me atacaba cuando era más pequeña. Oía a la horrible voz hablar, pero en aquel momento no entendía del todo sus palabras.
¿A quién podríamos comernos primero? Tal vez a todos esos vanidosos seres llamados Abdals.

Comernos

Ella…ella…
Ella hablaba como si tuviera muchísima…hambre.
O mejor aún, tal vez a esos hermosos ángeles que tanto predican su “bondad infinita”. A los demonios vamos a dejarlos para el final…
¿Comer…ángeles…?
Recuerdo que la primera vez que le comenté a Aniel de ella (evidentemente sin mencionar que solía llamarlo “odioso”), él simplemente me pidió que le prestara la menor atención posible. Le pregunté que por qué y me respondió en tono amable que a lo mejor “era un ser demasiado ocupado” y debía evitar, en lo posible, incomodarla.
Tenía cinco años, así que no le discutí en nada la explicación que trató de brindarme porque lo consideré de lo más “normal”.
Nanael, por otro lado, me dijo tajantemente que ni se me ocurriera charlar con ella.
Ahora que lo pienso mejor… la gente normal no tendría por qué escuchar voces internas.
    ¡Muere!
De repente oí una vez algo lejana. Los puntos blancos dejaron de desfilar y entonces todo empezó a ponerse de un blanco cegador. Sentí una especie de escalofrío por la espalda, y una imagen vino a mí de improviso.
Aniel… Aniel frente a mí.
Aniel frente a mí, sosteniéndome por la cintura y…y…
Besándome.
Abrí los ojos violentamente, me topé con una especie de mancha oscura. Recordé bruscamente cuánto me gustaba saborear los bombones que el abuelo solía traerme desde Libiak: los retenía en la boca, sin morderlos por completo, y sentía cómo poco a poco se derretían en mi lengua y expandían su dulzura por todas partes.
Lo que sentí con Aniel fue mil veces mejor que eso. Tal vez nadie me creería si lo digo en voz alta, pero los labios de Aniel estaban repletos del color de sus ojos: sabían solo a miel. 
  ¡Mue-re! — volví a escuchar a la voz rasposa pero esta vez también entrecortada—. ¡Muere, ser repulsi…vo!
Enfoqué la mirada y recién comprendí que la mancha oscura que había visto era un techo de madera, maltrecho y mohoso. Algunos helechos y trepadoras se entrecruzaban en él y atravesaban el marrón con motas en verde intenso.
Giré levemente y, para mi sorpresa, me encontré con algunos pétalos de flores amontonados junto a mis mechones aún rosa y verde agua. Me reincorporé bruscamente y entonces comprendí que estaba en una especie de litera de madera, muy dura, pero repleta de pétalos de diversos colores que servían a modo de esponjoso colchón.
¿Qué? ¿En…? ¿En dónde estoy?
Vi alrededor, asustada, y comprobé que parecía ser una cabaña abandonada. Varias partes habían sido invadidas por los musgos y la vegetación del bosque.
Y me parecía tan familiar…
  ¡MUERE! — oí de pronto…
…y entonces todo volvió como de golpe.
Él repentinamente rompió el beso…y algo que nunca había visto en toda mi vida apareció. Me atrapó entre sus brazos, o piernas, o patas, lo que fuera; y después… después…

»— ¡SILENCIO, ABERRACIÓN!
»— ¡DÉJALA! ¡ALBANIA! ¡ALBANIA!

¡No! ¡¿En dónde estoy?! Recuerdo que se abrió una especie de agujero en la nada y me obligó a ingresar con él. Grité muchísimo porque sentía sus miembros viscosos apresándome, y cuando logré verlo fijamente distinguí una especie de cabeza mal puesta sobre lo que debían ser los hombros.
¡Nunca había visto algo así! ¡Inclusive lo que debían de ser sus ojos estaban en la parte inferior de lo que sería el rostro, y la boca sobre lo que sería la coronilla de la cabeza, con una lengua repleta de agujas!
  Y ahora… ¡ahora…!
   ¡MUERE, MALDITO DEMO…!
   N-no, po-por favor…  ¿En dónde…en dónde estoy?
Esa…esa cosa estaba… ¡estaba estrangulándose a sí mismo! Estaba a cuatro patas, y dos de sus largos y delgados miembros sujetaban con fuerza lo que sería su garganta, mientras los otros dos trataban de forcejear y deshacer el agarre.
Tenía… tenía algo parecido a ocho brazos.
  ¿Cariño? — La respiración se me disparó cuando comprobé que me había escuchado—. ¿Por qué me miras así? ¿Por qué tus ojos de paloma se ven tan asustados?
No debí hablar. ¡No debí hablar!
  ¿Has visto las bonitas flores que te cobijan, preciosa mía? Te he visto tantos años jugueteando con ellas: ¡vamos, cógelas! ¡Qué bien huelen, ¿verdad?!
En ese momento perdí la noción de las cosas. El…el… lo que fuera que sea se acercó y trató de tocarme. Solté un grito cuando los dedos largos rozaron mi mejilla: estaban helados y viscosos. Y la horrible voz en mi cabeza empezó a gritar enloquecida, con el tono más espantoso que había escuchado en toda mi vida.
Entonces sentí que sus dedos subieron por mis muñecas y no pude aguantarlo más: ¡que no me toque! ¡Que no me toque!
Recordé a Nunita, al abuelo, ¡van a preocuparse si no regreso a casa, y Aniel…! ¡Aniel!
  ¡ANIEL! ¡ANIEL! — chillé y conseguí arrastrarme lejos de la litera de flores; lejos de los dedos helados y el ojo escarlata y violeta.
Corrí todo lo que pude rumbo a la puerta; me abalancé sobre ella y tiré de la manija de palo pero no se movió ni un poco. Prácticamente puse todo mi peso en ella pero ni así se abrió.
  ¡NUNA! ¡ABUELO, ABUELO!
Sentía que el corazón se me escaparía por la boca; las ganas de llorar me estaban derrumbando.
  Ven, cariño: no grites. Nadie va a oírte. — No… ¿cómo que nadie? ¡No! ¡NO!
  ¡AYÚDENME!
Giré y corrí en sentido contrario porque la cosa de ocho patas venía hacia mí. Ubiqué una ventana cubierta con tablones, pero cuando traté de quitarlos solo me lastimé las manos.
¡No! ¡No!
Ya no sé si realmente le supliqué que no me tocara porque apenas y podía distinguir mi voz entre los sollozos.
  Si dejas de correr y me dejas verte de cerca, podríamos charlar…
  ¡NO QUIERO! ¡ANIEL! ¡ANIEL!
El lugar no era muy grande pero tampoco tenía a dónde escapar. Empecé a ahogarme de tanto que corría y gritaba; y de un momento a otro, cuando ya no podía dar ni un paso más, vi a la cosa horrible con ocho patas detenerse y charlar consigo mismo. Decía algo y se respondía, y después soltaba chillidos horrendos que hacían vibrar las agujas de su lengua.
  ¡NO SABNOCK, TÚ SOLO LA LASTIMARÁS!
  ¡DÉJAME SALIR, DEMENTE!
¡Parecía que se estaba descontrolando! ¡Dios, no! ¡¿Qué estoy haciendo aquí?! ¡Abuelo! ¡ABUELO!
¡¿Y Aniel…?! ¡¿Le habría sucedido algo?!
  ¡ANIEL! ¡ANIEL, AYÚDAME! — grité y de repente sentí nauseas. Nunca me había sentido así, con el corazón palpitándome fuertemente y llorando desesperadamente.
Me abalancé contra la puerta una vez más, justo para que la criatura soltara un berrido y se lanzara hacia mí.
 ¡NO! — supliqué, y una fuerte ráfaga de viento salió de alguna parte y me obligó a caer sentada junto a la puerta. Vi a la cosa estrellarse contra la pared transparente que había aparecido entre nosotros, y después su boca repleta de agujas soltó más gritos.
¡Aniel! ¡Aniel, ayúdame! ¡Ayúdame, por favor! ¡ABUELO! ¡NANAEL! ¡GREMORY! ¡Alguien!
La cosa empezó a golpear con sus cuatro puños la barrera invisible.
  ¡Por favor, no me toque! ¡No me toque!
  ¡SAL DE AHÍ! ¡SAL DE AHÍ, MONSTRUO! — me recriminó.
No pude evitarlo y empecé a llorar casi en contra de mi voluntad: parecía que él se enfadaba más cuando lo hacía, pero no podía dejar de pensar en por qué me tendría aquí, y si volvería a casa sana y salva.
  ¡NUNCA DEBISTE NACER, MALDITA CRIATURA!
¡Nuna! ¡NUNITA!
¡PRAM!
Me encogí del pavor cuando oí más golpes en medio de la barrera que temblaba bruscamente.
«No llore, señora», oí. Parpadeé bruscamente: ¡Drol…! ¡Drol Asirb!
  ¡Ayúdame! ¡Ayúdame! — le supliqué.
« Esta barrera es todo lo que puedo ofrecerle», me dijo apenado, «trate de relajarse, y emplear lo que ha estado aprendiendo hasta ahora».
Recordé bruscamente la voz de Nanael hablando sobre emblemas y elementos. “Son para que aprendas a protegerte”, decía Aniel.
¡Salmos! ¡Piensa en algún salmo!
  ¡SAL DE AHÍ! ¡SAL DE AHÍ Y DEVUÉLVEME MI FORMA ORIGINAL!
Nanael siempre… ¡siempre dice “protección y defensa”!
Defensa, defensa, defensa… ¡¿cómo se puede crear un salmo de defensa?!
  ¡HAZLO AHORA MISMO, MALDITA PERRA!
  ¡NO!
Solté un chillido cuando la barrera se agrietó frente a mis ojos. Traté de correr pero sentí un jalón brusco por el tobillo. Caí de bruces, con un raspón en la mejilla y el tobillo derecho doliéndome muchísimo.
  Creíste que ibas a salir ilesa, ¿verdad, Madre e hija? — Traté de explicarle que yo no era la tal Madre e Hija de la que él hablaba pero no pude hacer más porque con una de sus manos me cubrió la boca mientras que con otra dibujaba en el aire.
Vi un par de trazos en escarlata brillante…
Martirio— oí a la voz taladrando en mi mente; mi corazón golpeando horriblemente en mis oídos—. Martirio de aprisionamiento y tortura.
¿Qué? — alcancé a preguntarle. En este momento era mi única compañía.
Este miserable intentará callarnos; y sus métodos parecen un poco brutales.
¡¿Qué?! ¡¿Y eso qué significa…?!
  ¡Ahora vamos a ver qué se siente que “vulneren” tu cuerpo sin tu consentimiento, Madre e Hija!
No pude con el terror invadiéndome. Abrí la boca y aguantándome todo el asco, mordí lo suficientemente fuerte la mano que me silenciaba para lanzar mi último pedido de ayuda…
  ¡ANIEL! ¡ANIEL!
¡PAAF!
Mi rostro cayó de lado; la cabeza me dio vueltas a horrores.
Rompí a llorar: nunca me habían golpeado.
 Te has atrevido a morderme, aberración.  —  Inclinó la cabeza y me mostró una horrible sonrisa—. ¿Sabes? Cuando intentaron fusionarme con el infeliz de Kalmiya… me cosieron la boca. — ¿Qué? ¿Fusionarlo? ¿Kalmiya? —. Vamos a cerrar esa boca, tal y como hicieron conmigo — ¿qué? ¡Pero…! ¡Pero si yo no...!—,  ¡y antes de que te atrevas a devorar todo lo que encuentres en tu camino, vas a pagar cada una de las laceraciones a mi cuerpo, aberración!
Sentí que las lágrimas empezaron a empaparme el rostro. Traté de decirle otra vez que no entendía por qué me tenía ahí y por qué hablaba como si yo fuera alguna especie de criatura hambrienta; pero el sujeto seguía recitando cánticos extraños y dejó de prestarme atención.
Intenté quitármelo de encima, pero en ese momento sentí que la voz empezó como a evaporárseme. Traté de gritar, pero vi con horror algo semejante a una máscara apareciendo en el aire mientras él seguía recitando cánticos extraños.
Me va a matar…


¨°*°*°*°¨


SEIR


    ¡¿CÓMO QUE NO SABEN NADA?! — bramó el hombre que acababa de ingresar como un huracán a la sala.
He visto a ese hombre: es el dueño de la casa, el abuelo de la niña.
Varios empleados trataron de explicarle la situación: al parecer la mujer, Nuna, había subido a verificar que la niña estuviera dormida. Entró y encontró la habitación hecha un desastre.
  Dios mío, ¿dónde tienen a mi Albania?— murmuró cuando subió a la planta superior y se encontró con el panorama—. ¿Pero qué…? ¿Qué significa esto? ¿Acaso quieren dinero o…? ¿O qué…?
  Hace unos días Nuna...ha estado escuchando como la chica nueva, Rudy, hablaba de todas estas cosas extrañas, señor. Yo…yo la verdad…creo que esa muchacha ha tenido algo que ver — indicó una mujer de voluminosa presencia y cabellos ensortijados—. Hablaba de puras cosas relacionadas a brujerías y hechizos y… ¡Señor, por favor! No culpe a Nuna, la pobre se ha desmayado de la impresión antes de que usted llegara y le juro por que me llamo Bejle como mi difunta abuela, que Nuna siempre ha querido lo mejor para la señorita.
La escena parecía salida de algún relato de terror. Tal y como habían dicho los empleados, el lugar estaba completamente hecho una calamidad: vestidos rasgados, muebles volcados, y un horrible símbolo dibujado sobre la alfombra.
El hombre se dejó caer sobre una de las columnas, evidentemente consternado.
No fue para menos: ingresar al cuarto de una niña de trece años, que parecía haber sido secuestrada, y encontrar un símbolo dibujado con lo que a todas luces era sangre, no era muy alentador que digamos.
¿A quién le pertenece ese símbolo? No se parece a ninguno que haya visto antes…
Aniel, a mi lado, traía los ojos tan abiertos que por un momento me dio la impresión de que se había quedado congelado.
En ese momento otro hombre llegó casi sin respiración al umbral:
  ¡Señor! ¡El…! ¡El joven Joan acaba de salir a caballo!  — explicó alterado—. ¡Le dije que estaba muy oscuro, y que ya había salido una comitiva de hombres pero no quiso escucharme!
El anciano, Alcides, se pasó la mano por los cabellos canos y ordenó que inmediatamente todos se pusieran en marcha para buscar a su nieta, dar aviso a la jefatura de la desaparición de la niña, y enviar un recado al alcalde y al gobernador solicitando de su parte que ningún coche ni tren saliera de la ciudad sin previa observación.
La habitación se quedó solo con Aniel y conmigo adentro. Las cortinas ondearon, escuché claramente que se materializó para tocar con sus dedos la sangre con la que habían dibujado el símbolo de la alfombra.
   No…no es su sangre — susurró—. No es su sangre…
Entonces desvió la mirada, como atando cabos, y giró tempestivamente solo para lanzarse por la ventana.
   ¡Aniel! — lo llamé pero fui ignorado.
Uno de los empleados que estaba vigilando las puertas que daban para el jardín soltó un grito: supuse que por lo preocupado que estaba ni se le había ocurrido desmaterializarse.
 ¡Loin nostra quimera! — invoqué rápidamente y vi al zorro que brotaba de mi interior moldearse rápidamente. Soy pésimo creando quimeras, pero como es un animal pequeño y no debe durar más que unos poco minutos no hay problema.
  ¡Condenado animalejo! ¡Así que fuiste tú! ¿Y cómo demonios saltaste desde allá arriba? O mejor dicho… ¡¿cómo llegaste hasta allá?! — oí al hombre a lo lejos, mientras seguía la ruta de Aniel que se había movilizado velozmente.
  Hermano, ¡hermano!
Se detuvo exactamente por donde habíamos estado hace un rato. Observó alrededor aún inquieto y algo exaltado.
  Maulm vitandum… —lo oí murmurar. ¿Qué? —. Me dejaste un Maulm vitandum, Nanael
Gozo de amparo.
Amparo…
¿Acaso…Nanael habría dejado una especie de pista para decirnos dónde estaban él y Gremory?
  Aniel, ¿pudiste leer el símbolo que estaba sobre la alfombra? — indagué—. Porque yo jamás había visto uno semejant…
  Se trata de un primer humano, y el símbolo es uno de quebrantamiento— me dijo impávido, mientras no dejaba de caminar de aquí para allá, como buscando algo—. Por lo visto cometimos un grave error y pasamos por alto que en la casa había un primer humano. Se ha encargado de ir derribando las barreras de protección que Nanael y yo pusimos alrededor de Albania; y al parecer ha sido muy sencillo porque iban destinadas a ángeles y demonios, nunca en contra de ningún tipo de humano, por muy excepcional que fuera.
  ¿Un primer humano? ¿Acaso…? ¿Acaso hablas de la famosa mucama nueva, esa tal Rudy? — Asintió sin dejar de lanzar gozos a la nada—. Aniel, si me dijeras que estás buscando tal podría ser de ayud…
 Nanael me ha dejado la mitad de un gozo que apenas y he podido visualizar, Seir: Maulm vitandum. Si no me equivoco, fue lanzado a posta para que se activara cuando yo me topara cara a cara con el vaisiux y algún vestigio de su única colaboradora — me explicó seriamente—. Nanael descubrió mucho antes que había alguien más ayudándolo: la mitad del gozo que me ha dejado es uno de amparo, por lo tanto…
  Fue lanzado para que consiguieras ubicarlo — completé asombrado.
¡Por el Todo! ¡¿Ambos estaban así de sincronizados?! A mí jamás se me habría ocurrido lanzar un cántico a la mitad, confiando plenamente en que alguien iba a percatarse de que faltaba ser completado.
  Está atrapado aquí, solo que no podemos verlo porque hay una barrera de camuflaje, tal y como sucedió conmigo hace un rato… —  se dijo a sí mismo, profundamente concentrado. Era impresionante verlo tan decidido y completamente enfocado en su escrutinio.
Y si antes estaba asombrado, lo que vino a continuación me dejó estupefacto:
— Maulm vitandum — lo oí recitar estirando los brazos hacia el frente, con las palmas completamente extendidas. Emplear algo más que la voz para invocar cualquier cántico simbolizaba un empleo de energía aún mayor: retrocedí involuntariamente.
 Los ojos le brillaron tanto que se pusieron blancos, y después de violeta intenso.
Adquirí mi forma original instantáneamente, porque es bien sabido que estar frente a tanto poder con forma humana podría resultar perjudicial para uno mismo.
  Primum non nocere… ¡MAULM VITANDUM!
¡PROM!
Me encogí bruscamente. Los árboles se azotaron con fuerza, algunos peces en el agua saltaron asustados, y miles de pájaros salieron volando de sus nidos, chillando fieramente.
Entonces el tronco más grueso de uno de los árboles se encendió violentamente, como si una enorme fuente de luz lo iluminara desde adentro, para que un agujero se abriera en él…
…y por ahí asomara una cabeza peluda.
  ¡Aniel!— exclamó Nanael algo maltrecho, y en ese momento vi que salía con algo de dificultad porque traía una pata rota y arrastraba con el hocico a una mota gris.
    ¡Gremory!
Corrí hacia ellos y la tomé en brazos: estaba algo inconsciente y muy débil.
   Se trata de un primer humano, Nanael. Parece que tenía un pacto inalterable con el vaisiux, así que lo más probable es que lo ayudara a cambio de romper su contrato  — oí de Aniel mientras le pasaba algo de mi energía a Gremory. Nanael lo miró sorprendido y respondió que sabía que había alguien colaborando con el vaisiux pero jamás pensó que se trataba de uno así.
  Era la humana nueva, ¿verdad? La tal Rudy— Aniel asintió—. Maldita sea, evidentemente podía acercarse a la niña sin ninguna sospecha. Nuestras barreras nunca iba dirigidas a humanos.
   ¿Se-Seir?
Bajé la mirada.
  ¡Miren a quién tenemos ya despierta! — bromeé, pero Gremory ni siquiera sonrió. Solo se inclinó y empezó a toser con muchísima fuerza.
  Llévatela de aquí; el vaisiux le ha absorbido buena parte de energía— me dijo Nanael que acababa de adquirir su forma humana y trataba de sanar su brazo roto —. Lo ideal sería que repose en su forma original y en un lugar que no esté corrupto.
   No…no quiero de-dejarte.
  En este momento serías más un estorbo, demonio — le respondió sereno y después volteó a ver a Aniel—. Se ha llevado a la niña, ¿verdad?
Cerré los ojos y me llevé a Gremory conmigo hasta el pequeño departamento que usaba cuando quería descansar. Estaba sobre la bonita panadería de una simpática mujer ya algo avanzada de edad.
Deposité a Gremory sobre el lecho y le pasé algo de mi energía.
  Seir… Seir, ayúdalo — murmuró con la voz muy apagada—. Está preocupado. No…no sé cómo puede seguir de pie. El vaisiux nos encerró en una especie de cámara que absorbía energía ni bien percibía algo de ella.
Quise decirle que yo iba a regresar pero por Aniel (porque ese sujeto, Nanael, parecía demasiado ingrato y excesivamente calculador); pero preferí solo asentir.
Le pedí que descansara, cerré los ojos y para cuando volví a abrirlos…
¡BROM!
El cuerpo de Nanael literalmente impactó contra el mío: parecía que lo habían empujado con fiereza.
¿Qué? ¿Y ahora qué está pasando aquí?
   ¡¿Te atreves a reaccionar como un chiquillo humano en una situación tan delicada?! — bramó y a pesar de tener un brazo lastimado parecía muchísimo más peligroso que el mismo Aniel.
   Hey, ¡hey! ¡¿Pero qué está pasando?! — exclamé poniéndome en medio porque Aniel parecía tener toda la pinta de querer golpearlo—. ¡Solo desaparecí un par de segundos! ¡¿Qué diablos…?!
  ¡¿Cómo puedes decir eso?! — le recriminó por encima de mí.
  ¡Es la verdad, maldita sea! — le respondió Nanael furioso—. ¡Si te dejé ese salmo incompleto fue para que me encontraras porque evidentemente podríamos estar frente al inicio del Rito de expiración! ¡Tenemos que estar juntos!
¿Rito de expiración?
  ¡¿Por qué no puedes comprenderlo?! ¡Se llevaron a Albania! ¡Yo mismo vi lo asustada que estaba…! ¡¿Y TÚ ME SALES CON QUE DEBERÍAMOS IR PREPARANDO LOS CÁNTICOS PARA MATARLA?!
  ¡EL VAISIUX PODRÍA LIBERARLA! — rugió alterado—. Y no tendremos tiempo para hacer ningún tipo de invocación.
  A ver, ¡hermanos! ¡Vamos a calmarn…!
  ¡No vas a tocarla! ¡NO VAS A HACERLO! — le advirtió Aniel enardecido.
— ¡NUESTRA TAREA ES ELIMINARLA, ANIEL! ¡¿QUÉ DEMONIOS SUCEDE CONTIGO?!
   ¡No puedo creer lo malditamente cruel que puedes ser!
   ¡Para eso fuimos creados, idiota!
   ¡No vas a tocarla! ¡NO VAS A TOCARLA!
   ¡YA! — grité furioso. Aniel había pasado sobre mí y lo tenía capturado por el cuello de los ropajes —. ¡A mí me importa una mierda sus problemas existenciales! ¡Pero a ver si se ponen de acuerdo porque en este momento un demente se ha llevado a una niña consigo, y hasta los humanos están resultando más útiles porque ya la están buscando! — Ambos me miraron: Aniel algo agitado, Nanael sumamente indiferente—. A lo mejor el vaisiux ni siquiera ha liberado nada… pero si perdemos más tiempo probablemente sí lo haga.
   Tienes razón… — murmuró Aniel y asintió, aún consternado.
Nanael, por otro lado, dejó de sanar su brazo roto y elevó el que tenía en buen estado.
   Me faltaba un pedazo para acabarlo pero puede sernos de ayuda — nos dijo y empezó a trazar inscripciones sumamente complejas a toda velocidad. Los hilos verde agua iban uniéndose uno tras otro y formando una gran cantidad de emblemas—. Ya le envié un mensaje a Caila mientras estabas en tu modo “adolescente” activado — soltó con suma tranquilidad—, así que para ahora los Phaxsi y los Abdals también deben estar buscando el paradero de la niña.
  No es por menospreciarme… pero el día de hoy he comprobado la gran cantidad de cosas por las que ustedes resaltan tanto — comenté asombrado cuando la enorme inscripción llegó a formar una especie de cerca alrededor de nosotros. Sin embargo no llegaba a cerrarse del todo, porque justamente ésa era la parte que faltaba.
 He empleado tiempo, espacio, lugar, luz nocturna, luz diurna, viento, posición, materia, existencia, y algunas otras nociones y elementos para ir formando el gozo de rastreo — nos explicó seriamente—. La única forma de saber la ubicación de algo en particular, es conociendo las coordenadas exactas en las que se encuentra posicionado en el espacio. He empleado todos los emblemas que se me han ocurrido para diagramarlo, pero hay algo que falta y que, creo, sería el detonante final para que funcione a la perfección.
Me enfoqué con mi mejor rostro de concentración en la enorme inscripción…porque en realidad todos esos trazos eran demasiado complicados para entenderlos de un tiro.
Nanael fruncía el ceño, tratando rápidamente de pensar en una manera de concluir el gozo.
 Probablemente… — oímos de pronto. Giramos y nos encontramos a Aniel graficando con ambas manos: hilos dorados iban formando trazos curveados—….falta “intención”.
¿Cómo?
 La única forma de encontrar algo es “deseando encontrarlo” — concluyó y la inscripción salió flotando de sus manos y se acopló a la perfección al enorme trazado de Nanael que asintió, indiferente pero satisfecho.
Una gran cantidad de luz empezó a desprenderse del gozo para finalmente unirse y formar una especie de hilera brillante que salió despedida hacia lo más alto del firmamento. Segundos después volvió a bajar y se torció en ángulo recto, como señalando el lugar exacto.
 La cabaña de Aura… — murmuró Aniel y salió disparado en la misma dirección que la luz resplandeciente.
Nanael cerró los ojos y también desapareció. Para cuando pude alcanzarlos, los encontré tratando de quebrar las barreras de protección que surcaban el perímetro.
Pero cuando consiguieron abrir la puerta un triste camastro repleto de flores les dio la bienvenida.
No había nadie.
  El vaisiux ha estado aquí, el ambiente está corrupto; y también se siente la presencia de la niña — comentó Nanael inspeccionando el lugar.
Iban a emplear nuevamente el gozo de rastreo hasta que me percaté de algo en el piso de tablas húmedas.
  ¡Huella! — exclamé y una pequeña inscripción de alteración.
Bueno, por lo menos iba a servir de ayuda en esto.
  ¿Seir?
 Denme algo de espacio, ¿sí? Esto es sencillo para mí — pedí, estirando los músculos—. ¡Develum!
¡CRASH!
Las tablas salieron despedidas en el aire y un agujero de considerable tamaño nos observó desde abajo.
Era un túnel.
 Por supuesto — dijo Nanael convencido—. Estos son conocimientos que solo los primeros humanos saben. Es evidente que la humana se los ha compartido: así como el agua limpia cualquier vestigio de inscripciones, la tierra oculta todo a su alrededor. No se ha transportado por encima, sino por debajo, porque así…
  …no podríamos ubicarlo — completé asombrado.
Sabía que la naturaleza, como creación del Todo, poseía sus misterios pero habían detalles que parecían muy obvios y por ende no los había descubierto hasta ahora.
Aniel no esperó más y se dejó caer por el agujero. Caímos justo a su lado para comprobar que el agujero era un túnel tremendo. Nosotros tres cabíamos sin ninguna dificultad más que para encorvarnos un poco por la altura; y había sido cavado a tal profundidad que la superficie ya era más roca que tierra.
  Va a liberarla — comentó de la nada Aniel. Nanael y yo volteamos a verlo, desconcertados—. ¡Va a liberarla, Nanael! ¡La tierra oculta cualquier cosa, sí! ¡Pero también absorbe…!
¿Qué?
  Absorbe energía — añadió Nanael atónito. Aniel pasó entre ambos y empezó a correr a través del túnel—. Liberar al ente implica soltar una fuerte cantidad de energía. ¡Mierda, es verdad!
Aceleramos el paso todo lo que pudimos y conseguimos distinguir a Aniel parado frente a lo que parecía ser una amplia salida. Lo estrecho del túnel se abría en lo que parecía ser un redondeado y extenso umbral. Llegamos y nos dimos con la sorpresa de que se trataba de una caverna en las profundidades de la tierra, con algunas esferas del tamaño de la palma de una mano flotando y despidiendo luz azul (evidentemente invocadas por el vaisiux para quitar la tremenda oscuridad de aquí abajo). Habían columnas formadas naturalmente, que sostenían lo que sería la parte de arriba, y algunos pequeños pozos de agua de los que fluían corrientes que se unían y formaban delgados riachuelos que se perdían en la oscuridad.
  Martirio de extenuación — anuncié ni bien lo percibí: y estaba bastante bien elaborado.
Nanael asintió:
  El demonio tiene razón —. Vaya, qué poco amigable suena—. Hay un martirio de extenuación. Si queremos desmaterializarnos no sé podrá, ni mucho menos adquirir nuestras formas originales. Hay que tener cuidado porque no vamos a poder emplear todos los gozos y martirios que queramos. Eso sin contar que mi maldito brazo ahora es un miembro inútil.
Entonces al frente, junto a lo que parecía ser una pequeña fogata distinguí algo semejante a una mancha oscura, con varias piernas y brazos y una abertura sobre la cabeza que parecía ser la boca.
Involuntariamente di un paso hacia atrás.
  A la demonio, Gremory, le pasó igual — oí de Nanael —. La presencia del vaisiux perturba porque no tiene el equilibrio natural que el Todo le entrega a todas sus creaciones.
  No, no… — oímos de pronto. Giré y vi a Aniel con el rostro completamente lívido, para después lanzarse sin la menor discreción hacia el interior de la caverna.
Al fondo, el vaisiux volteó y soltó un berrido al verse descubierto.
Y al frente, atravesando los charcos de agua, Aniel corría desesperado…
…para llegar al cuerpo que flotaba sobre uno de los pozos de agua completamente inmóvil, encogido y a todas luces maltratado.


¨°*°*°*°¨

ANIEL


Observé todo el lugar, esperando encontrarla refugiada en algún lugar, esperando por mi ayuda, como siempre…
…pero cuando mis ojos ubicaron ese punto sentí que le fallé por completo.
¡No! ¡No! ¡No, no, no!
  ¡ALBANIA!
 ¡ANIEL, CUIDADO! — oí de Seir; elevé la mirada y comprobé que el vaisiux se había lanzado en pos de mí. Pero tenía la mente tan ocupada en otra cosa que cuando estuvo a punto de tocarme lo tomé por los brazos y lo lancé lejos.
¡BROM!
Los muros vibraron y algo de polvo se desprendió de los techos. Tal vez se estrelló contra algo o alguien, no sé. No lo sé ni me interesa.
Lo único que en ese momento me interesaba era comprobar que ella no estuviera tan lastimada como parecía desde lejos.
Di un último salto y aterricé dentro del pozo en el que la vi. Me arrodillé y entonces perdí el poco control que me quedaba al ver el frágil estado en el que se encontraba.
No… ¿qué…? ¿Qué le ha hecho?
Me incliné y la tomé con toda la delicadeza posible. Traía el hermoso vestido de hada y los cabellos completamente mojados. Estaba helada, no se movía, y no podía ver más que sus ojos cerrados porque algo semejante a una máscara negra cubría gran parte de su rostro. Tenía una absurda forma grotesca, porque la parte que revestía la boca se asemejaba al pico de un ave pero no tenía aberturas para que pudiera ver más allá; y traía consigo cadenas que colgaban por los costados y terminaban en grilletes que se cerraban en las muñecas.
Era…era…
 Es un bozal — completó Seir, incómodo. ¿Un qué? —. Es una forma de degradar al oponente en batalla: impide que puedas hablar y, por lo tanto, invocar cualquier cántico que requiera de voz. Dicen que tiene la horrible capacidad de enloquecer al que lo porta —. Traté de mantenerme calmado —. Nunca he portado uno, pero he oído de demonios que han terminado muy afectados después de haber llevado uno: te muestra imágenes atroces. Es una costumbre demoníaca muy vieja. Hace siglos que no veía algo semejante.
Bajé la mirada a sus brazos y me encontré algunos rasguños profundos. Parecía como si le hubieran clavado las uñas y después arrastrado por debajo de la piel.
Nanael apareció velozmente junto a mí. Pensé que trataría de sanar sus heridas, pero solo me hizo a un lado y la tomó por la barbilla de la máscara.
La oí soltar un quejido, aún inconsciente.
  Le duele… — susurré pero fui ignorado.
Tomó sus muñecas, tanteó el pulso, después el del cuello y asintió para sí mismo.
  Parece que no ha habido ningún intento de liberación, solo está inconscient…
 ¡¿Que no hubo?! — oí de pronto la voz retorcida. Seguí la ruta de dónde provenía y nos encontramos al vaisiux suspendido de una de las estalactitas del lugar, balanceándose como una araña—. Claro que lo intenté, estimados congéneres míos — puntualizó divertido y con mucho respeto: Kalmiya, oí de Nanael por mis pensamientos, se trata de Kalmiya, Aniel—. Ya estaba todo preparado: no habría ningún desequilibrio en este mundo porque bajo tierra toda la magistral energía que liberara la Madre e Hija sería absorbida; y sabía de memoria el cántico que Crocell nos enseñó tan meticulosamente para despertarla en caso de que la durmieran, como hicieron. Él era muy sabio, ¿saben?
 Él no era más que un demente — rebatió Nanael con indiferencia.
 ¡Oh! Suenas exactamente igual que el malhumorado de Sabnock. — Chasqueó la lengua y sonó extremadamente angustiado—. El muy infeliz salió, empezó a berrear como siempre y la trató tan mal.
Sentí una horrible presión en el pecho: recordé cómo de asustada estaba cuando se la llevó.
Bajé la mirada: seguía inconsciente, como dormida, pero con el ceño fruncido en un gesto de dolor.
 Yo le pedí que fuera delicado, ¡después de todo una reina merece el mejor de los cuidados!, pero el muy bastardo se entretuvo blasfemando, asustándola, y como ella, pobrecilla, no dejaba de gritar, le puso esa horrible máscara que entre ustedes, los demonios — añadió observando a Seir—, simboliza la peor de las deshonras.
Volví la vista a la máscara: era pesada y tenía varias partes puntiagudas que parecían muy afiladas.
Eso sin contar que los grilletes de las muñecas tenían púas de metal en su interior, por lo que sí los brazos se movían mucho, éstas terminaban clavándose directamente en la piel.
Recordé las palabras de Seir: los que lo portan pueden terminar locos.
Lancé un gozo de apertura, pero no funcionó. Intenté abrirlo manualmente, siendo lo más delicado posible, pero no conseguí hacerlo. Y ella…
…ella seguía sin responderme.
  El único que puede quitar el bozal es el que lo ha invocado — me indicó Seir.
  Hazlo — ordené inmediatamente, pero el vaisiux seguía balanceándose de un lado hacia otro, canturreando, feliz—. ¡HAZLO!
  No puedo, portador de la pureza excelsa — me respondió en tono inocente—. El infeliz de Sabnock fue el que lo invocó. Yo jamás habría usado semejante artefacto para con la Madre e Hija. Es más, ¡yo también estaba buscando una manera de quitárselo ya que podría afectar mi cántico y podría no completarse la liberación!
  Planeaba liberarla — murmuró Nanael muy cerca de mí—. Tal vez sea conveniente que esperemos la llegada de los Phaxsi para quitársela.
  ¡¿Es que acaso estás loco?! — bramé sin poder contenerme. Nanael me observó sin inmutarse—: ¡¿Acaso no oíste lo que dijo Seir sobre…?!
 Sé lo que es un bozal demoníaco, Aniel. Pero aun así sería muy peligroso quitárselo: no sabemos lo que Sabnock pudo haberle dicho y a lo mejor en realidad colaboró poniéndosel…
  ¡No te atrevas! ¡No te atrevas adecir que fue una buena idea porque no lo es! ¡¿Cómo puedes estar tan tranquilo cuando ella está llevando esta cosa y no sabemos cómo se está sintiendo?! ¡¿A lo mejor está abrumada y…?!
  Oh, por ese lado no tienes por qué preocuparte, portador de la pureza excelsa — oí del vaisiux —. Oí claramente decir a Sabnock que la haría ver los recuerdos de su creación. — Abrí los ojos, pasmado. Nanael, a mi lado, por fin tuvo una reacción más que el solo observar—. Pero eso no tendría por qué abrumarla.
 ¡Aperite portas! — invoqué, pero solo conseguí que mi inscripción se desvaneciera y que ella se encogiera más, como si algo la incomodara—. Albania, ¡Albania!
  Demonios, ¿eso significa…? — murmuró Nanael mientras yo seguía invocando todo lo que se me ocurriera para intentar abrir la maldita cubierta esa.
 Pues que, evidentemente, ¡ella está viendo el más hermoso de los paisajes del mundo en general! ¡Está viendo su nacimiento!
Entonces sentí un movimiento ligero junto a mi pecho. Vi el ceño frunciéndose y las manos tanteando débilmente alrededor, cómo buscando algo a lo que aferrarse.
  ¿Albania? — musité y los ojos se abrieron violentamente.
  ¡¿Ha despertado?! — gritó el vaisiux y después soltó un chillido espantoso, eufórico.
 Deja a la niña en el suelo, Aniel — ordenó Nanael. Los ojos preciosos me observaron sorprendidos, como si fuera la primera vez que me veía—. ¡DÉJALA EN EL SUELO!
  ¡No!
Nanael me tomó por los hombros con brusquedad y trató de arrebatármela, pero desaparecí con ella y aparecí a unos metros lejos.
  Albania, ¡Albania!
 ¡NO SABEMOS SI SU ESENCIA ESTÁ CORRUPTA O QUÉ ES LO QUE HA VISTO, ANIEL! ¡DÉJALA EN EL SUELO, AHORA MISM…!
  ¡MIERDA, CÁLLATE! —bramé al límite.
¡Ella así, tan lastimada; con un maldito demente creyendo que podía tratarla como si fuera una bestia descontrolada y otro condenadamente cruel que solo pensaba en llevar a cabo su tarea de la manera más “adecuada”!
  Albania… Albania, ¿me escuchas?
Me miró insistentemente, como diciendo “quítame esto”, y después empezó a removerse desesperada; los ojos se le llenaron de lágrimas, las manos buscaron formas de liberarse. Trató de quitarse por sí misma la máscara y como no podía volvía a patalear, descontrolada.
  Tranquila, ¡tranquila!— le pedí depositándola sobre el suelo pero ella seguía llorando. Intenté tomar sus manos pero me alejó desesperada: ¿qué le ha hecho? ¿Por qué está así?—. Dame unos segundos, voy a quitarte esto.
Invoqué algunos gozos de apertura pero ninguno funcionó.
Oí los intentos enormes que hacía por no ahogarse. Su pecho subía y las exhalaciones chocaban contra la máscara, desesperándola más.
Kalmiya soltó un suspiro apenado. Saltó a otra estalactita y siguió columpiándose:
 ¡Sabnock, maldito seas! — se reprochó a sí mismo—. ¡Ves la terrible desesperación de la Madre e Hija! ¡Responde ahora mismo, ¿con qué condenados martirios has sellado esa cosa?!
  Le está faltando el aire — murmuró Seir, y Nanael terminó por colmarme la paciencia:
— Igual no morirá — dijo tranquilamente—. La sensación de asfixia es solo eso: “una sensación”. No va a matarla.
No va a matarla…
  ¡¿Acaso no la estás viendo?!— ¿Verla sufrir ya no era bastante? No podía creer que Nanael me dijera algo semejante—. ¡Quítale esta cosa, Kalmiya! — exigí nuevamente.
 ¡¿Y crees que no quiero hacerlo?! ¡Pero el maldito de Sabnock se niega a responderme! — Aspiró grandes bocanadas de aire y después clavó el ojo escarlata y violeta sobre mí, fijamente—. ¡Tú lo único que quieres es “dártelas” de héroe con ella, ¿verdad, bastardo?! ¡¿Crees que no recuerdo cómo te encontré a su lado?! ¡Aprovechando tu sucia cercanía para corromper su perfecta esencia con tus asquerosas caricias! ¡NO TE AYUDARÉ! ¡NO TE AYUDARÉ! ¡TÚ SOLO QUIERES SER COMO EL SOBERBIO RELÁMPAGO! ¡QUERIENDO SER ALGO QUE NO ES!
  ¡ABRE ESTA MALDITA COSA, KALMIYA!
  ¡NO LO HARÉ SI ES PARA QUE TE CONGRACIES CON ELLA!
  ¡ANIEL!
No pude aguantarlo más. Salí despedido, dispuesto a atraparlo pero él desapareció frente a mis ojos y reapareció colgando de otra estalactita, riendo animosamente.
  Aniel, ¡vuelve aquí! ¡Los Phaxsi llegarán en cualquier momento! ¡NO NOS CORRESPONDE ELIMINARLO! ¡LA MÁSCARA ES INDEFENSA!
  ¡¿ACASO NO VES QUE SE ESTÁ AHOGANDO?!
  ¡ELLA NO-PUEDE-MORIR! ¡ENTIÉNDELO!
¡PRAAM!
El vaisiux lanzó un gozo de detonación. Giré en el aire, justo a tiempo para esquivarlo.
Aterricé sobre una de las rocas del frente, respirando agitado: es veloz.
 ¿Cuánto más iba a durar su pantomima? — reclamó con sorna y de repente tuvo como un ataque, porque el cuerpo le vibró y después una carcajada prolongada brotó de su boca—. Han mantenido su absurda mentira por trece años: ¡trece odiosos años humanos negándole la verdad sobre su existencia! ¡Trece! ¡Pero yo, plenamente fiel a Crocell, le mostraré partes que…! — Entonces el cuerpo volvió a vibrarle, y un espantoso grito salió de su pecho.La cabeza se le torció tanto que por un momento pensé que se le separaría del cuerpo—. ¡CÁLLATE YA, KALMIYA! LO QUE USTEDES TIENEN AHÍ NO ES UNA NIÑA HUMANA, ES SOLO UNA SIMULACIÓN. ¡Y AHORA VOY A ENCARGARME DE ELLA!
Entonces con la boca completamente abierta y un chillido amenazante, se lanzó hacia el frente, completamente enloquecido.
  ¡NO! — exclamé y conseguí retenerlo por uno de los miembros.
  ¡SÚÉLTAME, MALDITO ÁNGEL CUSTODIO! ¡SUÉLTAME!
Comprobé que tenía muchísima fuerza y de soltarlo, terminaría avecinándose con todo su peso sobre ella.
  ¡Es Sabnock! — gritó Seir e invocó una barrera de protección delante de él y Albania. Nanael apareció junto a ellos y la reforzó rápidamente—. ¡No he oído de Kalmiya, pero Sabnock es de temer! ¡Es muy peligros…!
  Te conozco: eres Seir, príncipe regente de las filas de Decarabia —  exclamó salvajemente. Me aferré al miembro del que lo tenía capturado con todas mis fuerzas, y empecé a sentir que los dedos me quemaban: ¿qué es esto? ¿Piel nociva?—. ¡TRAIDOR A LA ESTIRPE! ¡MALDITO SEAS! ¡A FAVOR DE UNA CAUSA TAN REPUDIABLE COMO LA CREACIÓN DE ESTA MALDITA…!
  ¡Stein detonium!  —gritó Nanael y lanzó una enorme piedra a toda velocidad para inmovilizarlos; pero el vaisiux abrió la boca y se la tragó completa.
  ¡DEVUÉLVEME MI FORMA ORIGINAL, MALDITA PERRA!
  ¡CÁLLATE! — bramé fuera de mí.
Seir, abajo, trataba de controlar a Albania que temblaba del terror, aún sin poder respirar por el bozal.
 ¡Tantum pengesë! — invocó Nanael para alejarlo de mí pero no hizo efecto—. ¡Maldita sea, no tengo nada de energía!
Trató de ayudarme a retenerlo, pero uno de los miembros traseros se alargó, salió disparado en su dirección y lo golpeó con tanta fuerza en el pecho, que lo lanzó contra otro de los muros de la caverna
  ¡Nanael!
¡BROM!
Cayó violentamente sobre la superficie. Vi claramente que Seir iba a ayudarlo, pero le grité que ni se le ocurriera dejar a Albania.
  ¡Protegiéndola más a ella que a tu propio hermano! ¡¿Qué clase de hechizo ha lanzado sobre ti la aberración que crearon los dementes seguidores de Crocell?!
  ¡NO ES UNA ABERRACIÓN!
  ¡¿Entonces qué es, hermano portador de la pureza excelsa?! — Sentí los miembros viscosos deshaciéndose de mi agarre. Nanael, abajo, se puso de pie y empezó a dibujar un gozo de doble captura: dame tiempo, escuché en mis pensamientos—. ¡Es tan absurdo que tú no lo comprendas cuando hasta ella parece haberlo hecho! — ¿Qué? —. ¡LLORA PORQUE LE DA ASCO SABER LO QUE GUARDA DENTRO DE ELLA!
  ¡ANIEL! — oí de Nanael, pero fue demasiado tarde. Sentí un golpe atroz en el abdomen y después la dureza del muro sobre el que impacté.
Caí bruscamente al piso, tratando de acostumbrarme a la horrible sensación de asfixia después del golpe.
Asfixia…es horrible…horrible…
¿Cómo estará ella?
 ¡ANIEL! — gritó ahora Seir.
Elevé la mirada y me topé con los ojos del vaisiux que venía corriendo hacia mí, empleando sus ocho miembros grotescamente y dispuesto a lanzarse con todo su peso. Seir apareció delante de mí y trató de detenerlo, pero de un solo movimiento lo quitaron del camino y fue estrellado contra la pared de rocas. Invoqué una barrera rápidamente, pero en ese momento noté el brusco cambio.
Me dio una última sonrisa, los ojos le brillaron peligrosamente. Giró hacia la derecha y…
 ¡A ELLA NO! — grité al comprender el cambio de ruta.
Me movilicé todo lo rápido que me permitían las piernas bajo el martirio de extenuación que había alrededor de toda la caverna. Comprobé que iba a embestirla sin piedad, con todas sus fuerzas, así que cerré los ojos e invoqué parte de la energía de mi  atributo trascendental.
¡PAAM!
 ¡Dé-déjala!
Sentí el impacto del cuerpo contra el mío. El vaisiux se veía flexible, pero a la vez su composición era increíblemente dura.
Tosí un poco: sentí algo de sabor metálico expandiéndose por mi boca. Es verdad: sigo materializado y en mi forma humana. Estoy sangrando.
Entonces retrocedió con la misma rapidez, dio un giro en el aire y volvió a lanzarse contra ella.
 ¡NO! — exclamé atrapándolo.
Cada parte de mí que tocaba el cuerpo del vaisiux me quemaba. La sangre en mis labios me dejó pensando en cuán frágil es el ser humano, que al menor daño va por la vida dejando pequeñas gotas escarlata.
 ¡Deja de entrometerte, maldito ángel!
 ¡Dé-déjala! — Lo retuve con todo el peso de mi cuerpo. Oí a Nanael lanzando otro gozo, pero se desvaneció sin ninguna dificultad.
  Ambos están muy débiles como para hacerme frente. —  añadió el vaisiux y sentí uno de sus miembros atrapando mi tobillo—. Y tú hasta has usado parte del atributo trascendental que ningún ser se atreve a usar por temor a perder su inmortalidad. —  Nanael me observó, sorprendido, y me recriminó por haberlo hecho—. Y a lo mejor ustedes necesitan un escarmiento semejante a lo que yo “padecí”, para que por fin comprendan lo que se siente ser uno y dos a la vez. ¿Sabes qué significa “reconfigurar”, ángel?
Recordé bruscamente la primera charla que tuvimos con Caila:

»—Mithra fue uno de los hermanos ángeles que se secuestraron para el experimento. Lo hallamos desmembrado y con algunas partes reconfiguradas.

Forma alterada: partes uniéndose con otras que no les correspondían.
Traté de soltarme del agarre pero no lo conseguí. Cerré los ojos, buscando transportarme pero no me moví ni un ápice.
 Juntos son demasiado poderosos, pero en este momento son nada.
En ese preciso instante dos cosas sumamente extrañas sucedieron: el espacio se tornó blanco, como si hubiesen encendido una luz intensa en una pequeña habitación, y volví a quedar ciego, como cuando se llevaron a Albania. Y una espantosa melodía empezó a resonar alrededor; oí a Nanael quejándose por lo terrible que sonaba.
¡No! ¡Está aprovechando nuestras fuentes de poder y usándolas en nuestra contra! ¡A mí con la luz, y a Nanael con el sonido!
Oí a Seir lanzar un martirio de ofensa, pero al instante escuché un impacto y después algo parecido a varias rocas cayendo.
 ¡SEIR! — grité en medio de las pocas manchas borrosas que distinguía.
 Todos los aquí presentes estamos materializados. Exactamente en la condición en la que los experimentos se llevaban a cabo…  — escuché del vaisiux—. Exactamente la condición en la que me obligaron a permanecer a mí cuando me atraparon.
  ¡ANIEL!
— ¡NO LA DEJES, SEIR! — bramé. Oí un grito de Nanael en medio de las notas disonantes que seguían resonando alrededor. Entrecerré la mirada ante las manchas borrosas que estaba alcanzando a vislumbrar, y después un alarido más llenó el lugar.
¡Nanael!
 Este brazo lo tienes roto, ¿verdad? — oí —. ¿Qué pasaría si este simpático miembro que ahora es completamente inútil… es reemplazado por otro que sí funcionara bien?  — Volví a escuchar a Seir invocando un martirio de ofensa, pero esta vez sonó algo parecido a un golpe y después otro grito de dolor: ¡Nanael!—¡O mejor aún! ¡Por una pierna, o el cuello! Después de todo, a Kalmiya y a mí nos hicieron lo mismo.
Y escuché algo siniestro: como un siseo pujante y violento.
Las manchas borrosas empezaban a vislumbrarse mejor. Enfoqué la mirada y comprobé que dos de los miembros del vaisiux se movían frenéticamente de arriba hacia abajo, dándole la apariencia de una especie de cuchillas extremadamente rápidas.
Oí a Nanael soltando un grito, a Seir lanzando un último martirio. Iba a tratar de lanzar uno yo mismo, pero no pude detener mi voz.
Sentí un dolor agudo en la pierna derecha y después el alarido que traté de contener salió completamente frenético.
¡¿Qué es esto?! ¡Nunca había padecido un dolor semejante!
Traté de escapar pero no conseguía moverme, el dolor agudo seguía subiendo y el horrible sonido del siseo pujante taladraba todo alrededor.
 ¡Aniel!— oí de pronto y todo mi ser se removió, inquieto, cuando reconocí la voz—. ¡No le hagas daño!—  Y después una enorme cantidad de viento se desató furioso—. ¡A ÉL NO! ¡A ÉL NO!
Traté de observar alrededor, pero las manchas difusas no me daban ninguna forma definida. Oí chillidos, gritos y la fuerte ráfaga de viento silbando con más furor.
 ¡ALBANIA! ¡ALBANIA, OCÚLTATE! — bramé, esperando que me escuchara porque no veía nada y ni siquiera podía ubicar su posición. Escuché al vaisiux cantando estrepitosamente...
...y después el espacio vibró con furia.
 ¡¿Cómo puedes hacerme esto, Madre e Hijaaaaaaaaaaa?! — escuché y temí por ella.
 ¡NO LA TOQUES! ¡ALBANIA! ¡ALBANIA!
Traté de buscar una forma de recuperar la visión completa, pero solo vislumbraba figuras retorciéndose,  gritos llenándolo todo…
…y de repente una risa explosiva rellenó el lugar. El sonido me abrumó, porque se me hacía tan conocido…
No, qué… ¿qué es…?
Oí más gritos desesperados, y después percibí un olor metálico.
 ¡NOOOOOO!
Un alarido desgarrador y agudo rellenó todo y fue a tal extremo que por un instante me aturdió tanto que todo alrededor perdió sonido. Escuché pasos corriendo descontrolados, la cueva retumbando con violencia, impactos funestos y más gritos repletos de dolor.
¿Qué…? ¿Qué está pasando?
Las manchas difusas empezaron a perderse. El mismo martirio de extenuación de alrededor empezó a evaporarse: ¿qué pasa? El vaisiux parece estar quedándose sin energía.
Avancé a trompicones. Parpadeé y entonces poco a poco el lugar empezó a hacérseme distinguible: muros de piedra, las esferas azules que rompían la oscuridad con sus cuerpos luminosos, la fogata en la que el vaisiux había estado tan concentrado antes de que llegáramos.
Bajé la mirada y comprobé que mi tobillo estaba sangrando. Comprendí el dolor anterior: el vaisiux había tratado de, literalmente, mutilarme la pierna.
Logré visualizar a Nanael frente a mí, de rodillas y con el brazo roto colgando sin fuerzas. Observaba en mi dirección, con una expresión en el rostro que no supe descifrar y a su lado, Seir me contemplaba igual de conmocionado.
Iba a preguntar qué estaba sucediendo, pero no necesité más explicación, porque oí una carcajada sumamente conocida: entre juguetona y altanera. Y cuando giré para ver de dónde provenía…
…me quedé de una pieza.
 No vas a tocarme nunca más — dijo la figura soberbia, con el vestido de hada estropeado y el cabello desordenado —. No es lindo de tu parte que trates así a los demás, ¿verdad que no?
El bozal que antes la cubría reposaba a un lado, completamente destruido.
¿Qué…? ¿Pero cómo…?
Caminaba encantada de un lado para otro, con las manos manchadas con algo que parecía líquido oscuro; mientras balanceaba algo entre sus brazos y no dejaba de sonreír, embelesada.
Eso… ¿eso acaso no es…?
 Eres…eres una maldita perra — oí del vaisiux jadeante.
Comprobé que estaba tirado en una esquina, débil y muy maltrecho.
Todos los golpes que oí en medio de mi ceguera…parecía que habían sido dirigidos hacia él.
 Disculpa, ¿una qué? — preguntó inocentemente ella…
…para después aparecer frente a él y romper a reír con fuerza. Lo miró, le sonrió, y…
 ¡ALBANIA, NO! — grité, pero fui demasiado lento. Los ojos se me abrieron de par en par, frente a la frialdad para realizar la labor y seguir riendo encantada, como si nada pasara.
Ella lo había tomado por uno de los miembros, y como si fuera del material más suave del mundo, se lo arrancó con toda la destreza que pudo. Entre delicada y temeraria, con un movimiento certero y sin vacilación alguna. Lo elevó en el aire para observarlo, risueña, y después empezó a balancearlo como si se tratara de un juguete nuevo.
 No vuelvas a decirme perra, cosa horrorosa — sentenció y después rompió a reír, divertida. Dando vueltas con su juguete nuevo y con el vestido estropeado flotando por completo.
El vaisiux escupió algo de líquido oscuro por la boca. Rió entre dientes y después, para mi pasmo, volteó a verme, satisfecho:
  Se lo dije a Kalmiya…y ahora te lo repito a ti — musitó entre jadeos. Los dos miembros que le habían sido arrancados habían dejado sendos agujeros en su cuerpo, de los que brotaba más líquido viscoso y oscuro—. Esa cosa no debió nac… ¡AGGRRR!
  ¡NO! ¡ALBANIA!
  ¡ANIEL, NO ES LA NIÑA! — bramó Nanael.
Ella se había abalanzado sobre el vaisiux con una velocidad que jamás había visto en toda mi existencia, y con el cabello flotándole y las risitas detonando de tanto en tanto, lo atrapó por el cuello con las delgadas manos y empezó a estrangularlo.
Cerré los ojos y aparecí junto a ellos. Nanael hizo lo mismo, buscando detenerme; pero conseguí esquivarlo.
¿Quién era ella?
 Se siente horrible no respirar — le dijo con la voz suave con la que solía hablarme de sus obsequios, de las nuevas melodías que había aprendido en el violín. Con esa misma voz con la que despertaba, pidiendo que alejara a los ojos rojos que tanto la atormentaban—. ¿Lo sientes?
  ¡Albania, basta!
Traté de tomar sus brazos pero sentí algo parecido a un chispazo que me impidió hacerlo.
Estaba protegiéndose a sí misma.
  ¡Albania!
  ¡Ella no es Albania, Aniel! — exclamó Nanael.
  ¡¿Te gusta la sensación de asfixia?! — sentenció risueña; y después la sonrisa se le congeló—: ¡Porque a mí no!
Las manos se veían delicadas, pero evidentemente la fuerza que estaba empleando era una descomunal.
—  ¡Albania, suéltalo!
— Ruhe somnium… — oí de pronto. Nanael tenía los ojos encendidos: gozo de sueño—…presta invoca…
  ¡NO! — gritó ella de pronto, y entonces una enorme ráfaga cruzó entre nosotros—. ¡No te atrevas a dormirme!
¡BROM!
Nanael salió disparado contra uno de los muros. Su cuerpo se hundió en la dura roca, para finalmente deslizarse, sin fuerzas.
 ¡Nanael! — exclamé al ver que no se puso de pie. Seir se acercó rápidamente a él; me observó, turbado—. ¡Albania, ya basta!
— Te…te…te lo-lo di-dije… — balbuceaba el vaisiux débilmente—. E-es…pe…ligro…sa.
  ¡ALBANIA! — Volví a tomarla por los brazos pero sentí el chispazo incómodo nuevamente entre los dedos. Ni Nanael ni Seir ni yo habíamos podido con el vaisiux, y ella estaba a punto de asesinarlo—. ¡Albania, no!
 ¡DÉJAME! — me gritó y una nueva ráfaga de viento apareció. Invoqué un gozo de consistencia y me planté en mi lugar—. ¡DÉJAME!
Recordé bruscamente cómo lloraba cuando Corín la lastimó en aquel cumpleaños. Cómo trataba de ocultarse de las miradas y después, cómo en su habitación lloró sobre mi hombro, exigiendo una respuesta con respecto a lo que era tener una familia. También lo mucho que le apenaba ser culpable de algo; y sus infinitas ganas de disculparse después de algún berrinche con su abuelo o con Nuna.
Albania era una niña sensible… ¡ella jamás haría algo así! ¡Ni siquiera podía matar una mosca por muy molestosa que fuera!
¡Si dejo que esto suceda, ella nunca lo superará!
— ¡ALBANIA, BASTA! — ordené firmemente. Volteó a mirarme, bajo los jadeos débiles del vaisiux —. ¡Basta, termina con esto de una vez! ¡Te lo ordeno!
 ¿Entonces debo apresurarme? — me preguntó fría y radiante a la vez. Abrí los ojos, sin creer que pudiera estar siendo testigo de una transformación semejante; y después se enfocó nuevamente en él—. El odioso ángel de los ojos de sol me pide rapidez, cosa horrorosa, así que…
Los dedos se cerraron con más fuerza; la boca del vaisiux se abrió y la lengua repleta de agujas se asomó, débil.
Fue más de lo que pude tolerar.
 ¡SUÉLTALO!
Revestí mis manos con un gozo de inmunidad y conseguí atrapar sus muñecas. El vaisiux consiguió arrastrarse lejos, detrás de una roca mediana. Entonces ella volteó a observarme, con los ojos llenos de indignación, y después empezó a removerse, inquieta.
  ¡Suéltame! ¡Suéltame!
  ¡Cálmate! ¡Cálmate, Albania! ¡Soy yo! ¡Aniel!
  ¡DÉJAME! ¡DÉJAME O SI NO…!
Nanael apareció junto a mí. No me atreví a verlo a los ojos; sentía que repetiría lo mismo que acababan de decirme: te lo dije.
 Tranquilizante, gozo de sueño — me indicó. Asentí sin soltarla a pesar de que ella seguía pataleando y forcejeando conmigo.
Debo admitir que me dolió más verla tan descontrolada, que la misma fuerza con la que estaba clavando sus uñas en mis manos, arrastrando piel consigo.
Se removió, inquieta, y no me quedó más remedio que abrazarla con fuerza
— ¡Déjame! ¡No quiero!
  Ruhe somnium… — inició Nanael.
  Ruhe somnium — repetí devastado. Sentí los golpes sobre mi pecho, buscando liberarse.
 ¡SUÉLTAME! ¡¿POR QUÉ LO AYUDAS?! ¡ÉL SOLO ME LASTIMÓ! — chilló enloquecida—. ¡DÉJAME! ¡DÉJAME!
  Presta invoca…
 …presta invoca…
Los ojos preciosos me miraron, repletos de rencor.
 ¡ERES IGUAL A TODOS! — me espetó y me dolió muchísimo más de lo que pensé; más al verla llorar desesperada—. ¡IGUAL A TODOS! ¡IGUAL A TODOS!
 Praecipio.
 Praecip…  — pero no pude continuar, porque sentí la pequeña boca rozando una de mis manos, como todas las veces que quiso regalarme sus besos…
pero esta vez el roce vino acompañado con furia y frenesí; porque sentí los dientes clavándose con tanta fuerza sobre mi piel, que por un momento pensé que igual que con el vaisux, me arrancaría la mano.
No me importó: a lo mejor es el precio que debo pagar por no haberla protegido.
Vi algo de sangre recorriendo mi muñeca y manchando los labios rosa. Los ojos grises, verdes, tal vez pardos destellaron: la mirada de niña por un segundo se perdió.

Eres igual a todos…

  No lo soy — le respondí—. No soy igual a todos…
Los ojos furiosos me observaron fijamente; no pude contra ellos. 
  …y tú tampoco eres lo que todos creen que eres.
Ella no es un monstruo, y a lo mejor peco de loco o de estúpido, como repite siempre Nanael; pero no puedo evitarlo.
Alguien que repite con tanta facilidad cuánto ama la luz del sol y el color de las flores, alguien que se emociona por oír a un ciselo cantar o porque hay chocolate caliente para el lonche, alguien que ama con tanta sinceridad y toca un violín con el sentimiento con el que ella lo hace no puede ser un monstruo. Diga lo que diga el mundo entero.
Entonces me miró sorprendida, la fuerza de la mordida disminuyó…
…y un sollozo se asomó por la boca, manchada de sangre pero con evidente arrepentimiento:
  Aniel… mi Aniel, ¿qué te he hecho?
Albania…


¨°*°*°*°¨

SEIR

Aún no podía creer lo que mis ojos habían visto.
Cuando creí que estábamos completamente perdidos porque yo había sido inmovilizado, y Aniel y Nanael estaban aprisionados por el vaisiux a punto de ser cercenados; algo que nunca había visto en todas mis vidas sucedió:
 ¡Aniel! — gritó la niña a pesar de traer aquel bozal que silenciaba hasta al más poderoso de los demonios y se puso de pie, pasando por lo alto lo pesado que era—. ¡No le hagas daño!—  repitió y entonces, para mi sorpresa, tomó ambos lados de la cubierta y como si se tratara de cualquier cosa, logró romperlo solo con sus manos—. ¡A ÉL NO! ¡A ÉL NO!
Una gran cantidad de viento sopló, como acompañando el pedido, y lo que vino después me asombró aún más porque era casi imposible de creer.
Esa niña que tan indefensa se veía…
había logrado desmembrar al vaisiux solo usando sus manos.
Nunca había visto semejante rapidez y dominio corporal. Se movilizaba casi como si flotara en el aire, y de la nada rompió en risas juguetonas que solo hacían de la escena una aún más aterradora. Sabnock y Kalmiya trataron de defenderse, pero no fueron rival para ella.
Nanael trató de calmarla y obtuvo más de lo mismo: lo lanzó lejos, como si se tratara de un insignificante muñeco de trapo, y lo dejó tan o más magullado que al mismo vaisiux.
Por todas las creaciones, ella realmente tenía un poder impresionante.
Aniel trató de contenerla antes de que se deshiciera ella sola del vaisiux (que corrió a refugiarse), y Nanael consiguió ponerse en pie y fue en su ayuda. Vi claramente cómo elaboraban el gozo tranquilizante, cuando ella explotó y no tuvo mejor idea que atacar, esta vez, a Aniel.
  ¡No! — exclamé, pero aun así ella le clavó los dientes sin ningún tipo de miramientos.
Pensé que ya era lo último, pero entonces no sé qué le dijo Aniel, que de la nada se vio muy sorprendida y después rompió a llorar, abatida.
Por un momento pensé que podría tratarse de una treta, pero cuando la vi pegando la mano de Aniel junto a su mejilla y temblar desconsolada, no necesité mayor prueba para saber que se trataba de la niña.
Hace un rato la dominó algo insólito, impresionante, pero ahora solo se trataba de ella: una pequeña de trece años, completamente vulnerada.
Y que evidentemente no comprendía absolutamente nada.
Los Phaxsi aparecieron a través de un portal que se abrió violentamente: Rumilat pasó a la cabeza, aduciendo que la demora se debió a que había una barrera de camuflaje extremadamente fuerte que impidió la pronta localización.
  ¡SE LOS DIJE! — chillaba el vaisiux aún resistiéndose a ser apresado—. ¡ESA COSA ES UN ERROR! — Y la niña se refugió en el pecho de Aniel, con los labios aún manchados de sangre. Pude observarla de reojo y comprobé que estaba muy conmocionada: a lo mejor a causa de lo que había visto cuando llevaba puesto el bozal.
Las palabras del vaisiux la afectaban de sobremanera, y ninguno de los presentes parecía darse cuenta de que un martirio o gozo de silencio habría resultado más efectivo que cualquier otra cosa. Todos estaban más preocupados en atraparlo y repetirle que debía dejar de luchar si quería algo de indulgencia en su juicio (aunque era bien sabido que iba a ser ejecutado); que ni se percataban de los temblores extremos que atacaban a la niña cada vez que el vaisiux la mencionaba.
 ¡ABSURDA CREACIÓN SIN PIES NI CABEZA! — gritaba, y entonces me di cuenta de que estaba en un error, porque sí había alguien que estaba al tanto de lo duras que sonaban sus palabras—. ¡ES UNA ABERRACIÓN! — bramó, y la niña rompió a llorar, mordiéndose fuertemente los labios para que no la oyeran.
 No es una aberración — rebatió tranquilamente Aniel—. Claro que no es una aberración.
Los ojos de la niña se elevaron, repletos de lágrimas y también llenos de sorpresa:
 ¿Ah no? — se bufó el vaisiux. En la mirada de ella casi pude distinguir la misma pregunta: ¿no lo soy?—. Entonces, ¿cómo denominarías algo que nace desafiando todas las leyes de la naturaleza, portador de la pureza excelsa? Porque esa cosa ha nacido desafiando al Todo mismo, y a todas las leyes que ordenan los universos.
Los Phaxsi consiguieron sujetarlo con cadenas repletas de gozos protectores, pero aun así seguía riendo y gritando, enloquecido.
Aniel, lastimado, sangrante, más débil que nunca, pero a la vez seguro como no lo había visto jamás, sonrió amablemente:
 Algo que nace desafiando todas las leyes de la naturaleza, tú lo denominas aberración— comentó serenamente. La niña volvió a temblar ante la mención; comprobé discretamente que Aniel sujetó su mano con gentileza—. Yo, en cambio,prefiero llamarlo milagro…
Sé que sonará exagerado, pero estuve a punto de hacer algo tan poco inteligente como reír a carcajadas; porque aunque no fuera ni el momento ni el lugar, comprobé la virtud de Aniel por enésima vez.
Él era realmente amable…
Y, aunque suene aún más raro, su amabilidad con esa niña parecía tan pura y sincera que por un instante me supo a amor.
La comitiva de los Phaxsi se llevó al vaisiux; a mí me dijeron algo de “gracias por tu colaboración”. Aparecieron algunos Abdals, esa virtud llamada Caila, y todos empezaron a charlar con Nanael sobre las posibles consecuencias de esta situación: “la Original podría saber más de su existencia, hay que vigilarla con mayor atención. Tengan cuidado, estaremos siempre atentos”, fue todo lo que oí, en medio de una conversación breve y práctica que intentaron hacer discreta por lo que parecía ser la presencia “poco confiable” de la niña.
Todos y cada uno de los seres que estaban en este lugar eran miembros respetados por altas jerarquías angelicales. Algunos miembros de mi comunidad: uno que otro príncipe, contados reyes y varios marqueses, duques y condes también aparecieron. “Hablaremos de esto en una reunión, la presencia de un vaisiux suelto podría significar la existencia de otros más: esto nos concierne tanto a ángeles como demonios. El ente debe estar más vigilado. Aún debemos hallar a la primera humana que colaboró en esto”.

El ente…

Miembros respetados por ambos bandos; miembros reconocidos por su sabiduría y entereza…
…eran también miembros que no sabían lo que era “el tacto” y hablaban deliberadamente de una niña a la que denominaban “el ente” sin consideración alguna y teniéndola presente.
Pero a un lado…a un lado Aniel permanecía con ella en brazos y le sonreía, tratando de apaciguar su temor. Ella era el foco principal del asunto, pero aun así era ignorada por todos.
Por todos menos él.
 Y ahora nos iremos a casa, Albania — le susurró afectuosamente. Ella asintió, se refugió en el pecho que la consolaba…
…y tímidamente volvió a llorar.
A lo mejor sea arrogante y hasta cínico de mi parte, pero si pudiera hablar contigo en persona, Todo, te diría que de todas tus “hermosas creaciones”, la más perfecta es aquel que olvida quién es y decide simplemente no juzgar.Es más, creo que la palabra “decide” está mal empleada, porque hasta creo que Aniel lo hace de manera inconsciente. Su gentileza es genuina, su amabilidad, la más honesta. Su preocupación, la más leal.
No has hecho mejor cosa que ésa, Todo: entregarle a una creación como La Original, tan repudiada por muchos, un custodio tan genuino como el portador de la pureza excelsa, dispuesto plenamente a solo confiar.
A querer…y confiar.            
Porque eso es lo que un ser como ella necesitaba: sentirse amada.
Aquel día vi a la comitiva de los Phaxsi flotar en el cielo nocturno, llevándose al vaisiux que bajo ninguna circunstancia huiría de su ejecución; y por el otro lado a Aniel desaparecer con la niña en brazos y su hermano, Nanael, cuidarle la espalda. Llegaron a casa, me ofrecí amablemente a ayudar a arreglar todo el caos entre los humanos porque ambos estaban exhaustos. Los Abdals se encargaron de reacomodar la mente de cada humano testigo del “secuestro” de Albania Formerio; Drol Kohn, al que nunca he tenido la oportunidad de ver directamente, envió a uno de sus representantes y dio su permiso para detener el tiempo en lo que se trataba de buscar el relato que mejor se adaptara a la mente de cada humano.
Y después de que Aniel se encargara de tranquilizar a la niña y suministrarle algunos gozos tranquilizantes, el tiempo se puso en marcha otra vez. El hombre, Alcides, recibió a la niña con todo el amor que un padre le profesa a una hija perdida y hallada; y la mujer, Nuna, no dejó de llorar con ella entre sus brazos.
La historia fue más sencilla de lo que demoró en construirse: la mujer, Rudy, había secuestrado a la niña por un par de horas, tal vez en búsqueda de algún tipo de recompensa, y todos los símbolos empleados y los cuentos que narró en casa, fueron para ir preparando la escena de su crimen y darle mayor impacto al asunto. Al final se asustó tanto por las posibles consecuencias de raptar a una niña con su apellido, que la dejó ir en medio del bosque. Y después ella, gracias a un oficial que la encontró, pudo volver a casa por sí misma.
La niña, Albania, corroboró todo sin necesidad de mayor preparación: después de todo estaba muy afectada. Los gozos de Aniel ayudaron a restablecerla, pero aun así estaba alterada, temerosa, y algo que noté (y que Aniel también notó, por la expresión de su rostro) fue que cada vez que mencionaban la palabra “cosa” o “error”, ella temblaba completamente nerviosa y rompía a llorar, profundamente dolida.
Se lo atribuyeron al impacto del secuestro.
Debo admitir algo extraño: todos los ángeles que consiguieron rescatarla no le mostraron ni el más mínimo gesto de consideración; en cambio, los humanos que no habían conseguido demasiado por su misma condición de humanos frente a un suceso tan fuera de lo normal como la presencia de un vaisiux, resultaron más reconfortantes que cualquier salvador perfectamente adiestrado. La niña, después de tantas horas de análisis y exámenes a los que fue sometida bajo la atenta mirada de los Phaxsi y Abdals, recién empezaba a sentirse verdaderamente cómoda. Y cuando su nana, Nuna, la abrazó maternalmente, escuché un suspiro repleto de alivio brotando de su pecho.
Aniel tiene razón: esta niña siente como cualquier humano. No se merece el trato tan frío que suele recibir de los que supuestamente son más cercanos a su naturaleza. Porque aunque se nieguen a verlo, ella tiene algo de ángel y de demonio.
Me retiré silenciosamente, cuando la casa ya se hallaba sumida en una bonita comodidad. Vi a Aniel sentado junto a su cama mientras Nanael reposaba junto a la ventana, más taciturno de lo normal.
  Lo vi…vi todo — la escuché decir en un sollozo muy bajo, creyendo que nadie más la oía. Se cubrió el rostro con las cobijas; Aniel la detuvo por una mano, delicadamente.
Nanael más allá, solo desvió la mirada con reprobación.
 Para el abuelo, para Nunita, para Loi… — seguía reprochándose en voz sumamente baja—. Para todos ellos… ¿qué se supone que soy?
 Lo que has sido hasta ahora, bonita — escuché de él—. Su nieta, su hija, su mejor amiga…
 Pero para el mundo, para todos los demás… ¡para todos esos ángeles…! ¡Para Nanael…! ¡Y para ti! Yo soy… ¡yo soy…!
 Lo que seas para el mundo no tiene por qué preocuparte, Albania — le respondió en un susurro. Noté que afuera Nanael entrecerró la mirada, indiferente—. Y para mí…ya lo sabes; así que deja de atormentarte. Para mí…eres pura y sencillamente un milagro.
Sonreí mientras caminaba por Izhi, recordando aquellas palabras.
Un ángel…el ángel más puro de todos los ángeles. El ángel en cierto modo más perfecto, acababa de decirle “milagro” a “algo” que cualquier otro, inferior a él, consideraba una aberración.
La vida es tan irónica, por todos los cielos. Tan irónica…
A veces los más grandes no comprenden su grandeza, y es justamente por eso…
…que su grandeza es inalcanzable.



¨°*°*°*°¨

ALBANIA


Las pesadillas empezaron a hacerse más frecuentes; los temblores por las noches también: sentía que me observaban, que murmuraban a mí oído. El bosque seguía pareciéndome hermoso, pero ahora hasta sentía que los árboles bailaban entre la niebla Por un largo intervalo de tiempo me costó muchísimo superarlo, tanto que me apenaba de sobremanera ver a los ojos de cualquier persona. Y más si se trataba de Nanael o Aniel.
Sobre todo Aniel…
Fue difícil, no voy a negarlo. Fue muy difícil olvidar aquel pasaje de mi memoria. Recordaba a esa cosa llamada vaisiux poniéndome aquella horrible máscara, y después las terribles imágenes que me recorrían mientras su voz no dejaba de repetir que “así había nacido yo”.
¿Qué cosa era exactamente yo?

»— ¡ABSURDA CREACIÓN SIN PIES NI CABEZA! ¡ES UNA ABERRACIÓN!

Cada día el sueño era el mismo: las voces que gritaban diciéndome “aberración”, la presencia de esa cosa que vivía en mi interior, y después los ojos rojos ahora transformándose en violeta sin dejar de observarme. Mis manos desmembrando al ser llamado vaisiux, y después mis propias carcajadas llenándome de temor.
Ángel…demonio…humano…

¿Qué soy?

Tuve la “charla”, por decirlo de algún modo. Narré todo lo que había visto y Aniel trató de explicarme con la máxima delicadeza del mundo lo que sucedía conmigo. ¿Por qué yo no era como Loi? ¿Por qué no era como Corín? Empecé a entender por qué los jarrones se reconstruían cuando les pedía que lo hicieran; y por qué a veces escuchaba las voces de lo que la gente común solo llamaba agua o viento, y no Drol Yaccu o Drol Asirb, como yo los llamaba.
Era diferente, no era como ellos…
…yo no era humana.
Y era tan espantosa…
Nunca se lo dije a nadie, ni a Gremory a la que le contaba de todo, ni mucho menos a Aniel: yo había visto la figura de esa cosa que me hablaba por dentro y que, según esos seres llamados Abdals, se refugiaba en mi interior. Ella era enorme, más grande que cualquier construcción que hubiera visto en ninguna ciudad, y tenía miles de cabezas y brazos y piernas, así como eso llamado vaisiux.
Pensar en él al inicio me provocaba arcadas y enormes deseos de llorar, pero más adelante, cuando fui superándolo…se convirtió en algo peor.
Porque comprendí el porqué del inmenso odio que me profesaba.

»— ¡Vas a pagar cada una de las laceraciones a mi cuerpo, aberración!

Imaginé su dolor, su sufrimiento al momento de eso llamado “pruebas de fusión”. Me pregunto cuántos como él sufrieron igual y solo por crear esa…esa…
Esa cosa que guardaba en mi interior.
Si hay algo que he aprendido del abuelo, ha sido el hecho de fingir perfectamente que uno se encuentra bien cuando en realidad está completamente devastado por dentro. Él lo hacía para evitar preocupar a los demás, pero yo tuve que hacerlo porque ya no aguantaba las charlas interminables con Nanael que trataba de explicarme “objetivamente” que yo era algo así como un “contenedor”, y que debía mantenerlo informado de cualquier eventualidad que sintiera en mi interior.
En un momento comprendí que no podía. No podía contarle todo lo que sentía a Nanael porque su mirada me decía “te escucho pero no te entiendo”; y no podía decírselo a Aniel porque él…él…
Dios, me da tanta pena admitirlo.
Aniel era demasiado hermoso, siempre lo he creído; y después de ver la cosa horrorosa que había dentro de mí, sentí que no merecía ni mirarlo a los ojos.
Fueron meses interminables tratando de alejarme de él, de sus bellos ojos, de su cabello desordenado y de su boca con sabor a bombones de fresa. Fueron meses en los que decidí que seguir pensando en él era absurdo, por mucho que me hubiese encantado el primer y único beso real que recibí de sus labios.
A veces me sentía mal por anhelar, por desear, que volviese a besarme como aquella vez antes de que todo sucediera.
Y entonces los meses interminables trajeron a la primavera con ellos. Mi cumpleaños nuevamente se acercaba, los feos sueños eran constantes pero lo bueno de las cosas que se repiten es que se hacen costumbre; y eso pasó conmigo: me acostumbré a los ojos rojos y violetas, me acostumbré a la voz que gritaba y se reía a carcajadas en mi interior.
Me acostumbré a convivir con lo que realmente era.
Entonces sucedió una tarde, exactamente en la hacienda de los Gerdau. El abuelo nos llevó a Corín y a mí a conocer los animales que tenían en el campo, y mientras paseábamos observando las conejeras lo vi, fascinada.
 ¡Oh, señorita! Lamento el grotesco espectáculo — me dijo uno de los encargados, apenado. Trató de empujarlo con uno de sus pies hacia lo más profundo de la camita de paja, pero le pedí que no lo hiciera.
El abuelo me observó, curioso:
 ¿Qué sucede, hija?
 ¡¿Pero qué cosa es eso?! — oí de Corín, completamente asqueada. El hombre que los cuidaba soltó una risa nerviosa—. ¿Le falta una pata?
 Así es, señorita. Fue el último de la camada, nació casi muerto y encima sin una pata: desafió todas las leyes de la naturaleza —  el corazón me latió con fuerza: miles de recuerdos volvieron a mí—, y aun así decidió vivir.
Decidió vivir…
 ¿Qué harán con él? — pregunté con la sangre bombeándome las sienes.
 ¡Evidentemente matarlo! — exclamó Corín como si fuera lo más evidente—. Esa cosa es horrible… No existen los conejos con tres patas, es antinatural. ¡Una completa aberración!

Aberración…

Vi al pequeño conejo esponjoso, de pelaje blanco como las nubes, como las plumas de Aniel, y hermoso rostro. Las orejas y los bigotes eran preciosos, y ni qué decir de los ojos oscuros.
Ese conejo… ese conejo era igual de hermoso que los otros. Le faltaba una pata sí, y habían personas tontas como Corín que encontraban fealdad en un detalle mínimo como ése, pero él era hermoso. A su modo…era hermoso.
Como tal vez yo era.
 ¿Puedo conservarlo? — pregunté frente a la mirada escandalizada y burlona de Corín.
El empleado me miró desconcertado; el abuelo elevó una ceja, gentilmente sorprendido.
 ¿Por qué lo quieres, hija?
— Porque algo que desafía las leyes de la naturaleza no es una aberración — comenté profundamente trastocada. Observé de lejos a Aniel que siempre me acompañaba a todos lados, y ahora estaba fuera del criadero, paseando distraídamente bajo la luz del sol—. No es una aberración, es…es un milagro.
  Si lo quiere… será suyo, señorita.
Y ni bien tuve el pequeño cuerpo entre mis brazos, fue como sentirme a mí misma en los brazos de Aniel, después de saber toda la verdad acerca de mi existencia.
Aquel conejo era hermoso, hermoso a su manera; y si bien Corín lo encontraba desagradable, yo había conseguido verlo más bello que ninguno. Su belleza era aún más perfecta, porque no iba dirigida a todo el mundo…era para mí, porque yo la descubrí. Porque yo conseguí encontrar su hermosura.
¿Por qué tendría que alejarme de Aniel? ¿Por qué?
A lo mejor, como me sucedió con mi pequeño y esponjoso compañero, él también me encontraría hermosa.
Hermosa a mi manera. Hermosa a mi modo.
Hermosa no para todo el mundo…sino solo para sus ojos.
Pasaron los meses, aquel conejo que solo yo encontraba hermoso se convirtió en la mascota más preciada de toda la ciudad. Y ahí comprendí algo que había pasado por alto hasta ese momento, porque al parecer la gente me encontraba hermosa. Tan hermosa que fue sencillo compartir parte de la belleza que, decían, poseía,  con aquel conejito de tres patas que pasó a ser incluso más hermoso que cualquier otra mascota en todo Lirau.
Dicen que soy hermosa, muy hermosa…
Nuna también lo dice, los amigos del abuelo lo repiten, la tía Morgana se ríe cada vez que me encuentra curioso saberlo y Alexia repite que mi modestia parece un arma de doble filo. El insistente Tomas, algunos amigos suyos y hasta Darío Traugott constantemente me lo dicen.
“Para tener catorce años, sobrepasa a cualquier mujer que haya visto antes”, solía repetir.“Es como un ángel caído del cielo, señorita Formerio”.
Como un ángel caído del cielo…
Me observé en el espejo: dicen que soy hermosa. Muy hermosa.
A los catorce me decían eso.Ahora que tengo quince, ya lo comprobé según la prueba infalible de la tía Morgana:
Acabo de recibir seis pedidas de mano.



¨°*°*°*°


A lo mejor yo sola me emociono pero….SIENTO LA PRESENCIA DE ALEXIA MÁS CERCA QUE NUNCAAAA!! Y aunque suene rarazoooo, Morgana es uno de mis personajes favoritos y Alexia ya, sobrepasa mi simpatía <3

Puntos sueltos que debo poner sí porque sí:

  • ¡AMO EL ZAHIR! Si quieren imaginar de manera más cercana el asunto, podrían hacer una mezcla de Carnaval de Venecia, Carnaval Cajamarquino, los bacanales antiguos y con la perfecta y magistral Le Banquet de Yann Tiersen.
  • Albania ya tiene quince años. Ahh, me encanta cómo estamos viendo por intervalos de tiempo sus años más importantes.
  • Seir es….demasiado genial *-* (Tareeekk)
  • No crean que Nanael es mi personaje menos estimado o algo así, y por eso es así de severo con Albania; es simplemente que su manera de ver las cosas es así. Samin es completamente diferente, más abierto, más comprensivo, y creo que justamente por su “rigidez” es que él termina siendo mucho más accesible como calehim. 
  • Aniel no es perfecto…no lo es. Y creo que él mismo va a darse cuenta de eso a partir de ahora. Así como Nanael peca, por decirlo de algún modo, por su prejuicios; a lo mejor Aniel va a irse por el lado de la desobediencia, contacto físico… :
  • Y creo que Albania…justamente busca eso: “conocer sus imperfecciones”, porque eso significaría “conocer su lado más humano”.

Espero que hayan disfrutado del capi. Nos vemos en el siguiente ;)


»ɜ~ɛ~ɜ~ɛ«

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