ACTO I - Acto de contrición
HOLI!
Buenoooo, aquí me tienen con el que
vendría a ser el primer capítulo de Acto de contrición. La vez pasada les puse el señor prólogo, para que vean un
poco el porqué de la narración que empieza ahora. Empezamos oficialmente con
esta nueva etapa; y espero de todo corazón que puedan adentrarse en el mundo
que estoy creando con tanta ilusión. Vamos de a poco, porque aunque
conocemos ya a los personajes, es necesario que vean el nuevo contexto en el
que nos vamos desenvolviendo. Estamos viendo otra faceta de ellos. Alen/Aniel,
Samin/Nanael… Amber/Gremory, Sisa/Albania y tal vez otros tantos más.
No tengo nada más qué decir. Vamos al capi.
¨°*°*°*°¨
ACTO I
Boom-boom. Boom-boom. ¿Qué es eso?
Golpes sordos, internos, profundos, vienen
de mí mismo.
“Mí mismo”: ¿qué significa eso? ¿Qué está
pasando? ¿Por qué puedo escuchar todo esto?
¿Soy yo? ¿Es la voz de mi alma? Alma. Voz. ¿Qué significa voz? ¿Y por
qué estoy empleando estos términos?
Todo está oscuro. ¿Todo? ¿Está? ¿Oscuro? Definiciones vienen, definiciones van.
Oscuro no tiene significado alguno para mí, pero a la vez lo tiene. Oscuro es
abstracto, pero definible. Oscuro es cuando no hay luz.
No-hay-luz
No:
negación. Hay: existencia. Luz: brillante, permite ver.
¿Ver? ¿Ojos, vista?
Contemplar.
¿Qué
es todo esto?
Ayuda, ayuda.
Ayuda:
cooperación, contar con otro. Eso es “ayuda”.
Ayuda, ayuda…
Ayúdame, Nanael.
Palabras.
Se llamaban “palabras”, Aniel.
¿Palabras?
Código
lingüístico humano.
Palabras:
unión de vocales y consonantes,
con
significados otorgados por convención.
Palabras:
permiten la comunicación.
¿Comunicación?
¿Lo que tú y yo hacemos para
comprendernos?
No,
es algo diferente.
Se
requiere de “acción” más que solo de
“intención”.
Yo
te entiendo y tú me entiendes solo con desearlo.
Ellos
requieren
expresarlo:
con
voz, con letras, con signos, gestos, imágenes.
El
mecanismo está desatándose en nuestro interior
porque
a partir de ahora tendremos que emplearlo.
Es
el lenguaje humano.
¿Signos, imágenes?
¿Lenguaje humano?
Tranquilo,
es muy sencillo.
Solo
con el hecho de cuestionarte sobre él
ya
estás empleándolo.
Entiendes
mis “palabras”, ¿verdad?
Sí, las entiendo. Yo…
¿Está bien el emplear: “despertar”?
Así
es, estamos a punto de despertar.
Aunque
sería más práctico decir que ya lo estamos.
Despiertos. ¿Eso
significa que…?
Así
es.
Ella
acaba de ser creada.
Ella…
Nanael, ¿los escuchas?
Millones de almas intentan evaporarse.
El
término conciso es “gritos”, Aniel.
Hay
miles de seres gritando: hermanos ángeles,
hermanos
demonios, hermanos aliter,
hermanos
enola, hermanos Abdals,
hermanos
humanos.
Y
otros tantos más.
¿Gritan por ella?
No,
gritan por los que la crearon.
¿Por qué eso es “ella”?
¿Por qué no es “él”?
Parece
que su naturaleza
encaja
mejor con “ella” que con “él”. No lo sé.
Lo que custodiaremos es inmenso.
Tiene una enorme cantidad de poder.
¿Tienes miedo?
En
lo absoluto.
¿Y si pierde el control?
Sencillamente
lo aniquilaremos.
¨°*°*°*°¨
El Todo,
demostrando una vez más su magnificencia, los hizo brotar de un suspiro para
así contribuir con el equilibrio. En el momento de su nacimiento se nos fue
revelado a las cabezas de la jerarquía de los Tronos parte de su misión:
ángeles y demonios se rebelarían en contra del sistema adoptado, y crearían un
ser sumamente peligroso para todas las creaciones, capaz de quebrar todo
equilibrio. Aceptamos devotamente las palabras de nuestro Creador, y prometimos
custodiar su sueño hasta que se vieran obligados a abrir los ojos y vigilar
aquello que amenazaría con la paz de todos los universos.
Ese momento ha llegado: la fusión de ángeles y demonios ha creado un ser indefinible, denominada “la original, la única, el ente” para nosotros; y conocida por los hermanos rebeldes como “la Madre e Hija”. La única manera de combatir tamaña creatura ha sido destruyendo a parte de sus protectores, y encerrándolo en el cuerpo de una de las especies denominadas Hijos de la magnificencia. En el cuerpo de un humano el ser “mitad ángel mitad demonio” será más vulnerable, y sus capacidades originales se verán disminuidas. Vivirá sus vidas cíclicamente, como cualquier otro, y a medida que pasen las eras esperamos que su naturaleza destructora merme.
Ese momento ha llegado: la fusión de ángeles y demonios ha creado un ser indefinible, denominada “la original, la única, el ente” para nosotros; y conocida por los hermanos rebeldes como “la Madre e Hija”. La única manera de combatir tamaña creatura ha sido destruyendo a parte de sus protectores, y encerrándolo en el cuerpo de una de las especies denominadas Hijos de la magnificencia. En el cuerpo de un humano el ser “mitad ángel mitad demonio” será más vulnerable, y sus capacidades originales se verán disminuidas. Vivirá sus vidas cíclicamente, como cualquier otro, y a medida que pasen las eras esperamos que su naturaleza destructora merme.
Solo hay tres maneras para que fallezca: si opta por
sí misma encontrarse con la muerte; si la muerte natural, solo a la edad
perfecta de 99 años, viene por ella para así pasar a una nueva vida en un nuevo
cuerpo. O si ustedes creen necesaria su destrucción absoluta. El Todo los creó anticipando la naturaleza
del nuevo ser, y les entregó el poder para eliminarlo, pero también para elegir
hacerlo o no. El portador de la Pureza
excelsa lanzará el primer ataque para deshacerse de la prisión, e inmediatamente
el custodio de la Severidad y el castigo lanzará el suyo para la eliminación de
la esencia original.
En sus manos queda la tarea de velar por la armonía de
todos los universos.
El Todo los
creó visionando el panorama futuro, así que confiamos plenamente en su
sabiduría infinita.
¨°*°*°*°¨
ANIEL
Todo sucedió de
manera vertiginosa: demasiado veloz como para asimilarlo o explicarlo. Mis
oídos captaron el mensaje enviado por la jerarquía de los Tronos, e
inmediatamente sentí una especie de impulso que me gritaba: “despierta”.
Aún no veía nada,
solo escuchaba y sentía.
» Ya casi acaban — oí de Nanael.
Una lluvia de
imágenes me atacó: millares de seres cantando para encerrar a la criatura
abominable que habían creado los hermanos rebeldes. Tuve un destello fugaz de
su apariencia: enorme, monstruosa, con miles de cabezas, brazos y piernas pero
con un solo par de ojos.
Uno violeta y el
otro escarlata; resaltando su naturaleza antagónica.
Los cánticos de
las Armonías resonaban con la potencia de miles de tormentas:
estaban colaborando con el Ritual de encierro porque solo ellas podían
estabilizar algo tan desequilibrado como aquello. Las voces
de hermanos ángeles y todo el comité compuesto por Drols de todos los universos
también se distinguían, y juntos creaban un himno nunca antes escuchado. Podía
sentir la elevación de los seres sobrevivientes al contemplar la majestuosidad
del espectáculo. Abajo, por ejemplo, los humanos han de estar preguntándose por
qué el mundo se ve tan hermosamente triste el día de hoy.
Algo flota. No lo
veo pero sé que algo está flotando y
dirigiéndose al centro de los miles de círculos que hay en torno a la cosa
descomunal. Es…es el cuerpo material que nuestro creador, el Todo, ya había
preparado con anterioridad para la Original. Es humano, pero tiene mayor
resistencia que uno convencional.
Las Armonías siguen con sus cánticos.
Escucho a Drol Asirb silbando con fuerza: eso que en este mundo llaman “viento”
cruza el espacio.
Encerrada y
custodiada para evitar ser hurtada
» Vamos — me llama Nanael en medio del coro de voces.
» ¿A dónde?
» Al Mundo terrenal.
Manebit Clausum,
Mare i Filla
I tako da nema
svemir neravnoteža
Los ojos se me
abrieron de golpe solo para por fin comprender qué significaba “mirar”: distinguí los ojos violeta de Nanael, llenos de
absoluta calma. Una fuerte cantidad de luz nos rodeó y después tuve un vistazo
rápido del Vergel; de los casi
quinientos círculos alrededor de la Original conformados por miles de hermanos
ángeles, demonios, aliters y otros
tantos más que estaban dispuestos a colaborar con el Ritual de encierro. Y por
un suspiro de segundo el único par de ojos de la cosa titánica, antes de
cerrarse, se cruzaron con los míos.
Eran enormes,
llenos de demasiados sentimientos a la vez.
Por todas las
creaciones, ¿qué cosa es eso?
Pero antes de que
pudiera hacerme más preguntas, una intensa luz blanca me
enseñó el significado de “cegar”.
Cruzamos el espacio;
las voces que cantaban se apagaron y una gran cantidad de calor me rodeó. Fuego: es como si hubiéramos sido
despedidos dentro de una bola de fuego a algún lugar de todos los universos. Mi
esencia de por sí es cálida, pero aun así podía sentirlo.
Impactamos contra
algo y lo atravesamos sin dificultad: parecía ser una especie de barrera, a lo
mejor una capa. Y después algo indescriptible me embriagó: ¿aire? Sí, era aire…podía respirar… oler. Sentir como si mi alma se
alimentara al capturar esa cosa que denominan oxígeno.
Elevé la mirada y
entonces lo comprendí: estamos cayendo al mundo humano.
Aterrizamos en
medio de un oscuro y húmedo bosque.
Escuché algo
semejante a susurros, ssss-ssss,
cada vez más intensos, más rudos, y después impactaban contra una superficie
sólida y estallaban, rendidos. Aroma salado, inmensidad: eran olas chocando
contra las rocas y dispersándose ante el impacto. Sí, el océano está muy cerca.
Giro buscando a
Nanael pero en su lugar me encuentro con un joven alto, de cabellos rojizos
fulgurantes y ojos verde agua.
—
¿A dónde fue?
— pregunto con curiosidad. Me sorprendo al escuchar
mi propio ulular.
—
Soy yo, Aniel.
Adopta tu forma humana, por favor. — Parpadeo sin comprender: ¿él es Nanael?
¿Mi hermano de nacimiento?—. Sí, soy yo. Implica algo de energía pero es mejor
ir adaptándonos a esta forma. Sé sensato y haz lo que te digo.
—
¿Forma humana?
— insisto. Asiente, me dice que solo debo concentrarme y el proceso se llevará
a cabo sin problema alguno.
Mmm, concentrarme. Cierro los ojos: forma humana, forma humana, forma huma…
—
¿Mmm? — Me
sobresalto cuando un ligero cosquilleo se desliza por todo mi ser. Elevo los
miembros y me encuentro con algo que si no me equivoco se denomina—: ¿Manos?
Me
sorprendo al oír cómo suena mi voz empleando el lenguaje
humano.
Nanael
suelta un bufido:
—
Eres algo lento,
Aniel. Olvídate de esas cosas y apresurémonos. Siento la presencia de Caila muy
cerca.
Caila,
perteneciente a la jerarquía de las Virtudes. No la conozco directamente pero
sé de quién se trata.
Avanzamos
a lo profundo del espeso bosque. Oigo sonidos, percibo aromas, pero no puedo
emplear eso llamado “gusto”, mucho menos “tacto”. Una cosa es tomar forma
humana y otra es materializarse. Nadie me lo ha dicho pero sé que está
prohibido: no porque sea algo pernicioso, sino porque no es necesario. Y para
los nuestros aquello que no es “útil” no tiene por qué emplearse.
Observo
una rama por encima de nosotros: hay un nido. Aprovecho que Nanael está
demasiado concentrado buscando a Caila y trepo ágilmente, sin tocar
verdaderamente el roble, y me encuentro con dos curiosas criaturas. Son de
color gris, se ven esponjosas, y ambas reposan sobre lo que parecen ser tres
polluelos.
Les
dan abrigo: son los padres, y tienen plumas igual que yo en mi forma original.
Los humanos las llaman “aves”.
—
¡Aniel!
—
Sí, sí.
Bajo de un salto, caigo muy cerca de Nanael: su mirada
llena de reproche me divierte un poco.
—
No sé qué te da
tanta gracia— me dice con severidad. ¿Severi…? Bah, ya comprendí el asunto del lenguaje
humano así que es en vano preguntarme por todo—. Antes de que despertáramos te
sentí algo amedrentado, pero por lo visto ya estás mejor.
Amedrentado
—
¿Miedo? — repetí;
él asintió.
Sí, es verdad: antes de que despertáramos, en el sentido estricto de la palabra, sentía algo de temor.
Sí, es verdad: antes de que despertáramos, en el sentido estricto de la palabra, sentía algo de temor.
Ella…
Ella
acababa de ser creada. ¿Pero quién era ella? El nuevo escenario en el que
estábamos me había hecho olvidar por completo el centro del asunto.
Nanael
y yo estábamos aquí para custodiar a “eso” que los hermanos rebeldes habían
creado. La cosa gigantesca, amorfa, con un ojo violeta y el otro escarlata.
Me
sobresalto al sentir una nueva presencia. Nanael me detiene elevando un brazo: «Es Caila», me dice sin pronunciar
palabra alguna, «jerarquía de las
Virtudes. Actúa bajo el mandato de Uriel, el hermano gobernador del
futuro».
Una
mariposa blanca
se posa sobre el dorso de su mano. Sus alas despiden un
destello rosa pálido.
—
Caila, ¿no es así?
— se cerciora Nanael, y al instante tenemos a una joven mujer frente a nosotros.
Es extraño ver a hermanos ángeles con apariencia
humana.
Avanzamos
hacia ella. Baja la cabeza y se inclina ligeramente a modo de reverencia: me
apena un poco el gesto lleno de respeto.
Nos
observa con una especie de brillo en la mirada:
—
Por todas las
creaciones, Aniel, Nanael…
—
El saludo no era
necesario — replico algo incómodo.
—
Son únicos en su
clase, ¡claro que era necesario! No pensé que llegaría el día que viera a los
hermanos de nacimiento, hijos directos
del Todo: severidad y pureza creados al mismo
tiempo. Empleando términos humanos para describirlos, claro.
De
la nada oímos gritos ensordecedores; provenían
de alguna parte del firmamento.
—
¿Qué pasa? ¿Aún no
acaba? — pregunta Nanael.
— El Ritual de
encierro está por culminar y Crocell ya fue atrapado, pero aún hay hermanos
rebeldes que están luchando así que…
Observo
a Nanael de soslayo. Sé que está pensando lo mismo que yo: todo alrededor se siente extremadamente lúgubre. Es, sin duda, el
terrible ambiente que siempre dejan las batallas.
— Nadie pensaba que
todo iba a resultar tan duro—agrega Caila cuando una fuerte sacudida se
presenta: la superficie tiembla con brusquedad—.
Inclusive los humanos han sentido las trifulcas: en medio del caos se han
atrevido a pensar que era el fin de su mundo. Humanos cayendo muertos sin
previo aviso han cedido el paso a rumores sobre epidemias mortales. La tierra
temblaba, el cielo lloraba a mares. Relámpagos mortales se presentaban,
volcanes despertaban furiosos… He oído incansablemente la expresión de “se acerca
el juicio final: Dios, ten misericordia”.
Una
enorme cantidad de energía cae con poderío sobre uno de los árboles de allá al
fondo. Provoca que el enorme tronco se tambalee para finalmente derrumbarse de
costado con violencia. Se lleva unos cuantos más en su caída.
—
Esta parte del
mundo terrenal no se ha visto muy afectada, así que hemos decidido que la
morada de “la Original” circunde por estos lares.
La Original…
—
¿En dónde está ella? — pregunto. Caila se enfoca en mí:
—
En cualquier
momento Rumilat y una comitiva de los Phaxsi la traerán consigo.
—
¿Rumilat? — repite
Nanael desconcertado—. ¿Qué pasó con Mithra? ¿No llegaron a encontrarlo?
—
Acaban de nombrar
a Rumilat como nueva cabeza de los Phaxsi. Y sí, sí hallamos a Mithra pero…
El
rostro de Caila en este momento es de humano, así que sus facciones expresan
emociones. Puedo reconocerlas: confusión, aturdimiento; también algo de
tristeza y muchísima consternación.
—
¿Qué sucedió con
él?— insiste Nanael.
—
Mithra fue uno de
los hermanos ángeles que se secuestraron para el experimento. — Caila se
detiene; el cuerpo le tiembla—: Lo hallamos desmembrado y con algunas partes
reconfiguradas.
—
¿Reconfiguradas? —
repito sin comprender a qué se refiere con el término.
Me
apena haber hecho la pregunta porque Caila desvía la mirada, conmocionada:
—
La forma que poseía fue alterada por completo:
su cuerpo fue cercenado para tratar de unir partes con otras que no le
correspondían.
¿Qué…?
—
Lo siento —
murmuro apesadumbrado.
— Qué clase de
aberración es la que trataban de hacer los rebeldes — comenta Nanael enfadado.
Aberración
— Mithra fue
nombrado jefe de los Phaxsi a pesar de pertenecer a mi jerarquía, la de las
Virtudes. Todos estamos profundamente trastocados por la noticia. Ya no existe:
ni en materia, ni en esencia.
La
noticia me deja algo sorprendido, porque que hayan acabado con la existencia de
la cabeza de los Phaxsi confirma lo delicado de la situación. Nanael y yo hemos
permanecido dormidos pero ambos estamos al tanto del panorama: los hermanos
rebeldes atraparon a algunos de los nuestros y a demonios, en contra de su
voluntad, para las pruebas previas a la creación de “eso”.
— Y no es solo él.
Hay una fuerte cantidad de miembros desaparecidos; Azrael cree que debemos
darlos por ya no existentes.
Aguardamos.
No puedo afirmar con certeza cuánto porque apenas voy comprendiendo el concepto
de tiempo. El cielo se mantiene repleto de estrellas; poco a poco una nueva
cortina va deslizándose y tiñe todo de morado oscuro. Los gritos cesan, el mar
se calma. Caila se ausenta por un largo rato: la cabeza de las Virtudes la ha
invocado.
Ya
dejó de llover.
Planeo
sentarme junto Nanael que reposa bajo el tronco de un árbol, pero de repente
siento un chispazo recorrerme de la cabeza a los pies.
Observo
en todas las direcciones, aturdido; Nanael aparece junto a mí.
— ¿Lo sentiste?— me
dice impávido —. Ella está
cerca.
Antes de que haga cualquier pregunta miles de
estrellas cruzan el firmamento aún algo opaco. Por un momento siento la
presencia de un demonio muy cerca: a lo lejos distingo un caballo de pelaje
claro. No me preocupo porque no percibo ningún tipo de amenaza alrededor:
seguramente ha de ser de esos que se alimentan de la luz de las estrellas y
solo está de pasada.
Entonces yo también lo percibo. Mi ser entero se tensa
y algo presiona mis muñecas. Es la conexión con nuestra custodiada:
en este momento ya debe estar estableciéndose el vínculo con ella.
Si la Original fuera un humano común, Nanael y yo
tendríamos la labor de contabilizar sus acciones y clasificarlas en “desvirtuadas
y memorables” para que cuando el momento de su muerte llegara, se tomara en
cuenta su accionar en este mundo. Pero como ésta será su primera vida, solo
debemos enfocarnos en mantenerla “controlada”.
Sigo preguntándome cómo se verá.
El sol, como lo llaman los humanos, empieza a dejarse
ver por las colinas de allá al fondo. El viento sopla con fuerza solo para
anunciar la llegada de la comitiva de los Phaxsi. Diez lobos blancos se acercan
pisando las nubes, encabezados por Rumilat que trae las alas desplegadas. Es
uno de los pocos entre nosotros que posee figura humana como figura original;
aunque su rostro no tenga eso denominado boca y claro, tenga cuatro pares de
brazos.
Caila reaparece y se irgue completamente a la
defensiva cuando los recién llegados aterrizan con suavidad frente a nosotros.
Tiene miedo, lo que sin duda es normal: la Original era un ente que había
provocado pavor absoluto durante los pocos minutos que estuvo libre; su
presencia siempre iba a resultar perturbadora.
Rumilat da un paso. Ahora que veo bien, ha traído a
una humana en brazos y ésta, a su vez, sostiene un bulto junto a su pecho.
— Aniel, Nanael — nos
dice sin pronunciar palabra —. Aquí la
tienen.
— ¿Quién es ella?
— pregunta Nanael con hosquedad,
señalando a la mujer—. Se ve como humana pero siento algo diferente.
La aludida eleva
las cejas, baja de los brazos de Rumilat y sonríe. Ahora que lo pienso, tiene
los ojos de un color muy extraño: parecen grises, a lo mejor verdes o pardos.
Es un color que no tiene denominación en el Mundo terrenal.
—
Es una quimera —
respondí con seguridad. La humana me sonrió.
— ¿Una quimera?
—repitió Nanael receloso—. Nosotros no podemos crear quimeras; los únicos que
tienen esa capacidad son demonios.
—
Así es, Nanael, no la hemos creado nosotros. Gremory,
duquesa demonio, poseedora del pasado, el presente y el futuro, con una legión
de demonios a su mando y 130 tropas, fue
la que sugirió la idea y ella misma se encargó del moldeamiento.
— ¿Una demonio? —
soltó Nanael con desagrado. No se ve nada contento con el asunto.
Traté de pedirle
con la mirada que se relajara: total, todo ese asunto de sellar a la Original
no solo había tenido a hermanos ángeles detrás, sino también a otros seres,
incluido demonios, que no querían ningún tipo de desequilibrio en los universos.
— Ustedes son sus custodios, sí, pero la Original va a
vivir en el Mundo Terrenal, y para aprender a adaptarse necesita del cuidado de
“un humano”—explicó Rumilat—. Y ya que ustedes no serán de mucha ayuda con
respecto a eso, se optó por el empleo de una quimera.
— Mi nombre es Aura—
dijo la mujer con tranquilidad—. Y estoy al tanto de todos los cuidados que se
requieren para que ella crezca como
un humano más.
— Ha sido diseñada lo más parecida posible al cuerpo
material de la Original. De esa manera podría considerársele como un familiar.
Esta quimera podría hasta pasar como su propia madre.
Una quimera era,
por decirlo de algún modo, una imitación temporal del ser. Los demonios podían
hacer quimeras de cualquier ser en el universo, pero por no haber sido creadas
por el Todo desaparecían en poco tiempo.
— ¿Cuánto estará con
nosotros? — preguntó Nanael intuyendo mi pregunta.
— Me temo que no puedo responder esa pregunta. Pero lo
que sí puedo afirmar es que gracias a la colaboración de Gremory y las
Armonías, cuando esta vida culmine la quimera reaparecerá en la siguiente, y en
la siguiente, y así sucesivamente en todas las vidas de la Original. Aunque aún
no estamos seguros de cuánto sea su tiempo de existencia en cada vida.
— Eso significa que
en cualquier momento podría desvanecerse, ¿verdad? — me cercioré. Rumilat
asintió.
Vaya, eso significaba que nuestra custodiada tendría que
aprender a valerse por sí misma en algún momento.
— Por cierto, a lo
mejor quieran conocerla: aquí la tienen — dice la mujer, Aura, y descubre el
pequeño bulto que lleva en brazos.
¿Pero qué…?
Pierdo el sentido
de las cosas cuando aparece frente a nosotros un pequeño bebé humano. Cabe
perfectamente en los brazos de la quimera y está dormitando pasivamente.
Totalmente diferente al ser descomunal que vi hace un momento.
Elevo la mirada,
perdido:
— ¿Es…? ¿Es ella? — balbuceo sin creerlo. Aura
asiente con una ligera sonrisa:
— Es una criatura
preciosa — nos dice encantada. Rumilat y Caila reprueban el comentario con una
mirada—. ¿Qué? Es la verdad; tan pequeñita y frágil.
— Se ve indefensa
pero guarda dentro de ella algo monstruoso — apunta Nanael con hosquedad—. La vista es uno de los
sentidos humanos más ineficaces: tu creadora te ha hecho lo más parecida
posible a un humano, quimera. — Y su voz ha sonado tan
desdeñosa, que el bebé que trae la mujer en brazos se retuerce, frunce el ceño,
incómoda, y después un sonido agudo se escapa de la pequeña boca.
Eso es…
— ¡Oh, no, no
llores, pequeña!— dice Aura mientras la mece con suavidad junto a su pecho.
Eso
es “llanto”.
Es
lo que significa la palabra llanto.
El sonido es algo
extraño: agudo pero sin llegar a lastimar, y no sé si sea yo pero me estremezco
al escucharlo.
Nanael frunce los
labios, así que me parece que nos sentimos igual: no nos gusta oírla llorar. Y
no porque las notas sean irritantes, sino porque por dentro algo se quiebra.
Parece que el lazo
que nos une a ella como sus custodios ya se forjó desde hace un rato.
—
Shh, shhh, ya no
lloremos, ¿sí? — le dice la quimera poniéndola junto a su hombro—. Todo está
bien, preciosa.
Ella deja de llorar
y en ese momento abre los párpados. Primero observa con curiosidad hacia abajo,
por sobre el hombro de Aura; aprieta los pequeños puños para erguirse con algo
de dificultad y de repente sus ojos se cruzan con los míos.
Recuerdo
fugazmente que sucedió algo parecido en medio del Ritual de encierro: un ojo
escarlata y otro violeta enfocándose en mí; solo que esta vez no es así: ambos
comparten el mismo color extraño que tiene la quimera. La única diferencia es
que los de ella son más brillantes y
como apenas están viendo el mundo, están repletos de curiosidad.
Vaya, no puedo
creer que esa pequeña criatura sea lo mismo que vi hace un momento.
—
Y bien, ¿cómo la
llamaremos? — pregunta Aura sonriente. Nanael frunce el ceño:
—
¿Es necesario?
—
Debe tener un
nombre humano— ordenó Rumilat. Su voz
sonó como miles de truenos.
Se enfrascaron en
una charla en la que todo lo que escuchaba eran los rotundos “¡no!” de Aura que
rechazaba todas las opciones, y los suspiros hastiados de Nanael que
evidentemente habría hasta preferido llamarla solo “el ente”.
Yo, por otro lado,
estaba algo
confundido contemplando los
curiosos ojos grises, verdes, pardos, mirarme con interés. Alrededor toda
penumbra se había perdido y los tenues rayos del sol empezaban a mostrarme las
formas y colores del Mundo Terrenal.
Las hojas están
repletas del rocío que ha dejado la lluvia torrencial y se ven intensamente
verdes. Los árboles despiden humedad, y seguramente por allá atrás el océano ya
se ve más claro.
Junto a nosotros
pasa algo semejante a una mota de pelo marrón. Giro con curiosidad: se trata de un zorro. Me concentro un poco y
compruebo que este bosque está repleto de vida: hay animales, grandes,
pequeños, y otros casi imperceptibles a ojos humanos.
También hay plantas, de todas las especies, y además el aire y el agua están
muy presentes.
Eso sin contar la
luz del sol que llegó justo cuando Rumilat y los Phaxsi la trajeron.
Me enfoco
nuevamente en ella: se está
divirtiendo al observar sobre una rama a una pareja de pequeñas aves que se
sacuden las plumas algo mojadas. Entrecierro la mirada cuando suelta algo
semejante a un gorgoteo, y después algo diferente estalla y provoca que varios
pájaros alrededor acompañen el sonido con silbidos.
Risa.
Ella acaba
de reírse.
Nanael también lo
ha sentido, pero se ha limitado a observarla de reojo y después continuar en la
discusión de “no-puede-simplemente-llamarse-cosa”, que mantiene con Aura.
—
Titania — murmura
Caila: Rumilat, Nanael y Aura voltean a observarla—. Tal y como su naturaleza
misma. Aunque tenga esta apariencia en realidad es enorme; titánica,
descomunal…
Descomunal
—
Pero llegó con el
sol — se me escapó. Todos me observaron, incrédulos—. Llegó con el amanecer…
con el alba.
—
Aniel — murmuró
Nanael. Distinguí algo parecido a una advertencia en su tono pero lo ignoré.
Ella sigue
riendo ante el movimiento de los pajaritos, y entonces me pregunto si no
podremos hacer algo más que solo controlarla. A lo mejor la Original podía
convertirse en algo mucho más allá que una mera creación percibida solo como
abominación.
El
sol tenía el poder de carbonizar cualquier tipo de existencia, pero aun así se limitaba a “iluminar”.
Tal
vez podríamos hacer algo semejante con ella.
—
Albania — sugerí;
y algo extrañamente inexplicable sucedió.
El
pequeño ser que la humana traía en brazos sonrió.
Me sonrió.
—
¿Albania? — repetí
y casi pude sentir que le gustaba. Nanael también lo sintió.
Los
ojos llenos de curiosidad me observaron, contentos. Fue inevitable que
recordara el ojo violeta y el otro escarlata.
¿Cómo
pueden ser los mismos?
—
Pues a mí también
me gusta cómo se oye Albania, ¿verdad que sí, preciosa? — exclamó Aura. Ella volvió a reír, encantada.
Titánica,
pero acompañada por el sol: Albania.
—
Si con eso
terminamos la discusión, entonces que así sea — señaló tajantemente Nanael.
Albania.
Acababa
de conocer al motivo de mi creación.
Acababa de conocer al motivo de mi perdición.
¨°*°*°*°¨
Empezamos
oficialmente el universo de ADC: Nanael y Aniel son, por decirlo de algún modo,
Samin y Alen en sus primeras existencias: como los conocemos en Noches de insomnio tiene mucho que ver
con su primera estadía en el mundo humano, así que vamos a ver cómo cada
personalidad fue moldeándose.
Esto de
“mirar todo con otros ojos” realmente me emociona demasiado.
También ya tenemos un panorama
más claro de Aura, la “madre” de Sisa/Albania, y la conexión que ya existía con
Gremory *-* y bueno, por ahora Albania es apenas un bebé y realmente tengo
muchísimas ganas de contarles el proceso de “adaptación humana” por el que empezará a pasar, y como dije
arriba, no solo de parte de ella, sino también de parte de Aniel que se ve más
predispuesto a conocer el mundo que Nanael, así que no dejen de apoyar la
historia. Los primeros capis son cortitos siempre, pero comprendan que es para
pintarles el paisaje en el que nos vamos a sumergir para conocer a fondo a cada
personaje.
Por fin!!! Pobre Aniel es casi un bebé igual que Albania. Juntos van a descubrir al mundo y Nanael seguro será como su padre de ellos
ResponderBorrarCarlaaaa!! :D siii. Ambos están en igualdad de condiciones y eso es lo más chevere del asuntooo *-* vamos a explorar muchas cositas interesantes porque realmente quiero que disfruten esta historia tanto como yo <3 gracias por comentaaarrrr. Eres de las pocas que no olvidan lo importante que son los comentarios ;) graciaaaaaas.
BorrarBesitooosss!!