ACTO IV - Acto de contrición
Siento la demora. En fin, escribir este capi me
ha gustado de sobremanera, porque en una parte narra un personaje del que
sabíamos algo en Noches de insomnio y que la mayoría detesta y por
primera vez ha tomado un papel más activo: veremos algunos de sus rasgos más íntimos y su perspectiva sobre el mundo. Y otro del que ya he estado lanzando
pistas aparece por fin (es una rata pero me cae bien).
La lista con las canciones que propongo para el capi está aquí:
¨°*°*°*°¨
ACTO IV
ALBANIA
Estuve echada sobre la hierba mucho tiempo,
¡muchísimo! Ya ni siquiera sabía qué hora era.
El arroyo me devolvía mi reflejo: lograba ver un
poquito de mi cabello y de mis ojos. Nunita siempre dice que tengo los ojos
preciosos y que soy muy bonita.
Bonita…
Estiré un brazo y lo hundí sobre el agua; estaba tibia
porque hoy hacía mucho calor. Según Sorel cuando hace mucho calor por la
mañana, por la noche llueve porque el agua se ha evaporado en el río y en el
mar o algo así.
Maltés estaba
ladrando contento por detrás. Giré de reojo, qué tontito: estaba tratando de
comerse una mariposa.
Solté una risita y de repente escuché a Nanael:
— Estos son para escudo. — Escribía con una ramita sobre
la tierra debajo de ese arbolito—. Y si le añades el emblema de Drol Yaccu,
obtendrás una barrera de agua.
— La señora Drol Yaccu es la cuidadora del agua,
¿verdad? — pregunté acercándome.
Nanael no me respondió pero Aniel asintió:
— Efectivamente, Albania. — Elevó una mano y me despeinó
el cabellito. Me puse de puntillas, buscando que me tocara la carita.
Pero
no sentí más que airecito tibio.
No lo siento…
»— Tal vez
deberíamos hablar de esto con su abuelo, mi niña — me había dicho Nunita ayer
por la noche—. Sé que sus amigos imaginarios, Aniel y Nanael…
»— ¿Imaginarios?
La miré
confundida; Nunita me apretó las mejillas.
»— Imaginario es
cuando algo solo existe aquí. — Y me golpeó la cabecita con suavidad.
Recordé a Corín y
a Tamaya.
»— ¿Entonces sí
estoy loca, Nunita? — Sentí algo muy feo y grande aquí, junto al corazón.
Nunita abrió los
ojitos y negó con fuerza:
»— ¡No, claro que
no, mi niña! Tener amigos imaginarios es muy común: ¡todo niño ha tenido
alguno, por lo menos!
»— ¿Entonces por
qué quieres que hablemos de esto con el abuelo?
Siempre que dicen
“debemos hablar con…” es porque hay problemas o algo no está yendo como debería
ir.
»— No está mal
tener amigos imaginarios, niña Albania — me dijo sentándome sobre sus rodillas.
Empezó a peinarme el cabello con el bonito cepillo que la tía Morgana me trajo
desde no sé qué lugar lejano—. Simplemente digamos que…hay una edad en la que
deben dejar de… jugar con uno. — Y me sonrió.
¿Deben dejar de jugar con uno?
¿Y eso por qué?
»— ¿Pero cómo puedo
dejar de jugar con ellos, Nunita? — Bueno, Nanael no era el mejor compañero de
juegos de la historia… ¡pero Aniel se sentiría muy triste si le digo que ya no
quiero hablarle ni verlo ni nada! Así me sentí yo cuando Corín me dijo que ya
no quería jugar conmigo.
No quiero decirle
eso a Aniel.
»— Lo que pasa…es
que hay algunos amiguitos que son reales y otros que no, mi niña.
Reales.
Dijo eso y sentí
un agujero horrible en el estómago.
»— ¿Reales? —
pregunté con algo de temor. Nunita asintió—. Pero Aniel y Nanael existen, ¡los
veo!
»— ¿Puede
tocarlos, ni niña?— me dijo y después de pensarlo un tanto negué con algo de
tristeza.
Es cierto, no
puedo tocarlos. Los veo pero no los siento.
Gremory dijo que a
lo mejor más adelante podríamos hacer que se materializaran, pero aún no
habíamos conseguido nada.
— Este es un
gozo de revestimiento, y si le añades estos símbolos — dijo Nanael otra vez.
Volví al arroyo, junto a ellos— tendrías una protección de fuego. Solo es
cuestión de saber qué elementos juntar para conseguir lo que desees.
— Supuestamente
tenemos la misma cantidad de poderes, pero los gozos y todas esas cosas
definitivamente son tu fuerte — comentó Aniel con una sonrisa. Sentí unas
cosquillitas al verlo reírse y al viento desordenando su cabello.
Nanael tiene el pelo rojito, muy muy clarito y encendido:
parece como si tuviera fueguito en la cabeza.
Aniel, en cambio, lo tiene marrón claro: está algo
desordenado y en algunas partes distingo onditas, como en el mío, pero el de él
es más cortito y bonito.
Quiero…
Quiero…
— ¿Mmm?
¿Sucede algo, bonita? — Elevé la mirada y me encontré con los ojos miel de
Aniel muy cerquita a los míos. Si me preguntaran qué es lo que más me gusta en
el mundo (no, ¡en el universo!) diría que sus ojitos.
— Aniel…una
vez me dijiste que podía pedirte lo que quisiera, ¿verdad? — lancé como quien
no quiere la cosa.
— Así es —
me respondió amablemente. Sentí que el corazón me saltó fuerte fuerte—. ¿Qué
pasa?
Volvió a despeinarme y entonces lo
intenté:
— Quiero
tocar tus manos.
Maltés
seguía correteando por allá atrás; Nanael se puso de pie. Se acercó a nosotros
y me miró.
Era tan
alto que por un momento me dio algo de miedo.
— Eso está
prohibido, Albania— me respondió enfadado—. No sé cuántas veces debo repetirl…
— Nanael…—
lo llamó Aniel, como reprendiéndolo. Volteó a verme de nuevo y me sonrió—: ¿Y
por qué querrías que haga algo semejante?
— ¿Que no es
evidente? La demonio esa ha despertado curiosidad en ella al decirle que
podemos materializarnos.
— Todo tiene
un porqué, y si no preguntas por él no hay forma de que se pueda explicar la
negativa, Nanael — le respondió fastidiado—. Cuando un niño pregunta, debe
respondérsele con la misma sinceridad y respeto que se merece un adulto. Es
algo que los humanos deberían empezar a tomar en cuenta.
Me quedé observándolo: cuando se enfada se ve diferente
porque su voz se pone más fría, pero él se ve igual de bonito.
— Y bien,
Albania, ¿qué está pasando por esa cabecita? — me preguntó inclinándose hacia
mí—. ¿Por qué quieres que me materialice?
— ¿Por qué?
— repito. Trato de que mi corazón se calme un poquito ¡porque parece que lo
conseguiré! —. Porque Nuna dice que algo es real si puedes “tocarlo”— expliqué
recordando lo de ayer.
— Pues esta
vez Nuna se equivoca— me respondió sonriendo—. Yo soy real… no necesitas mayor
explicación.
— ¡Gran
explicación! — lanzó Nanael con algo de burla y después volvió a sentarse bajo
la sombra de aquel árbol—. En fin, haz lo que quieras.
Es real…es real…
¿Pero cómo puedo comprobarlo?
Pídeselo— oí de alguna parte. ¿Eh?—, no pierdes nada rebatiendo su
respuesta.
¿Rebatiendo?
— Entonces…déjame
hacerlo — dije con velocidad, antes de que pudiera perder la oportunidad.
— ¿Qué cosa?—
me preguntó con curiosidad.
Díselo
— To-tocarte…
— ¿Por qué?—
Sus ojos me miraban con tranquilidad. Aniel nunca se enfada…nunca…
Contigo…
Es verdad: nunca se enfada conmigo.
¿Por qué quieres tocarlo? —oí de
nuevo la voz extraña.
Mmm, bueno, me gusta tocar la mano del abuelito porque se
siente cálida y fuerte; abrazar a Nunita porque huele como a rosas y a
pasteles. Y a Bejle, a Sorel, inclusive a Maltés porque son mis amigos.
Y las flores… ¡me encanta tocar las flores porque son de
las cosas más bonitas en el mundo! Y tocar las muñecas que me envía la tía
Morgana, y los cuentos que compra Alexia para mí. Me gusta tocar mi cabello
porque Nunita dice que es muy suave y bonito, y también me gusta dar besitos en
las mejillas a todos para dar las gracias.
¿Por qué
quiero tocarlo?
Díselo
— Porque me
gusta sentir todo lo que amo— confesé y sentí que las mejillas me ardieron muchísimo.
Algo de viento pasó con fuerza; me
despeinó y despeinó a los arbolitos de allá atrás.
Aniel me miraba, creo que, un
poquito sorprendido.
— Van a
regañarme en algún momento —me dijo con su bonita sonrisa. Elevó una mano y la
acercó a mí—porque siempre termino haciendo lo que me pides, Albani…
— ¡ALTO! — bramó
Nanael y quitó la mano de Aniel con un golpe muy grosero. Volteé a verlo,
sintiendo un horrible ardor en el pecho.
— ¡NO
VUELVAS A HACERLE ESO! — grité. No quería hacerlo, pero mi voz ya había salido
con muchísima fuerza.
Nanael nos observó, me dijo que debía empezar a
comportarme como una niña educada y después ordenó que todos volviéramos a
casa.
— ¡Pero yo
no quiero! — protesté.
— ¡Volvemos!—
exclamó, y después oímos la voz de Nunita que ya estaba buscándome para el
lonche.
— No la
trates así — escuché que le dijo Aniel mientras Nunita me llevaba de la mano—.
Es pequeña, es una niña, debes ser más considerado con ella.
— ¿Considerado?
¡Tú y yo sabemos perfectamente que esta situaci…!
— ¡Es una niña!
¡Punto final! — murmuró enfadado.
Aniel me dijo que irían a
alimentarse y volverían más tarde. Los vi desaparecer al instante.
— Niña, su
abuelo en cualquier momento llegará con el señorito Joan y usted anda
desapareciéndose por el bosque.
— Lo siento
mucho, Nunita— me disculpé algo entristecida.
¿Por qué Nanael suele ser tan malo
conmigo?
Porque somos diferentes —volví a
oír. Observé a todos lados mientras cruzábamos el jardín: no me gusta esa voz.
— Le daré un
baño, practicaremos algo de las lecciones de piano y después de cenar a dormir,
¿de acuerdo, preciosa?
— S-sí,
Nunita…
Ese ángel nos ve como todos sus congéneres en el universo.
— ¿Qué?—. Como un monstruo.
¿Mo-monstruo?
El sol no…
Me abracé con fuerza a las piernas
de Nuna: el olor a pastelitos y rosas detuvo la voz.
¨°*°*°*°¨
NHYNA
— Ya te he
dicho cuán hermosa me pareces, ¿ninfa de plata?— murmuró el humano junto a mi
oído, con voz desfallecida. Su cuerpo vibró, y después soltó un gemido que
murió sobre mi pecho, cuando se dejó caer ya sin fuerzas.
Era atractivo, sumamente atractivo: hombros anchos, porte
elegante, voz seductora, ojos letales. Eso sin contar que todas las mujeres que
lo conocían, muy bien podrían haberme dado sus almas enteras solo para
acostarse con él.
Pensé que sería divertido: que gritaría, que suplicaría por más…
…pero acabó tan pronto como inició.
Sentí su aliento sobre mis hombros. No, ya no.
— ¿Qué…?
¿Qué haces?
— Me voy —
repuse haciéndolo a un lado. Traté de reincorporarme pero me atrapó por la
muñeca.
Ya no me
está resultando tan atractivo así que si no me suelta, va a tener que aprender
a vivir sin la mano izquierda.
— ¿Por…?
¿Por qué? — Ay, no; cómo detesto el tono de súplica.
¡Y
supuestamente él se veía tan inalcanzable para las humanas idiotas que lo
rodeaban!
— Tengo
cosas que hacer—respondí con tedio.
Qué
desperdicio: hasta me está dando vergüenza haber dejado que me toque.
— ¡Espera!
Creí que tú y yo…
Lo miré,
incrédula, y rompí a reír con fuerza:
— ¿Que tú y
yo qué? — exclamé divertidísima. Si me salía con que estaba enamorado o algo
así, oficialmente sería el chiste del año.
— No… ¡No lo
sé! — Frunció los labios y después bajó la mirada apenado—. Tal vez… ¡tal vez…!
Puse los
ojos en blanco, cansada de esperar sus estúpidos argumentos.
— Me voy,
esto es demasiado ridículo—solté quitando las sábanas.
— ¡Pensé que
podríamos casarnos! —concluyó con los ojos brillándole demasiado para mi gusto.
Ésa fue la
cereza del pastel. Mi cuerpo no pudo contenerse más y las carcajadas se me
escaparon sin control alguno.
— Deja de
decir idioteces, por favor. — Humanos: tan
simples y estúpidos—. Acabamos de conocernos ¡y no ha sido más que un
revolcón!
— ¡No! ¡Claro
que ha sido algo más! — Rodé los ojos ante su absurda declaración—. ¡Te amo!
¡Realmente te am…!
Ah, qué humillante, en serio. ¿En
qué momento se me ocurrió liarme con este humano repulsivo?
Ni siquiera me tomé la molestia de recoger el vestido que
reposaba sobre la alfombra de la alcoba. Era uno realmente precioso, pero si
vuelvo a usarlo lo recordaré y terminaré vomitando del asco.
— ¿A dónde
vas? ¡¿Ni siquiera vas a cubrirte?! — Me planteé delante del espejo de cuerpo
entero. De soslayo lo vi observándome desde el lecho—: Dios, qué hermosa eres,
en serio—susurró. Habría accedido campante a darme sus ojos a cambio de
quedarse conmigo eternamente—. ¡No…! ¡No puedes irte!
— Lo estoy
haciendo, querido: obsérvame. — Me acomodé el cabello, pero antes de volverme
sentí su calor corporal invadiendo mi espacio personal.
Casi se
había aventado de la cama solo para situarse detrás de mí.
— No te
vayas, no te vayas… — Las inquietas manos treparon por mis caderas; llegaron a
mis pechos y después trató de “encenderme”, como ellos decían, frotándolos y
besándome los hombros.
Me veía a mí misma, parada frente al espejo y con este
humano que no dejaba de acariciar mi cuerpo, buscando que cayera en sus brazos;
buscando que suplicara por “su amor” y gritara su nombre en el más elevado de
los placeres.
Solía hacer lo mismo con todas: ya lo había visto. Me
llamaba la atención, no voy a negarlo. Lo veía con su aura de hombre “malo”:
diabólico, infernal; con una sonrisa arrogante y con el estatus que le otorgaba
su poder monetario y personalidad avasalladora. Tenía veintiséis perfectos
años, una gran fortuna recién heredada
tras la muerte de sus padres y un don natural de seducción.
Todas las mujeres que quiso terminaron lamiéndole las
manos como perritas amaestradas. Nadie le decía que no, todas caían. Era
perfecto, el ideal humano para las mujeres: belleza, juventud, dinero, un
salvaje en la cama, todo eso en un solo paquete. ¿Qué más se podía pedir?
Me pregunté lo mismo: quise
saberlo. Veía el amor en los ojos de cada humana que él despreciaba después
de habérselas cogido, pero en los ojos de él no había nada.
Absolutamente
nada.
No dejaba de preguntarme cómo se sentiría hacerlo con él;
si realmente me haría sentir todo lo que las humanas que lo veneraban sentían.
¿Debo considerar eso amor?
Creía que si no las
amaba por lo menos les daba un placer increíble. Lo digo porque siempre que lo
espiaba veía a sus acompañantes de alcoba gritando desquiciadas, llenas de
deseo.
Al día siguiente cada una tenía dos recuerdos: la más
salvaje de las noches y una promesa de amor echada al olvido. Él era un dios
griego, decían; te hacía el amor como nadie te lo había hecho nunca. Te besaba,
te acariciaba y deseabas soldarte a él de por vida. Y lo amaban…todas lo amaban…
Yo también quise amarlo. Me alimento al ver el amor en
todas sus expresiones, y este humano me daba muchísima curiosidad. ¿Por qué las
humanas lo idolatraban tanto? ¿Por qué sus palabras las excitaban?
Lo vengo siguiendo desde el otro lado del mundo; desde que
heredó la fortuna de sus padres. En todas las noches de las que fui testigo,
escuchaba sus frases absurdamente repetitivas: “Te voy a hacer el amor como si
no hubiera un mañana”, “Te voy a hacer tocar el cielo”, “Eres la diosa de mis
fantasías”, “Eres deliciosa, princesa”.
Y todas gritaban cuando él les decía aquello. Pensé que
por el éxtasis del momento, ellas no percibían la falsedad…lo teatrero de sus
palabras. Que estaban demasiado ocupadas con las sensaciones en sus cuerpos,
que no tenían tiempo para analizar lo baratas que sonaban sus declaraciones.
Así que decidí hacerlo: decidí dejarme llevar por él yo
también. Quería quemarme en medio de ese fuego que todas las humanas que yacían
a su lado decían sentir. Me le presenté en una velada que
compartía con sus amigos, aquí en Lirau: Catrina,
mucho gusto. Sí, estoy de paseo, conociendo el mundo.
No necesitó más información. Soy hermosa: con eso le
bastó.
— Quédate,
ninfa de plata. Tu cabello… tu cabello es como la seda — murmuraba mientras me
llevaba con él nuevamente al lecho de sábanas arrugadas—. Tu cuerpo… ¡oh, Dios!
Tu cuerpo es la cumbre de la perfección; eres la
diosa del amor. ¡Eres tan hermosa!
Claro que lo sé: sé que soy hermosa. Sus palabras no tenían ningún efecto, su amor barato no me
convencía.
Y me besaba…
…pero yo
no sentía nada.
Llegué con
él a su alcoba después de que sus amigos se perdieran, y esperé conocer ese amor
por el que tantas mujeres mataban. Me desnudó, las palabras baratas emergieron:
“Me dejas sin aliento- somos tal para
cual- eres deliciosa”.
Recuerdo
que todas las mujeres desfallecían cuando oían aquello.
Yo solo
sentí decepción.
¿Cómo se
me pudo ocurrir que este humano podría, siquiera, hacerme sentir algo?
— Te voy a
hacer el amor, preciosa… — ¿Como si no
hubiera un mañana? —…como si no hubiera un mañana.
Suficiente.
Tomé su rostro y lo lancé lejos de
mí.
¡BROM!
Su cuerpo se estrelló contra la pared de al lado. Ni
siquiera me importó el sonido del crujir de algunos huesos.
En fin, no va a morir. De lo
contrario estaría en gravísimos problemas con los Khari.
— Uhh, ¿pero
qué pasó aquí, Nhyna? —Volteo ante la voz: el pequeño idiota está sobre la
ventana—. Oh, ¿al final sí te liaste con el tipo bien parecido que tanta
curiosidad te dab…? Espeeera—me dijo ligeramente confundido—, ¿fue tan intenso
que lo desmayaste o…?
Ya está diciendo tonterías: tan
típico de él.
— ¿Qué haces
aquí, Valak?
Me pongo de pie y me acerco al cuerpo inconsciente: le
chorrea un hilillo de sangre por la nariz pero aún respira.
— Sentí tu
presencia así que decidí venir a verte — me responde y saca algo de hierba de
la alforja que siempre trae consigo para dársela en la boca al ser sobre el que
está sentado, y que cualquier humano consideraría un lagarto.
Suelta una risa cuando el reptil
le lame la mano con gratitud.
La especialidad de Valak es la de encontrar tesoros
ocultos; tiene un título de presidente, una legión de demonios a su mando, algo
de 113 tropas y más de tres mil años de existencia. Pero aún así su apariencia
original es la de un adolescente montado sobre un lagarto que más parece una
mascota que un guardián protector.
— Te veo muy
contento. —Señalé ante su sonrisa enorme—. ¿Qué pasó?
— ¡Acabo de
hacer un pacto con una familia completa! ¡El vestigio del alma de la hija menor
aún grita aquí adentro! — exclamó eufórico, señalándose la cabeza y con los
ojos rojos llenos de dicha
— Qué bien
por ti. — Chasqueé los dedos y aparecimos en una tienda. Estaba cerrada: todo
estaba oscuro, sin nadie alrededor.
Perfecto, no tengo tiempo para
andar durmiendo humanos ni nada de eso.
— ¿Y tú?
¿Qué tal el famoso “dios del sexo” humano? — indagó con curiosidad mientras le
daba más hierba a su mascota.
— Una
porquería — respondí sin inmutarme y tomando algunos vestidos de seda.
No, éste no: es demasiado oscuro y
los colores luminosos son mi fuerte.
— ¿Una
porquería? ¿Tanto así?— me preguntó burlonamente.
— No sé qué
demonios pasaba con todas las humanas que gritaban por él y lo idolatraban. —Cierto,
primero debo encontrar un corsé y algunas pantaletas; y un par de medias de algodón—.
A todas les decía “voy a hacerte el amor como si no hubiera un mañana”, y
terminaban revolcándose excitadas.
— ¿Voy a
hacerte el amor…? — repitió conteniendo una risita—. ¿Con ese tono que usaste?—
Asentí—. Jajajaja, ¡pero qué humano más teatrero!
— ¿Verdad
que sí? No sé por qué demonios las encandilaba tanto. Les decía lo hermosas que
eran, lo extasiado que estaba con ellas ¡pero su tono era tan falso…!
» Eres
hermosa.
Claro que lo sabía; a lo mejor por eso no me producía
nada.
Me sumergí en las miles de prendas del clóset de al lado.
Amo esta tienda: los diseños son preciosos y no cualquiera puede acceder a
ellos.
Eso sin contar que por la otra puerta hay una sección de
perfumes selectos que definitivamente visitaré después de cubrirme.
— O a lo
mejor…— oí de la nada a Valak. Volteé a verlo ante el tono taciturno—…a lo
mejor solo buscaban ser amadas.
— ¿Qué? ¿Ser
amadas? — repliqué divertida—. Si se trataba de eso, por lo menos hubieran
buscado a uno que no fuera un pésimo actor, ¿no crees?
— Bueno,
sí—admitió encogiéndose de hombros.
— Así que
deja de hablar tanto y ayúdame a buscar un vestido…
— ¡…como si
no hubiera un mañana! — añadió en tono burlón, y no pude evitar soltar varias
carcajadas.
Encontré unas prendas de algodón sumamente cómodas. Me las
puse mientras oía al lagarto mascar algo de hierba y a Valak inspeccionar con
indiferencia las vestimentas femeninas que habían alrededor.
— Pero
¿sabes? Hay humanos…que no se sienten amados, Nhyna. Deberías saberlo mejor que
nadie ya que tu especialidad es el amor.
— ¿Y ahora a
ti qué te pasa? — Su voz había perdido el tonito juguetón—: ¿Valak?
— Hay
humanos hermosos, dignos de amor verdadero…— Apretó un puño con discreción,
pero yo vi a la perfección cómo desvió la mirada, airado—… pero a veces no lo
encuentran, ¡y se sienten horrendos por ello! Dejan de ver su belleza, se
desesperan, se sienten indignos, insignificantes; y se conforman con lo primero
que encuentran a la vuelta de la esquina.
Me quedé en silencio, oyendo su
extraño monólogo deprimente.
— Basta que
cualquiera les diga “hermosas”, para caer rendidas—añadió con algo de rabia
contenida—. Porque lo necesitan, ¡necesitan sentirse amadas! ¡Hermosas! Deseadas…
No, no
puede ser...
Dejé a un lado el vestido que
acababa de tomar.
— Valak,
¿qué pasó? ¿Acaso volviste a ver a la humana?—indiqué con seriedad.
— No, no es
es…
— ¡Mierda,
claro que sí es eso! — le espeté apareciendo frente a él. Elevé un brazo y le
lancé una buena bofetada—. ¿No te dije que lo dejaras así? ¡Que esa humana no
lo valía! ¡Me juraste que si volvíamos a esta ciudad no irías a buscarla!
— ¡Es que…!
— ¡Es que
nada, imbécil! ¡No lo vale! ¡Está con otro, ¿de acuerdo?! ¡Ya grábatelo en la
maldita cabeza!
Yo no sé lo que significa “imágenes conmovedoras”, pero
realmente verlo con los ojos caídos y ahora con la mejilla de niño ligeramente
rojiza a causa del golpe me trastocó un poco.
Por todas las creaciones, ¡cómo voy a decirle que ya no la
busque! ¡Estoy cansada de verlo así de angustiado siempre que recuerda a esa
malnacida!
— Tal vez…—
murmuró sobándose la zona adolorida—. Tal vez debí renunciar a mi título,
Nhyna…
— ¿Qué? ¡¿Y
ahora ser un mugroso errante?! — grité enfadada—. ¡Por favor, Valak!
Supuestamente tu apariencia no tiene nada que ver con tu intelecto, ¡pero esta
vez realmente estás sonando como un chiquillo idiota de quince años!
— ¡Es que es
la verdad! — me dijo estúpidamente—. ¡Tal vez…! ¡Tal vez si renunciaba a mi
título y me quedaba con ella todo habría sido diferente!
— ¿Diferente?
¡Ella igual iba a olvidarte! Los humanos tienen la mente frágil, Valak. Sí, tal
vez te amó en su vida anterior, ¡pero en ésta las cosas no resultaron! Casi le
da un ataque cuando te le presentaste y prácticamente se volvió loca por tu
culpa.
— ¡NO ES
CIERTO! — replicó con los ojos abiertos de par en par—. ¡No fue mi culpa! ¡NO
FUE MI CULPA!
El lagarto dejó de comer; nos quedamos en completo
silencio. Sabía que no era su culpa, pero era preferible cualquier argumento a
que insistiera en buscarla.
Ya pasaron algo de quince años desde la vez en la que se
le presentó: aún recuerdo lo muy entusiasmado que estaba ante la idea de poder
contarle todo lo que habían pasado juntos en una vida anterior; los alegres
momentos que pasaron juntos hasta el día en el que ella falleció de vejez y
juraron reencontrarse en una existencia posterior.
Ella acababa de cumplir quince años. Valak creyó
conveniente contarle todo ahora que ya tenía la edad suficiente para
comprenderlo: para recordarlo.
La humana simplemente había reaccionado como cualquier
otro si un demonio se te aparece de la nada y te dice que te ama desde su vida
pasada. Chilló, entró en pánico, se arañó el rostro y le pidió a sus padres que
se mudaran a esta ciudad porque la casa en la que vivían estaba embrujada.
Nunca superó la experiencia. Los temblores, las pesadillas
y los ojos desorbitados nunca se perdieron, y la convirtieron en una mujer
enferma ante los ojos de la sociedad.
Él nunca se lo perdonó.
— Creí que
ya lo habías superado — murmuré. Desvió la mirada violentamente—. Valak, ya no
hay modo de intentar algo. Esa humana lleva casada casi cinco años.
— Cinco años
son nada para mí, Nhyna— susurró lastimeramente—. Puedo seguir esperando.
— Podrías
conseguir a mujeres más hermosas…—sugerí en voz baja.
— Ninguna lo
vale.
La tal Georgia vivía al lado de un hombre que, por las
pocas veces que vi, parecía ser más de piedra que otra cosa y definitivamente
estaba con ella por cualquier otro motivo menos amor. Pero aun así ella no
parecía tener planes de separarse.
»Pero
¿sabes? Hay humanos…que no se sienten amados, Nhyna.
Ah, claro. Por eso me había salido con toda la cantaleta
anterior.
¡Maldita sea! Este demonio es el único al que
verdaderamente podría llamar “amigo”, y una estúpida humana lo tiene comiendo
de su mano.
— ¿Por qué
no me recuerda? — murmuró decaído.
El lagarto le lamió una mano, como
dándole apoyo.
— ¿Por qué
habría de hacerlo? — repliqué poniéndome de espaldas a él para que me ayudara
con las cintas del corsé—. No eres más que un demonio insufrible con apariencia
de púber.
Me miró de soslayo, y después
soltó una carcajada, más tranquilo.
— Seré un
demonio insufrible…pero soy guapo — se jactó. Rodé los ojos—. No lo niegues.
Esa vez que nos inmiscuimos en la boda de aquella emperatriz y fingiste que era
tu hermano menor, dijiste que ambos compartíamos la misma belleza de nuestra
madre. ¡La pobre mujer que falleció dirigiendo sus últimas palabras a sus dos únicos
herederos: “Jessie, Tommy; busquen a su padre, es un conde…"!
— …y por
favor, ¡nunca me olviden! — completé en el mismo tono dramático que empleé
aquella vez, y ambos rompimos a reír con fuerza.
— ¡La
historia fue tan conmovedora que por un momento quise llorar por nuestra pobre
madre muerta! — agregó burlonamente—. Si hubiera sido por la vieja emperatriz,
nos hubiera tomado en adopción ahí mismo.
Recordé con humor aquel pasaje y
después resoplé, jalándole los cabellos rubios:
— Cállate
ya, chiquillo idiota.
— ¡Ouch! Le
diré a Manu que te muerda, hablo en serio.
— Quiero ver
que lo hagas.
Encontré
varios vestidos guardados bajo siete llaves en uno de los armarios principales:
supuse que se tratarían de modelos exclusivos para clientes selectos. Quité el
estuche protector e inspeccioné cada uno con atención.
Aj, negro
completo: ¡espantoso!
A ver este
otro.
— ¿Sabes de
los rumores? — lanzó en tonito confabulador.
— ¿Qué
rumores? Hay miles de rumores sobre mucha cosas.
— ¡Pues
evidentemente el más comentado, Nhyna! — me dijo como si fuera lo más obvio.
Abrí un estuche más: ¡qué horror!
¡Verde oscuro!
— ¿El más
comentado? — le pregunté sin prestarle verdadera atención.
— ¡Se están
borrando recuerdos sin que se cuenten con los permisos previos! — Ah, sobre
eso—. ¿No te parece una tiranía de parte de los altos mandos?—exclamó
indignadísimo.
— Valak, yo
ni siquiera tengo la menor idea de lo que significó La Rebelión de los 500
caídos, o de la creación de la Madre e Hija, así que si lo borran de mis
recuerdos no tengo ninguna queja al respecto.
— Si es tan
poderosa como dicen, no entiendo por qué nuestros altos mandos quieren sepultar
toda información sobre aquella rebelión — argumentó con el ceño fruncido—. Es
evidente que es una amenaza para los altos mandos angelicales, pero para los
nuestros…
— Hay muchos
que prefieren vivir en paz, Valak—sentencié cansinamente—. ¿Para qué querríamos
liberar algo que podría devorarnos enteros?
— Dicen que
La Original vive presa en un cuerpo humano, aquí, en Lirau — agregó con
interés. Le dije que eso me tenía sin cuidado: total, a mí ni me iba ni me
venía todo ese asunto.
Mientras tuviera lo que necesitara: comodidad, alimento,
pactos y el libre albedrío para hacer de mi existencia lo que se me pegara en
gana, lo demás resultaba irrelevante.
— ¿No
quisieras conocerla antes de que nos borren los recuerdos sobre todo eso? — me
ofreció entusiasmado—. Dicen que los Custodios que la vigilan son únicos en su
clase.
— ¿Te
emociona conocer a un par de ángeles amarrados a esa especie de…aberración?
— ¿No te da
ni un poquito de curiosidad saber cómo se ve? —insistió—. Mira que después
olvidaremos todo esto.
— En lo
absoluto — indiqué con indiferencia.
¡Pero qué
tenemos aquí! Violeta pálido, escote pronunciado, no mangas. Mmm, ¡me gusta!
Me paré
frente al espejo de cuerpo entero y troné los dedos. Las enormes arañas de
cristal se encendieron al mismo tiempo.
— Para que
haya estado tan oculto, a lo mejor es un pedido exclusivo, ¿no te parece? —
comenta Valak observándome a través del reflejo.
— No se
vería ni la mitad de bien en el cuerpo de una mugrosa humana.
Me suelto el cabello; las ondas
caen sobre mis hombros. Me pongo los guantes del mismo tono.
Suelto una risa, es imposible no
hacerlo. ¡Cómo puedo ser tan hermosa!
— El Todo…
— Sí, el
Todo te ha hecho taaan hermosa que seguramente se deleita viéndote todos los
días — completó hastiado.
Tomé uno de los jarrones de decoración y se lo aventé
directamente a la cara. Pero su horrible mascota sacó su enorme lengua y
literalmente se tragó la porcelana antes de que tocara un solo pelo de su
cabeza.
— ¡Bien
hecho, Manu! — lo felicitó y le dio más herbaje.
Apenas
eran las once de la noche: atravesamos algunas calles después de que le pidiera
que se materializara, se pusiera algo de ropa elegante, y dejara a ese estúpido
reptil dormitando en algún lugar.
Ahora
ingresábamos a uno de los clubes más selectos de la ciudad. Acababa de
presentarse la ópera prima de un compositor algo reconocido en uno de los
principales teatros, y todos parecían disfrutar de una velada repleta de licor
y música en su honor.
— Nhyna, ¿no
te aburres de solo pasearte por cuanta fiesta en sociedad se te presente? — me
preguntó con burla.
— ¿Y tú no
te aburres de pasarte el día alimentando a ese animalejo que llevas contigo? —
Soltó una risotada, tomó ágilmente una
copa de la charola de uno de los sirvientes que pasaban de tanto en tanto, y se
la bebió de un tiro—. Por lo visto tu apariencia no está ayudándonos
demasiado—puntualicé.
— ¿Por qué
lo dices?
A unos cuantos metros, una mujer
se abanicaba y nos miraba con reprobación
— Pareces de
quince años, y no deberías beber, mi precioso y estúpido pequeño hermanito — comenté tomándolo por la mejilla y
fingiendo una reprimenda.
Él rompió a reír con fuerza y después giró, con el cabello
rubio desordenado dándole un aspecto avezado (el típico chiquillo rebelde),
solo para hacerle una reverencia a la mujer que nos dio la espalda,
escandalizada por el gestito burlón.
— Hipócritas
humanos mojigatos: predican algo pero sus acciones dicen otra cosa — me dijo en
tono malvado—. ¿Cuánto apuestas a que me paga por acostarme con ella si se lo
ofrezco?
— Eres un
imbécil — señalé riendo.
— ¿Quieres
apostar, hermanita? — reiteró con una sonrisa perversa: me fascinó—. Puede que
ese humano que te llamaba tanto la atención se viera mucho más maduro, pero yo
puedo conseguir con un solo roce de esta lengua lo que a él le cuesta una noche
completa de palabras baratas. Hay opciones “más interesantes” para usar la boca.
Estuvo a punto de irse sobre la humana (siempre caían, así
que igual ganaría), pero lo detuve por la muñeca y le revolví el cabello.
Esta noche solo quería pasar el rato con alguien mientras
trataba de quitarme el horrible sabor de boca que me había dejado el hombre
anterior.
Amor
Me alimento de amor…
…pero siento que últimamente solo he encontrado amor
falso.
— ¿Nhyna? —
me llama y deja el tono juguetón a un lado: está preocupado por mí.
Sé que sentir afecto por alguien es una muestra de
debilidad entre los nuestros, pero este niño (bueno, demonio con apariencia de
niño) conseguía que lo hiciera.
La palabra familia no tiene ningún efecto sobre nosotros,
pero creo que en el fondo ambos realmente nos sentimos así. Somos la familia
del otro: es mi estúpido hermano menor.
— No me
sucede nada.
Valak me
observa, tratando de descifrar el gesto de mi rostro, pero de repente se
remueve, inquieto.
— Georgia —
musita. Volteo y me encuentro a la humana desabrida entrando del brazo de su
esposo veinte años mayor que ella.
— Vámonos —
ordeno inmediatamente. Quiere quedarse pero le clavo las uñas en el brazo—.
Valak.
— Solo un
momento, por favor…
— ¿Quieres
que se ponga a chillar como loca si llega a reconocerte? — lancé bruscamente.
No me importó su gesto dolido; lo
único que quería era que saliéramos de este lugar.
— Vamos, ¿no
que te daba curiosidad conocer a la Original y a sus perritos guardianes?
Me miró
algo contrariado, pero después asintió:
— De…de
acuerdo.
Salimos
del lugar; él no dejaba de observar de reojo.
Humana imbécil, no lo mereces.
¨°*°*°*°¨
ANIEL
— Y Nunita
dice que igual debo ir — me comenta torciendo el gesto. Toma el cepillo y lo
desliza sobre las hebras de la muñeca de porcelana—. ¡Pero yo no quiero ir,
Aniel!
— Sabes que
es una fecha importante—trato de explicarle con tranquilidad—. Es el cumpleaños
de Corín y…
— ¡Pero a
ella no le simpatizo! ¡Y voy a aburrirme mucho y…!
— Es una
fecha importante para ella, Albania.
— Pero es
que… ¡Es que…! — Aguardo un buen argumento, tratando de no sonreír porque
cuando se enfada se ve muy graciosa, pero al final solo resopla desganada—:
Pero cuando llegue el abuelo, ¡voy a decirle que no quiero ir!
Su tonito gruñón me divierte.
— ¿Aún no
llega el hombre y su nieto? ¿Qué pasó?— Nanael apareció en el balcón: después
de toda su charla de amonestación a propósito de lo que me había pedido
Albania, había ido a alimentarse porque como él era el encargado de los gozos
de protección y revestimiento, solía debilitarse más rápido.
— Hubo un
contratiempo con el tren de venida y avisaron que demorarían un día más —
respondí.
Así como yo me alimentaba de la luz de la luna y del sol,
Nanael solía conseguir energía mediante los sonidos: agua, viento, hojas,
inclusive música. Mientras más sonidos repletos de tranquilidad lo rodearan,
más se alimentaba.
— ¡Aquí
estás! — oímos de repente, y después un estruendo.
¡BROM!
— ¡¿Pero qué
sucede contigo, demonio?! — bramó Nanael con Gremory sobre su espalda.
Había ingresado bruscamente y las
puertas del balcón habían impactado con fuerza.
— ¿Acaso ya
no puedo venir a saludarlos?— exclamó sonriente.
— Pues si
dejaras de venir a mí no me importaría— soltó él con frialdad, quitándosela de
encima con un brusco movimiento.
Ella resopló decepcionada; Albania
soltó una risita.
— Buenas
noches, Gremory— la saludó con afecto.
— ¡Hola,
pequeña mía! ¡Pero qué bonita muñeca! —exclamó tan interesada en sus temas como
siempre.
— ¿Verdad
que sí? — le respondió Albania sonriente y elevando la muñeca para que Gremory
la observara con mayor detenimiento—. Alexia me la envió hace un tiempo desde
Libiak.
— Ya veo.
Se inclinó hasta ella y le acarició el mentón con cariño
bajo la mirada disgustada de Nanael.
— ¡Estás
fría y mojada! — exclamó Albania soltando varias risitas.
— Sí, es que
estuve por ahí, bajo la lluvia. ¡Se siente taaaan bien! —añadió entusiasmada.
¿La lluvia?
— Guarda tus
trucos para otros, demonio —profirió Nanael con fastidio—. Sé perfectamente que
estás tratando de sembrar curiosidad en nosotros para materializarnos. Lo
vienes haciendo desde hace bastante tiempo y voy advirtiéndote que no
funcionará.
Por lo visto seguía disgustado con
todo este tema de materializarnos.
— ¿Y por qué
querría hacer algo semejante, Nanael? — preguntó ella con una sonrisa traviesa.
Albania observaba de aquí para allá, sumamente interesada:
bien, parece que en serio es Gremory la que le ha abierto la interrogante con
respecto a cómo se sentiría “tocarnos”.
— Es lo que
yo también me pregunto — agregó él con aspereza—. No tenemos la necesidad de
sentir nada del Mundo terrenal, así que estás perdiendo tu tiempo, demonio.
— ¿No te da
ni un poquito de curiosidad sentir a otros seres pero con el tacto humano? El
mundo humano se siente aún más si lo empleas— exclamó Gremory. Nanael me
golpearía, pero la verdad era que yo sí admito que tengo algo de curiosidad—.
La sensación es muchísimo más penetrante. Te he visto escribir tus gozos en la
tierra con las ramas que caen de los árboles. ¡Materializado sentirías lo
pesada que es esa pequeña rama!
— ¿Ah sí? —
Ella asintió con la cabeza, emocionada; él elevó las cejas burlonamente—.
Mientras me sirva para transcribir no tengo la necesidad de saber si esa rama
pesa o no, demonio.
— ¡Pero qué
aburrido eres, Nanael!—bufó—. Extremadamente guapo, ¡pero muy aburrido!
— Gracias —
respondió agriamente, y después cerró los ojos: estaba verificando si había
alguna presencia amenazante alrededor.
— Supuestamente
ustedes los ángeles suelen apreciar, más que ninguna otra criatura, las
creaciones del Todo —lanzó Gremory fastidiada.
— Apreciarlas
no implica el querer “tocarlas” — replicó él sin abrir los ojos—. El contemplar
es más que suficiente; pero ustedes, demonios, no tienen el nivel suficiente
como para entender lo valioso que resulta más el mirar que el tocar — sentenció
con seguridad.
Gremory frunció el ceño y después me observó. Pasaron unos
segundos y la expresión comenzó a iluminársele.
Por un momento sentí como si acabara de ocurrírsele una
idea.
— ¿Por qué
no te parecerás más a tu hermano de nacimiento?— dijo y sentí sus brazos
enroscándose alrededor de mi cuello. ¿Mmm?
¿Y ahora qué?—. Me sientes, ¿verdad, Aniel? — me preguntó con una sonrisita
maliciosa.
Estoy empezando a perderme: ¿qué está sucediendo aquí?
— Como ángel
y demonio es obvio que podemos sentirnos ya que nuestras naturalezas son algo
parecidas — añadió con la sonrisita ensanchándosele aún más. Observó de reojo a
Nanael y después deslizó sus dedos por uno de mis brazos—. Pero hacerlo con el
tacto humano provoca que se sienta muchísimo
más.
Y sentí sus labios helados por la
lluvia, depositando un beso delicado en mi mejilla.
Negué con la cabeza, divertido, porque era evidente que
ella estaba tratando de emplear en Nanael ese sentimiento tan famoso denominado
“celos”.
Pero él ni siquiera se inmutab…
— ¡ANIEL! —
gritó Albania con muchísima fuerza. Casi pude oír a Nuna allá abajo, subiendo
las escaleras para ver qué sucedía.
¿Pero qué…?
— No grites
así, niña — ordenó Nanael sin dejar de revisar todo el espacio.
Los ojos grises, verdes, tal vez
pardos, me observaron con conmoción.
— ¿Qué
sucede, Albania? — le pregunté desconcertado al verla morderse los labios con
fuerza.
La muñeca que traía en brazos con
tanta delicadeza, había pasado a ser sujetada por los cabellos.
— ¿Pequeña?
— dijo ahora Gremory con curiosidad.
— No…no…—
balbuceó como buscando las palabras adecuadas.
— ¿Qué pasa?
— insistí.
— No… ¡no lo
beses! — exclamó agitada y con las mejillas encendidas. Nanael ni siquiera se
molestó en preguntar nada; seguía tanteando presencias cercanas al lugar.
Gremory me miró de soslayo, conteniendo una risita, y
después elevó las manos en símbolo de derrota.
— Lo siento
mucho — le dijo con sinceridad—. No te enfades, pequeña. No lo hice a propós….
— ¡No
vuelvas a hacerlo! — Quise reírme ante
el tono disgustado—. ¡Nunca! ¡Nunca en toda tu vida!
¡Nunca! ¡NUNCA!
— No te
enfades, bonita— le dije despeinándole el cabello todo lo que me permitía el
viento que empleaba a modo de tacto, pero ella retrocedió enojada.
— ¿Por qué
no puedes materializarte? — me espetó encolerizada. Me sorprendió mucho lo
demandante que sonó—. ¡Yo también quiero tocarte, como Gremory!
— Ya te dije
que está prohibid…
— ¡No es
justo! ¡Eres un mentiroso, Aniel! ¡Un mentiroso! — chilló y al verla bien me
quedé de una pieza.
Sus ojos…
Sus ojos empezaban
a humedecerse.
Estaba a
punto de llorar.
— ¿Albania?
— pregunté confuso. Ella lanzó la muñeca que tenía en las manos a un lado y
después me observó fijamente:
— ¡Eres un
mentiroso! — Apretó los puños y después los ojos la vencieron: las lágrimas me desconcertaron
aún más—. ¡Un mentiroso!
— Albania, pero
qué…— intenté decir, pero en ese momento la puerta se abrió.
— Niña, ¿qué
pasó? — inquirió Nuna preocupada. Albania se mordió los labios con fuerza y
después corrió a sus brazos—. ¡Niña, no! ¿Por qué está llorando? —exclamó
abatida.
Gremory me miró con culpabilidad.
Nanael solo negó con la cabeza:
— Esto es lo
que ganan por ponerse a hablar de tonterías. Ya le metieron más ideas raras en
la cabeza.
¿Qué?
¿Pero en qué momento…?
— Albania… —
Me acerqué mientras Nuna trataba de calmarla, pero solo conseguí que me
volteara el rostro, sin ganas de verme a los ojos—. Albania, escucha…
— ¡No
quiero! ¡Vete! ¡Vete! — La voz se le quebró y volvió a llorar, aferrándose al
vestido de Nuna y con tanta pena que por un momento me sentí realmente mal.
¿Qué hice? No lo comprendo.
— Bajemos,
mi niña; le daré algo de leche con miel. El señor Alcides y el señorito Joan
llegarán pronto y no querrán verla triste, ¿verdad que no?
— No,
Nu-Nunita— le respondió hipando a causa de los sollozos.
— Entonces
vamos.
Nuna la tomó de la mano y se la llevó consigo. Antes de
que se cerrara la puerta, me lanzó una última mirada con los enormes ojos
repletos de lágrimas y resentimiento.
Me quedé sin saber qué pensar, completamente descolocado
por lo último.
— ¿Qué…?
¿Qué pasó? — pregunté desconcertado—. ¿Acaso hice algo malo?
¿Alguien
podría explicarme qué acaba de pasar? Es la primera vez que siento como si yo
hubiera sido el causante de su llanto, y lo más extraño es que no entiendo en
qué momento di el mal paso.
— Fue mi
culpa, Aniel; lo lamento mucho— se disculpó Gremory. La miré, aún sin
vislumbrar los motivos que la pusieron tan alterada—. Eres muy cercano a ella.
Supongo que el beso no le gustó nada.
— ¿Escuchaste
eso, Aniel? — repuso Nanael con seriedad mientras dibujaba en el aire algunos
gozos de protección para los exteriores—. “Muy cercano”. A ver si empiezas a
escucharme y a tomar distancia de la niña.
Rodé los ojos ante sus palabras.
— Ya te dije
lo que pienso al respecto— respondí.
Negó con la cabeza en símbolo de reprobación, y después me
pidió que aprovechara y fuera a alimentarme yo también.
Aún había luna llena así que debía aprovecharla al máximo.
— Juro que
no entiendo absolutamente nada de lo que acaba de suceder — le confesé a
Gremory mientras caminábamos rumbo a Izhi; con los ojos llorosos de Albania
observándome insistentemente a modo de recuerdo.
Podría ir más rápido, pero me agradaba observar el paisaje
con ese tono melancólico que le daba la luz nocturna.
— Por un
lado es una buena señal, ¿no te parece?
— ¿Una buena
señal?—repetí con curiosidad.
— El enojo
de la pequeña — me dijo con una sonrisa. No comprendí a qué se refería—. Lo de
hace rato no es más que una prueba de que siente
con la misma intensidad que un humano normal, Aniel.
¿Cómo?
— El sentir
afecto por otros es un proceso complejo— puntualizó con amabilidad—. Implica
una intensidad fortísima para querer, y unos deseos inmensos de monopolizar, así no sea lo ideal, claro está.
— ¿Monopolizar?—
señalé dubitativo. Gremory asintió con fuerza.
Comprendía lo del proceso complejo porque yo mismo he
observado durante estos años cómo los seres humanos se vinculan con otros
mediante el tiempo y las experiencias compartidas. Pero el concepto de
“monopolizar” no me quedaba del todo claro.
— Cuando
alguien quiere a otro ser, la mayoría de veces quiere una garantía de
exclusividad que fortalezca el vínculo — me explicó.
Parpadeé, ligeramente confuso.
Ella soltó una risa:
— Sé que
nosotros no hemos sido diseñados para amar o sentir afecto, pero he pasado
tantas vidas ya observando la naturaleza del Mundo Terrenal que puedo
asegurarte algo, Aniel: cuando un humano quiere mucho a alguien o a algo, si pudiera lo
aislaría del mundo para que solo te pertenezca a él.
Monopolizar el afecto.
Aislarlo para que solo te
pertenezca a ti.
— Albania
aún es muy pequeña; es normal que te vea como uno de sus tesoros más valiosos y
quiera tenerte solo para ella— añadió sonriendo cariñosamente—. Los niños
suelen ser los humanos más puros, pero también los más egoístas porque aún no
tienen los conceptos suficientes para comprender lo que se considera bueno o
malo en su mundo.
Me asombró de sobremanera lo que acababa de decirme.
Nanael suele repetir que Gremory es uno de los demonios más descuidados y
relajados que jamás ha conocido, pero creo que en realidad es muy observadora y
eso le da una sabiduría que muy pocos poseen. Incluido el propio Nanael.
— Así que,
me parece, el beso que te di ha sido el motivo de su disgusto— sentenció—. Pero
como ya te dije, es una buena señal, ¿o no?
Gremory tiene razón. Si Albania está pasando por todos
estos cambios emocionales que implican el sentir cariño por otro seres,
significa que realmente está sintiendo como un humano más.
Albania estaba comportándose como una niña más… como un humano más.
— No sé si
sea por el beso exactamente, pero lo tendré en cuenta — le agradecí con
sinceridad.
— Evidentemente
ha sido por eso. Mírate, Aniel: eres como el personaje de cuento que cualquier
niño amaría. ¡Un ángel ni más ni menos! — Elevé una ceja ante el curioso halago—.
Eres amable, realmente muy amable; sabes qué decir sin necesidad de pensarlo
demasiado y eres condenadamente hermoso. —Solté una carcajada: si pudiera a lo
mejor me sonrojaría—. ¡Hablo en serio! Si fueras humano, seguramente tendrías a
miles persiguiéndote para echarte el lazo al cuello.
— ¿El lazo
al cuello? — repetí divertido ante la curiosa expresión.
— En fin,
supongo que te dejaré alimentarte en lo que yo voy a atender un pedido— me dijo
encogiéndose de hombros.
— ¿Un
pedido?—Sus ojos marrones empezaron a destellar y cambiaron a escarlata—. ¿Un
pacto?
— Así parece.
— Desvié la mirada, un tanto incómodo—. El humano parece saber mi nombre real
así que…
— Sí, ya sé
cómo funciona eso— señalé con resignación.
— Por cierto,
me encontré hace un rato con Seir. Dijo que su oferta sigue en pie, y si lo
necesitas…
— Solo debo
decir su nombre — completé. Ella asintió; le dije que si lo viera le diera las
gracias de mi parte, y de paso le preguntara qué tal iba el asunto que tenía
con los gritos de sus tropas.
Rió entre dientes y suspiró:
— Demasiado
amable, hermano ángel. —Y sonó a “no tienes remedio”—. Demasiado amable.
Se despidió y después adquirió su
forma original para perderse por la dirección contraria.
Cerré los ojos y aparecí junto al arroyo en el que Albania
solía jugar. Me quedé observando la luz de la luna impactando contra la
superficie del agua.
»— ¿Por
qué no puedes materializarte? ¡Yo también quiero tocarte, como Gremory!
Materializarme.
Por los costados vi algunas ondas luminosas pasando con
suavidad por los árboles y los arbustos. Parece que Nanael acaba de lanzar un
gozo de descubrimiento: cualquier demonio que tratara de andar por estos lares,
tendría que revelar su forma original así no quisiera. Probablemente había
sentido algunas presencias desconocidas y quería asegurarse de que estuviéramos
preparados.
Elevé la mirada y contemplé la luna en su máximo
esplendor. Todos los colores de rededor se habían fusionado en un perfecto
plateado luminoso. Escuchaba el agua del arroyo deslizarse con suavidad, y el susurro de las hojas de
los árboles frente al viento que soplaba gentilmente.
De repente algo semejante a pequeños “plocs” rellenó el
ambiente. Observé a todos lados, y comprobé que todas las hojas de los árboles
y arbustos empezaban a removerse inquietas, frente al golpeteo de la lluvia
tenue que acababa de iniciar. El arroyo mismo le respondía a cada gota que se
hundía con ligereza en sus profundidades.
Llueve…
Estiré una mano: una gota cayó en medio de mi palma, pero
la traspasó. Solo sentí algo parecido a un toque ligeramente helado.
»— ¿No te
da ni un poquito de curiosidad sentir a otros seres pero con el tacto humano?
La sensación es muchísimo más penetrante.
Tacto humano…
Me quedé ahí, observando todo empaparse por la llovizna
que empezaba a hacerse más intensa. El sonido era sumamente abrumador, todo
alrededor parecía conversar con la lluvia. Inclusive sentía con algo más de
fuerza el simpático olor a tierra húmeda.
Avancé hasta el margen del arroyo: cada gota que
golpeteaba el agua dibujaba varios círculos.
Materializarnos está prohibido porque se corre con el
riesgo de tener mayor contacto físico con los humanos.
— Pero en
este momento solo estoy yo— resolví observando las gotas empapar todo.
Fruncí los labios, pensando si era correcto o no. Elevé la
mirada: la luna casi me sonreía.
Por una vez… hacerlo solo por una vez no creo que implique
una enorme amonestación. Y de ganarme una reprimenda…
…tal vez la experiencia lo valga.
— Alak lourd— pronuncié en voz baja, y una enorme calidez se desató
desde lo más profundo de mí mismo.
¿Qué…?
¿Qué es esto?
Abrí los ojos con fuerza cuando cada parte de mi cuerpo
empezó a hacerse un tanto más… ¿pesada? Sí, ésa es la palabra. Brazos, piernas,
torso: ¡todo empezaba a sentirse más pesado! Y a la vez una sensación
indescriptible me golpeó con brusquedad cuando algo semejante al frío ingresó
por mi boca.
Aire…
Esto es lo que verdaderamente llaman respirar.
Tomé una gran bocanada, mi ser entero se estremeció: ¡el
olor a tierra mojada era extremo! Elevé la mirada y una gota resbaló por mi
mejilla: una, dos, tres… ¡miles de gotas! ¡Las sentía! ¡Claro que las sentía!
¡Frío, hace frío! ¡Y todo huele a agua, a musgo!
A vida.
Los labios se me curvaron hacia arriba y una carcajada
brotó sin ser planeada: ¡¿qué es esto?! ¡Cómo los humanos pueden vivir tan
tranquilos sintiendo todo esto a diario! El viento soplaba, las gotas mojaban…
Giré y me acerqué a uno de los árboles: estiré un brazo con lentitud y
finalmente llegué a tocarlo.
Está ahí.
Lo siento: siento la presencia y vida de este hermano
árbol mucho más que nunca.
Retrocedí y tomé impulso para llegar hasta la copa. Desde
aquí arriba y con el tacto humano ¡todo se veía sumamente asombroso! Las gotas de lluvia se hicieron enormes; un relámpago
iluminó el cielo por allá atrás.
¿Qué es esto? ¡Cómo sentir este mundo puede ser tan
extraordinario!
Solté
varias carcajadas y no pude evitar correr por los alrededores y trepar a cuanto
árbol pudiera. Si Nanael me viera, seguramente daría el grito al cielo,
enfadado.
Atravesé
velozmente todo Izhi, tocando cada tronco, sintiendo la lluvia y el viento
soplar con fuerza, y eso que todos llaman frío me pareció grandioso. Adopté mi forma original por unos segundos: me di el
gusto de girar un tanto en el aire, sintiéndolo más que nunca en las plumas de
mi cuerpo, y volví a tomar forma humana.
¡Qué sensación tan aguda la de sentir materializado!
Llegué
hasta la rama de un árbol cerca al arroyo. Estiré los brazos; recibí cada gota
de agua helada que caía sobre mí…
…y de
repente oí un chillido.
— ¡Miauuu!
¡SPLASH!
Giré,
buscando al causante del sonido, y divisé por el arroyo una especie de mota de
pelo removiéndose desesperadamente.
¿Mmm? ¿Qué
es eso?
Di un
salto y me sumergí en el agua. El frío me atacó con más violencia, pero era
tanto mi asombro que los temblores a causa de él solo provocaban que me riera
más.
Oh, ahí
está lo que vi hace unos segundos.
Me deslicé
rápidamente contra la corriente, y tomé en brazos a la mota que había visto
chapotear desesperada.
— Tranquila, no pasa nada — le dije cuando salimos del agua y me
senté con ella en brazos sobre la rama del árbol
anterior, chorreando por completo. En unos minutos estaría seco así que no había problema.
Me enfoqué en la criatura y comprobé que se trataba de un
gato. Su blanco pelaje estaba completamente empapado; de los simpáticos bigotes aún caían algunas gotas de
agua.
Sentí una presencia diferente alrededor de ella, pero ver
su gesto felino lleno de espanto por haber tocado el agua me dio algo de
gracia. Algo bueno de haberme materializado, sin duda, era que había podido
rescatarla simplemente sumergiéndome y tomándola en brazos.
Observé la pequeña cabeza peluda y los enormes ojos:
— Pero qué
bonita eres.
Los ojos
celestes me observaron con sorpresa.
¨°*°*°*°¨
NHYNA
— ¿Estás
seguro de que es por aquí? — le pregunté a Valak mientras nos escabullíamos
entre los arbustos del espeso bosque.
Hace un
rato había dejado de llover así que todo apestaba a humedad, y los bordes del
vestido se me estaban llenando de tierra: qué asco.
Oh, ¡bien!
A lo lejos veo lo que parecen ser las luces de… ¡sí, es una mansión!
Basta de
andar por este asqueroso bosque.
— Valak,
estás muy seguro de que es por aquí, ¿verdad?— me cercioré.
— Deja de
hacer esa pregunta y solo sígueme, Nhyna.
— ¡Vuelve a
hablarme con ese tonito sarcástico, mocoso, y verás que…!
¡PLOF!
No pude
terminar mi advertencia porque ni bien cruzamos lo último del bosque para pasar
a (lo que yo llamaría) un verdadero jardín; una ligera explosión se sintió
alrededor y llenó todo de humo.
Para
cuando se despejó el panorama, me lo encontré nuevamente sentado sobre ese
horrible reptil.
— ¡Valak!
¿Para qué demonios lo has llamado?— inquirí fastidiada.
¿Mmm? ¿Por
qué lo estoy viendo más alto? ¿Y por qué mi voz suena tan aguda?
— Yo no
llamé a Manu, Nhyna. Me parece que hay un gozo de descubrimiento alrededor — me
explicó, y en ese momento recién caí en la cuenta.
¿Gozo de descubrimiento?
¡Maldita
sea, no! ¡Eso significa que cualquiera que atraviese el perímetro se verá
obligado a adoptar su forma original, y
materializado!
— ¡Pero
mírate!—soltó emocionado—. ¡Había olvidado lo adorable que te ves con tu
apariencia origin…!
— ¡Adorable
y una mierda! — grité enfurecida, con el horrible tono agudo y chillante.
Elevé una
mano y me encontré con las estúpidas pequeñas garras, con el pelaje blanco
brillante; casi hasta pude imaginar mi pequeña y rosada nariz…
¡Aysh,
cómo odio mi miserable apariencia original!
— Vamos, no
seas tan dura contigo misma. Te ves muy linda.
— ¡Cierra la
boca, Valak! — proferí exaltada. ¡Él
sabe cómo detesto mi apariencia original! ¡Entre los nuestros es una de las
menos intimidantes!
Parezco
uno de esos estúpidos gatos que los humanos tienen de mascotas.
— A ver, a
ver, dame esa garrita — solté un gruñido ante sus palabras, pero solo conseguí
que saliera un “miau” demasiado agudo.
Valak elevó una ceja y rompió a reír. Su estúpido lagarto
me olisqueó con interés: me ericé ante su aliento húmedo y le lancé un zarpazo
que de seguro ni sintió.
Los odio a todos, ¡yo me largo!
— Nhyna,
¡Nhyna, ¿a dónde vas?!
— ¡A dónde
sea! No planeo mostrarme así ante nadie más. — No, ya suficiente humillación
con Valak como para que si llegábamos a ver a los custodios de la Original,
ellos también me vieran con esta ridícula apariencia.
Traté de concentrarme para volver
a adquirir forma humana, pero no llegué a conseguir nada. ¡El maldito gozo era
extremadamente fuerte y por lo visto había absorbido algo de mi energía!
Probablemente el efecto duraría un
par de minutos u horas más. Quién sabe.
— ¿Nhyna?
¡Nhyna! — oí a lo lejos. Seguí sin mirar atrás.
Sentía la
tierra bajo las patas, parecía que la lluvia volvería en cualquier momento y
todo se veía extremadamente grande alrededor. ¡Maldito Todo! ¡Me haces hermosa
como humana, pero me das esta triste apariencia original!
Un par de
gotas me atacaron: la lluvia, tal y como pensé, retornó.
Solté un
suspiro lleno de fastidio que sonó más a un “Miauu” demasiado apagado.
De qué me
sirve el título de marquesa, la legión y media de demonios a mi mando, y las
100 tropas que he conseguido hasta ahora, ¡si mi apariencia original no tiene nada de magnífico!
Uno de los
demonios con la especialidad de otorgar algo tan sublime como el amor a quien
lo pidiera…
…tenía la
absurda apariencia de un gato en su forma original.
— Ojalá se
mueran todos, estúpidos — grazné llena de odio.
Llegué
hasta lo que parecía ser un arroyo, y de la presencia del imbécil de Valak no
sentí nada. En fin, supongo que irá a conocer a la Original. Mientras esperaré
aquí a que se pase el efecto de ese maldito gozo de descubrimiento.
Elevé una
pata: estaba completamente llena de la asquerosa tierra húmeda del bosque.
Traté de limpiarla frotándola sobre el pelaje de mi pecho, cuando de repente
sentí una presencia sumamente poderosa.
Me agazapé
al pie del árbol, ocultándome de cualquier luz que pudiera delatarme. No tengo
la energía suficiente como para enfrentarme a alguien con semejante cantidad de
poder, y tampoco quiero que nadie más me vea con esta horrible aparienc…
¿Eh?
Algo
parecido a un rayo de luna cruzó velozmente el terreno. Fue apenas un vistazo
el que llegué a tener pero sentí como si en su carrera se hubiera llevado gran
parte de mi aliento.
Soltó un
grito, emocionado, y después pasó como el viento.
Era…era un
hombre. Un hombre muy joven…
No, no era
un hombre: era un ángel. Un ángel con
la apariencia de un hombre joven, un muchacho; tal vez con un par de años más
de los que aparentaba tener Valak.
¿Quién…?
¿Quién era?
Me quedé
allí, agazapada y temblando por completo; con la respiración que se me había
disparado tan solo al verlo cruzar en frente. Me concentré lo suficiente como
para que mi presencia de demonio no se sintiera en lo absoluto; y sin pensarlo
demasiado salí tras él.
Traté de
seguirle los pasos, pero era extremadamente rápido y mis miembros excesivamente
cortos. Corría entre los árboles, tocando cada tronco y elevando el rostro,
como esperando que la lluvia lo acariciara más. Dio un salto, se aferró a la
rama de un árbol y ágilmente se balanceó para tomar impulso y ahora caer sobre
otra rama, sin dejar de observar la luna y reírse lleno de diversión.
Sus brazos se veían fuertes, su cuerpo ágil, su sonrisa
sumamente genuina.
Trepé con
todas mis fuerzas al árbol de en frente; finalmente llegué a una rama y me
quedé observándolo. Recordé al hombre con el que acababa de acostarme, y todo
lo guapo que me pareció se quedó en el olvido.
No,
él…este sujeto no era guapo: era hermoso.
La palabra adecuada para describirlo era “bello”. Todo él lo era.
Adquirió su forma original por unos segundos: una
preciosa ave del blanco más perfecto apareció y giró en el aire, con fuerza y
gracia al mismo tiempo. Era veloz y su
vuelo parecía muy temerario.
Nuevamente adoptó forma humana: se detuvo en la rama de
un árbol mientras sonreía, sumamente contento, y los ojos le brillaban de
color violeta. Supuse que estaba alimentándose.
¿Qué es esto? Nunca he visto en mi existencia a alguien
semejante. Todo su desenfado contrastaba con lo puro que se veía.
Elevó la
mirada; las gotas de lluvia resbalaron por su rostro perfecto. Avancé hacia él
como hechizada. Un paso, dos, tres…
Tragué
despacio porque sentí como si yo misma me alimentara solo observándol…
¡Ay!
— ¡Miauuu!
¡SPLASH!
El último
paso que di había sido al aire, así que evidentemente terminé cayendo al arroyo
de manera estrepitosa.
Traté de
luchar contra el agua pero estaba muy fría (¡y cómo detestamos el frío!). Además, había invertido casi toda mi
energía en tratar de ocultar mi presencia.
¡Está
helada! ¡Siento que todos los huesos se me van a congel…!
Calor.
Un cómodo
calor me envolvió por completo.
— Tranquila, no pasa nada — oí una voz suave, y cuando elevé la
cabeza me encontré al hermoso ángel que espiaba, tomándome en brazos y
sacándome de un salto del agua.
Respiré algo agitada: el agua
estaba helada pero su cuerpo se sentía muy cálido.
Se sentó sobre una de las ramas y después me observó
fijamente, sosteniéndome con sus manos frente a él y con el cabello y los
ropajes completamente empapados.
Aún me hacía frío: ¡estúpido arroyo y estúpida apariencia
de gato!
No sé qué cara habré puesto que soltó una risita,
divertido.
— Pero qué
bonita eres — pronunció, y su voz me estremeció por completo.
¿Qué…?
El humano…el humano anterior forzaba su voz para que
sonara con una ronquera supuestamente seductora, pero él…él tenía un matiz
completamente diferente. Era una voz suave,
repleta de… ¿amabilidad?
Lo observé, aún trastocada por sus palabras: ¡¿de cuándo
aquí lo amable me parece atractivo?! Siempre me han gustado las personalidades
fuertes, dominantes, seductoras, imperiosas; ¡y este ángel es todo lo contrario!
Tiene la mirada llena de ternura y de traviesa curiosidad:
las facciones de su rostro muy bien podrían hacerlo pasar por un muchacho de
dieciocho años a lo mucho; eso sin
contar el matiz lleno de ingenuidad que tiene consigo.
Valak parece de quince años, pero no tiene ni la mitad de
inocencia que tiene este ángel.
— ¿Te ha
hecho mucho frío?— me preguntó y en ese momento sus ojos dejaron de verse
violetas y adquirieron un tono dorado cálido.
¿Podía ser aún más hermoso?
Me acarició la cabeza con delicadeza. Me tocó
cariñosamente la punta de la rosada nariz que tenía bajo esta apariencia.
Ya he visto con anterioridad a ángeles, a miles de
ángeles, pero él…él…
Una sensación violenta me atacó sin
contemplaciones; algo empezó a gritar por dentro.
Tócame...
Apoyé las dos patas delanteras sobre su pecho y lo observé
fijamente; tratando de
encontrarle una respuesta al siseo que empezaba a recorrerme todo el cuerpo:
cabello marrón, ojos claros, sonrisa sincera.
Sentí los músculos de su pecho. Pasé la mirada por sus
brazos, sus manos…sus dedos…
¿Qué está sucediendo conmigo?
Recordé la frase que una vez oí de
Valak; no sé cuándo fue ni por qué lo dijo, pero las palabras cobraban sentido
más que nunca: lo puro siempre trae
consigo pensamientos retorcidos.
Estiré el cuello; llegué a tocar su mentón con la punta de
mi pequeña lengua. Adentro todo se me removió con brusquedad. Me vi frente al
espejo de aquella habitación, de pie, completamente desnuda, y la figura de
aquel horrible hombre acariciando mi cuerpo se desvaneció: lo suplantó un
oponente invencible.
Ahora lo veía a él, al ángel de cabellos marrones, detrás de mí; tocándome y susurrando con su voz
fascinante:
» Qué bonita eres.
— Tranquila, ya estás a salvo— me dijo con una sonrisa. No pude
aguantarlo más y me erguí, tratando de alcanzar sus labios.
No me importaba la apariencia que
tenía ahora, solo sabía que necesitaba tocarlo.
Lo puro…lo puro…
Lo puro trae consigo “deseos” retorcidos
Pero no pude
lograrlo.
— ¡Aniel!
Solté un berrido cuando me
tomaron por el cuello con fiereza y me aventaron lejos. Iba a impactar contra
el roble de atrás, pero Valak apareció y me atrapó entre sus brazos.
—
¡Cuidado! — exclamó sosteniéndome junto a su pecho. Me zafé de su
agarre con violencia y por el movimiento terminé cayendo hasta el suelo repleto
de arbustos.
¡Miauu!
Pude dar una
voltereta antes de tocar la superficie, y caí sobre mis cuatro extremidades.
—
¡¿Qué pasa
contigo, Nanael?! ¡No te ha hecho nada para que la trates de esa forma! — oí la voz hermosa cargada de disgusto: que me defendiera
me provocó un cosquilleo de pies a cabeza.
Le hablaba al sujeto de ojos verdes y
cabellos rojos que acababa de aparecer a su lado. Él había sido el maldito que
me había aventado como a un sucio trapo.
—
¡Es un demonio!
— le espetó, y por un momento deseé no
serlo porque los ojos claros me observaron, ligeramente sorprendidos—. El otro estaba por los jardines, espiando a la niña.
Probablemente lo hicieron para distraerte.
—
¿Qué…?
—
¡No! — grité
ante la consternación de sus ojos—. Yo…yo solo andaba…
El ángel
hermoso entrecerró la mirada, intranquilo—. ¿Sucedió algo con Albania, Nanael?
¿Albania?
El tono lleno de preocupación me
descuadró. ¿Quién es Albania? ¿Por qué su voz suena tan afectada al
mencionarla?
—
¡Ni siquiera
llegué a verla más de cerca! — exclamó Valak con sorna. Traté de pedirle que no hablara, pero ya estaba ahí, sonando demasiado
arrogante—: Solo queríamos pasar a ver a los
perritos guardianes que cuidan con tanto recelo a la Madre e Hija.
¿Madre e Hija?
Dirigí mi mirada hacia el frente:
cabello marrón, cabello rojizo. Ojos miel, ojos verdes. Se ven diferentes pero
ambos comparten mucha similitud en la esencia que percibo alrededor.
—
Los Custodios
de La original— murmuré para mí misma.
Claro, eso explicaría por qué se ve
tan especial: no por nada se habla tanto de los dos custodios que el Todo creó
especialmente para la ocasión.
¿Albania sería ella? ¿La Madre e
hija?
El sujeto de cabellos rojizos nos
miró con advertencia:
—
No vuelvan si
no tienen nada que hacer por estos lares — dijo con severidad.
Sentí que la energía volvió a mí de
golpe. Cerré los ojos y adopté mi apariencia humana.
Las ondas de mi cabello y todo el
vestido violeta estaban estropeados por el reciente baño que acababa de darme
en el arroyo.
—
Volveremos
cuantas veces se nos pegue en gana—respondí, retándolo ante el maldito tono de superioridad que había
empleado. ¡Jamás me habían tocado con tan poca consideración como aquel
estúpido ángel!—. No eres nadie para decirme por dónde puedo movilizarme y por
dónde no.
A mi lado,
Valak aprobó mi comentario con un: “así se habla, preciosa”.
—
No me haré
responsable de lo que suceda si llegan a meterse en donde no los llaman—añadió
el pelirrojo.
—
No vengas a
ponerme límites territoriales, ángel. Tus advertencias me tienen sin cuidado.
Los ojos verde agua se entrecerraron
adustamente. Los ojos miel y el cabello desordenado se pusieron delante de mí:
—
No queremos
iniciar una pelea — me pidió. Traté de no verme demasiado afectada por su
presencia—. Mientras no planeen algo en nuestra contra, o busquen acercarse
demasiado a nuestra custodiada, no habrán inconvenientes entre nosotros.
Su
custodiada…
Albania.
—
Tenías razón,
preciosa — soltó Valak explotando de la risa—. ¡Efectivamente son los perritos
guardianes de la Madre e Hija!
El pelirrojo nos lanzó una mirada
iracunda. Yo, por otro lado, no podía despegar la mirada del otro; del ángel de
cabellos marrones.
—
Vámonos,
Aniel— ordenó el de ojos verdes. Parecía tener ganas de lanzarse sobre Valak
por lo de “perritos guardianes”, pero estaba conteniéndose por respeto a la
razón.
Dijo “Aniel”,
¿verdad?
Así que él era el famoso Aniel; el
custodio que simbolizaba a la pureza excelsa. ¿Cómo no me di cuenta antes? Todo
su ser gritaba su naturaleza entera.
—
¡Te has
atrevido a materializarte! — oí que lo reprendía mientras se
alejaban—. ¡Y encima te encuentro con una
demonio!
—
Comprendo la
reprimenda por lo primero, Nanael — le respondió con tranquilidad—. Pero no tengo por qué disculparme por lo segundo. No sabía que era una
demonio; no intentó atacarme.
—
Porque no
tuvo el tiempo necesario — soltó con severidad. Rodé los ojos,
algo divertida.
No tuve el tiempo necesario… sí, es
verdad.
No tuve tiempo para besarlo, porque
eso era realmente lo que quería hacer. O tal vez, como dice su compañero, sí lo
hubiera atacado: si no hubieran
llegado ni él ni Valak, hubiera hecho de todo para seducirlo y llevármelo
conmigo.
—
Todos los
demonios no son como crees, Nanael — fue lo último que oí de sus labios, porque Valak me tomó por la mano e
instantáneamente nos transportamos a la casa que habíamos decidido usar como
morada en esta ciudad.
—
No llegué a
verla bien; creo que se veía como una niña muy pequeña — me comentó mientras yo me quitaba el vestido estropeado.
—
¿De qué
hablas?
—
¡De la
Original! — Elevé las cejas y asentí, sin prestarle verdadera atención.
No pude evitar ver la luna a través
de los ventanales: los ojos miel y el cabello desordenado me habían dejado algo
atontada.
—
¿Qué? — oí a
Valak y desperté de mi ensoñación—. Manu, ¡no puedes tener hambre cada dos
minutos, por amor al Todo!
—
En cualquier
momento esa cosa terminará comiéndote a ti — bufé.
Me dijo que volvería en unos
segundos; me quedé sola, en la extensa habitación. No me molesté en encender
las lámparas. Solo me quedé ahí, observando mi reflejo en el espejo.
Me quité las prendas, una a una, y
quedé completamente desnuda, solo iluminada por la luz que se filtraba por las
ventanas.
No pude evitar tocarme la punta de la
nariz, tal y como él había hecho con delicadeza.
Aniel.
Cerré los ojos y traté de copiar al
máximo su apariencia. Para cuando los abrí, tenía al ángel de los ojos miel
desnudo y mirándome fijamente.
No, no puedo copiar su mirada. Tiene
algo que jamás voy a poder copiar.
Me acerqué al espejo y deposité un
beso sobre él. Nuevamente adquirí mi forma humana.
»— Pero qué
bonita eres.
Recuerdo la voz del humano diciéndome
ninfa de plata, diosa del amor...
...pero ninguna de sus palabras
rebuscadas habían logrado lo que él había
conseguido sin mucha dificultad.
Su halago no había salido buscando
sonar seductor, o esperando obtener algo a cambio. Había sido sincero,
sumamente sincero; y eso había bastado para hacerme sentir muchas cosas.
Me dejé caer sobre el lecho; solté un
suspiro.
Amor, amor...
Quiero...
¿Qué es lo que exactamente quiero?
¨°*°*°*°¨
NUNA
¡Pam pam-pim-pam-pim-pom!
Bejle dice que son imaginaciones mías,
pero estoy casi segura de que algo ha pasado con esta niña.
—
Niña
Albania... — la llamé. La melodía en piano estaba sonando escandalosamente
turbulenta.
Las notas continuaron saliendo sin
ningún tipo de armonía. Sorel, que estaba sentado a un costado aprovechando que
no había demasiado que hacer alrededor, fruncía cada vez más el ceño ante la
melodía estruendosa.
¡Pam pam-pim-pam-pim-pom!
Con todo el dolor de mi corazón, creo
que debo admitir que la cara de caballo de Tamaya tiene algo de razón: mi niña
Albania es muy buena en todo lo que hace menos con el piano.
Aunque ya no sé bien si este
concierto mal dado es por lo complicado que le resulta memorizar la posición de
las notas…
…o porque sigue disgustada por quién
sabe qué.
Ayer la oí pegar un grito fortísimo
mientras charlaba con Bejle sobre las compras que harían por la mañana para la
despensa de la cocina. Subí presurosa, temiendo que pudiera haberse lastimado,
y cuando abrí la puerta me encontré con el cuadro más extraño de la historia.
La niña Albania lloraba y cuando se
dio cuenta de mi presencia se abalanzó sobre mí, completamente afectada.
»— Niña, vamos, ¿qué ha sucedido?— le
pregunté después de pedirle a Bejle que le sirviera una enorme taza de leche
con miel. Inclusive cambiamos la taza de porcelana por una de las copas para
vino para que se sintiera más cómoda y hablara, ya que le encantaba tomarse las
cosas en copas como lo hacía la “gente grande” como ella repetía.
Pero esta vez no funcionó ni siquiera
el sugerirle tomarse la leche en una copa para champán.
»— Nuna, tal vez deberías hablar
de esto más seriamente con el señor Formerio — me sugirió Bejle horas más
tarde, cuando mi niña ya dormía perfectamente arropada en su habitación—. No es
normal que la criatura llore con tanta pena y no nos diga nada.
»— Ay, Bejle…— Me preocupé
muchísimo ante sus palabras y no sé qué cara habré puesto que al instante se
corrigió.
»— Ya, Nuna, no es para tanto. A
lo mejor se acordó de su abuelo y como lo extraña pues le dio tristeza.
Ojalá sea eso.
¡Pam pam-pim-pam-pim-pom!
—
Eh…en
seguida regreso. Creo que… Bejle podría necesitar ayuda— comentó Sorel
poniéndose de pie y saliendo presuroso del salón.
No
va a ayudar a Bejle con nada. El asunto es que cualquiera que se quede en esta
habitación definitivamente terminará sordo.
¡Pam pam-pim-pam-pim-pom!
—
Niña
Albania… — volví a pedir tratando de mantener los nervios en calma.
Las teclas del piano eran
aplastadas sin piedad alguna; las ondas castañas se movían furiosas en cada
tocada.
¡Pam
pam-pim-pam-pim-pom!
—
Niña
Albania…
¡Pam
pam-pim-pam-pim-pom!
—
¡NIÑA
ALBANIA!— grité y todo quedó sumido en silencio.
Afuera el viento silbó al cruzar
los jardines. Aquí, mi niña bajó las manitas con desgano y soltó un suspiro
demasiado angustiado.
Dios mío, ¿qué pasa? No es normal
que una niña suspire con tanto pesar.
—
¿Niñ…?
—
¡Ya
te dije que no quiero hablar contigo! — exclamó obstinadamente. Por un momento
me sentí dolida al pensar que las palabras iban dirigidas hacia mí, pero al
instante la vi mirar al costado, como charlando con alguien más—. ¡No volveré a
dirigirte la palabra porque eres un mentiroso!
Ay, Señor Santísimo, ¿otra vez estamos con los amigos
imaginarios?
—
Es
que… yo también quiero tocarte — murmuró decaída. ¿Qué?
Escuché el sonido de un coche
deteniéndose en los exteriores. Pensé en ponerme de pie para preguntar de quién
se trataba, pero nuevamente la oí:
—
Déjenme
sola, ¡no quiero hablar con ninguno! ¡Con ninguno! — repitió, y después volteó
el rostro enfadada.
—
¿Niña…Albania?
— pregunté con cautela.
—
Perdóname,
Nunita — me dijo y después la boquita le tembló: un claro indicio de que en
cualquier momento estallaría en llanto.
Pero no, no lo hizo. Infló los mofletes y…
¡Pam pam-pim-pam-pim-pom!
…el concierto estrepitoso reinició.
¡Pam pam-pim-pam-pim-pom!
Iba
a pedirle que no se desquitara con el pobre piano, porque era evidente que la
melodía mal tocada era a causa de un berrinche, pero en ese momento las puertas
del salón se abrieron de par en par.
¡Pam pam-pim…!
—
Pero
qué concierto tan interesante — oímos. La melodía tortuosa se detuvo; los ojos
de mi niña se iluminaron—. ¿Acaso estás planeando crear un nuevo género
musical, princesa?
—
¡Tía
Morgana! — chilló mi niña saltando rápidamente del taburete para lanzarse a los
brazos de la recién llegada.
La
señora Morgana estaba tal y como la recordaba: con los perfectos cabellos
grises sujetos en el elegante moño, el vestido de talante refinado (en esta
ocasión azul oscuro), los guantes en un tono más claro a modo de juego, y la
soberbia joyería en cuello y brazos.
Eso
sin contar la mirada desafiante y los labios curvados en una sonrisa que nunca
llegaba a ser descubierta: uno no sabía si se trataba de una arrogante o una
simplemente juguetona.
—
Yo…yo
estaba punto de pedirle que se detuviera, señora — comenté mientras se
inclinaba para recibir los afectuosos besos de mi niña.
—
¿Que
se detuviera? — replicó divertida, con una perfecta ceja en alto—. ¿Y eso por
qué, Nuna?
Iba
a responderle que se trataba de un berrinche sin motivo aparente, pero la
sonrisa misteriosa, tan típica de la señora Morgana, me apabulló.
—
Esta
niña está desfogándose— dijo mientras le acariciaba los cabellos—. Déjala,
Nuna; solo está concentrando toda su ira en algo exterior ya que por lo visto
algo no ha sido de su agrado. —Se inclinó un tanto y la observó con suspicacia—.
¿Verdad, princesa?
Mi niña asintió llena de convicción.
—
Así
es, tía. ¿Cómo lo supiste?— preguntó asombrada.
—
A
mi edad todo se sabe solo observando algunos gestos, princesa. Y si tuvieras un
par de años más hasta apostaría que es por un muchacho, pero creo que para eso
aún falta un tanto.
¿Mmm? ¿Algo que no ha sido de su agrado? ¿Pero qué pudo
haber sido?
—
Y si es por el piano ni te preocupes, Nuna —
añadió la señora. La ronquera de su voz siempre me intimidaba un poco: nunca he
recibido un desplante de su parte, pero todo su porte era demasiado extenuante—.
Podemos comprar otro, no sería nada del otro mundo.
La
niña Albania sonrió, preguntó si realmente comprarían otro piano si ella lo
estropeaba y la señora le respondió que “por supuesto, para ella todo lo que
pidiera. Hasta el cielo, de ser necesario”.
No
pude evitar recordar las palabras de mi señora Marlene:
»— Realmente estimo a mi hermana,
Nuna. Pero a veces repruebo su conducta.
La
señora Morgana comentó que había traído miles de obsequios a propósito del
cumpleaños de la niña Corín que sería dentro de un par de días.
—
Pero
los más grandes y hermosos son para mi sobrina más bonita.
—
¿Para
mí, tía?
—
Evidentemente,
preciosa. Hay regalos que se aprecian mejor en ciertos brazos… — Se inclinó un
tanto y sonrió—. He traído un par de vestidos que solo tú podrías lucir mejor
que ninguna.
La niña Albania soltó un gritito y dio varios brincos,
encantada.
—
Antes
tomaré un baño, ¿si, querida? También tengo algunos obsequios de parte de
Alexia. Tuve el placer de encontrármela durante mi estadía en Libiak. Y de paso
hablaremos sobre las cosas que están agobiando la cabeza de mi princesa.
Quise
explicar que a lo mejor era solo un berrinche infantil, pero ella ya había
ordenado que se le preparara un baño mientras salía en compañía de la niña
Albania rumbo a la habitación que solía acondicionársele cuando llegaba de
visita.
»— Morgana es como una niña, Nuna.
Ni la muerte de su esposo, ni la lejanía de sus dos hijos la han afectado. Solo
se concentra en el presente, en sí misma y en trivialidades; y eso no me
preocuparía tanto si no fuera por que es casi un modelo a seguir para Alexia.
La
señora Marlene quería a su hermana menor, pero solía repetir que mantenía un
estilo de vida algo frívolo; que le preocupaba la influencia que podía ejercer
en su sobrina, la señorita Alexia.
Empiezo
a pensar lo mismo acerca de mi niña Albania.
¨°*°*°*°¨
ANIEL
—
Por
todas las creaciones, eso suena terrible — escuché de Nanael; las notas en
piano llegaban hasta aquí y no sonaban nada armoniosas.
Estábamos
en Izhi. Caila y algunos subordinados suyos habían venido a verificar la
situación con Albania a propósito del encuentro que tuvimos con aquellos dos
demonios la noche anterior: uno respondía al nombre de Valak (él mismo se lo
había revelado a Nanael) y de la otra no sabíamos más.
»—
¿Un gato? — había comentado Caila cuando me preguntó a propósito de ella.
Asentí y después frunció los labios, pensativa—: Bueno, la verdad es que hay
muchísimos demonios que comparten la misma apariencia original. Trataré de
averiguar de quién se trata con las características específicas que me has
proporcionado.
»—
Si te soy sincero, no me parecía peligrosa — indiqué. Después de todo, esa
demonio simplemente había tenido un accidente y en ningún momento trató de
atacarme.
Caila
asintió sin estar verdaderamente convencida; lo supe porque cuando se acercó a
Nanael le susurró que “su hermano de nacimiento era algo ingenuo para este
mundo”.
Elevé
las cejas y ella recordó que mi sentido auditivo era bastante bueno. Muchísimo
mejor que el de cualquier otro hermano ángel a decir verdad.
»—
Lo… lo siento mucho — se excusó ligeramente avergonzada—. Me… ¡me refería a que
sueles confiar demasiado y…!
»—
Pierde cuidado.
Me
divirtió un tanto porque aún me parecía absurdo que entre los nuestros,
consideraran que Nanael y yo debíamos tener un “trato especial” por
supuestamente pertenecer a un rango que ninguno poseía.
»—
Caila tiene razón — añadió Nanael cuando ella y la comitiva que había venido
consigo se retiraron—. Confías demasiado, Aniel.
»—
Creo que en realidad tú eres demasiado receloso con todo alrededor— rebatí.
La
lluvia de ayer había dejado todo Izhi con una hermosa apariencia repleta de
humedad.
»—
¿Lo ves? Ni siquiera estás tomándote esta charla en serio.
»—
¿Pero qué estoy haciendo?— señalé sin comprender.
»—
La sonrisita de chiquillo que traes no ayuda, Aniel. — Elevé las cejas y rompí
a reír. Tal vez debí evitarlo: Nanael solo había fruncido aún más el ceño,
evidentemente disgustado.
Quería
pasar a ver a Albania porque desde ayer no había sido posible que charlara con
ella para ver si aún seguía enfadada: Nanael había insistido en que era mejor
darle algo de tiempo para que se tranquilizara.
Comenté
al aire que iría a verla, pero repentinamente escuchamos las notas disonantes
provenientes de la casa.
Bien,
parece que alguien ha empezado con las prácticas de piano.
Nanael
comentó que la melodía podría hasta matarlo; le dije que Albania se esforzaba
muchísimo en sus lecciones pero que le resultaban muy complicadas.
—
Pues
parece una mala interpretación a propósito — indicó cuando aparecimos frente a
los ventanales que conectaban la sala de estar con el inmenso jardín.
Ahí
estaba Albania, sentada sobre el taburete acondicionado para su estatura, y presionando
las teclas del piano sin delicadeza alguna.
Nuna
la observaba consternada desde su sitio en el sofá individual. Trataba de
hacerla desistir pero Albania ni siquiera la escuchaba; solo hundía los dedos
en las notas con los ojos enfocados directamente en sus manos.
—
¿A
dónde vas? — me preguntó Nanael en tono de amonestación.
—
A
hablar con ella — le respondí.
Si aún seguía enfadada por lo de
ayer debía tratar de descubrir el motivo de su molestia.
—
¿Hablar
con ella? Aniel, por amor al Todo, deja a esa niña tranquila. Ya se le va a
pasar.
—
Nanael…
—
¿Que
no es evidente? Está molesta porque Gremory logró hacer algo que ella quiere
desde hace mucho: tocarnos. — Bueno, sí, parecía ser eso pero lo más
conveniente era hablarlo con ella—. Simplemente es un berrinche: no tolera que
otros hagan cosas que ella no logra conseguir.
Lo miré sin saber qué decir; adentro, Albania volteó de
reojo: nos vio.
Giró el rostro y las notas empezaron a salir con más
brusquedad: seguía enfadada.
—
Aniel…
¡Aniel!
Ignoré
las advertencias de Nanael e ingresé al salón. Las notas se escuchaban más
nítidas y la terrible melodía me lastimó los oídos.
Se
dio cuenta de mi presencia y bajó las manos, justo después de que Nuna alzara
la voz, invocando su atención.
—
¿Qué
pasó? — pregunté con amabilidad. Me observó de soslayo y después suspiró—.
¿Sigues enfadada?
—
¡Ya
te dije que no quiero hablar contigo!
Al lado, Nuna la observó
sorprendida y algo dolida.
—
No
grites — indiqué con seriedad. Volteó a verme, con los ojos enormes abiertos de
par en par, y después volvió a enfocarse en el piano.
—
¡No
volveré a dirigirte la palabra porque eres un mentiroso!
—
¿Un
mentiroso? — repetí sin comprender—. Albania, Gremory puede tocarme porque
compartimos ciertas similitudes en nuestras naturalezas; no porque me haya
materializado.
Me miró un tanto dubitativa.
—
Es
que…— inició en voz bajita—…yo también quiero tocarte.
Entrelazó las manos sobre su
regazo. Suspiré: tal vez si accedía ella dejaba de sentirse tan trist…
—
Está
prohibido, no me hagas repetirlo más — respondió Nanael que acababa de aparecer
junto a nosotros.
El gesto enfadado retornó a su rostro:
—
Déjenme
sola— murmuró y después elevó la voz, no conteniéndose más—, ¡no quiero hablar
con ninguno! ¡Con ninguno!
—
¡¿Ves
lo caprichosa que es?! ¡No puede ni hablarse con esta niña!— exclamó Nanael enfadado.
El tono salió con brusquedad: Albania bajó la mirada, le temblaron los labios.
Pensé que iba a llorar pero decidió reiniciar con el concierto estrepitoso.
¡Pam pam-pim-pam-pim-pom!
Quise
añadir algo más, pero en ese momento alguien llegó de visita: la cuñada de su
abuelo, Morgana, acababa de ingresar al salón.
Nanael
se dio media vuelta y atravesó las paredes, rumbo al jardín. Le di una última
mirada a Albania que se olvidó por completo de todo para saludar afectuosamente
a la recién llegada.
La
sonrisa de Morgana Privato me perturbó ligeramente: no sabía que tenía esta
mujer pero desde que la vi por primera vez siento algo extraño cada vez que
vuelvo a verla.
Parece
de esos humanos que han adquirido la tranquila sabiduría que proporciona la
experiencia de los años; y a la vez parece tomarse todo a broma.
Lo
raro de todo esto era que aunque fuera imposible, sentía como si ella también
pudiera verme.
Saludó
a Albania inclinándose un poco, y de reojo observó al frente, en mi dirección.
Me
quedé estático, con la certeza de que era invisible a sus ojos, pero la sonrisa
misteriosa que se le formó en la boca me puso a la defensiva.
Cerré
los ojos y preferí seguir a Nanael.
—
No
sé cómo demonios la humana soporta a esa niña — oí su voz: había decidido
venirse para la parte del prado repleto de flores.
—
¿De
quién hablas? — le pregunté sin interesarme en realidad. La sonrisa de Morgana
me había dejado algo perplejo.
Hay algo en esa mujer…
—
De
Nuna. No sé cómo puede tolerarla tanto — prosiguió él irritado—. Es mimada
hasta la médula, y caprichosa como no se tiene idea.
—
No
seas tan duro — repliqué.
La primera vez que me topé con
Morgana Privato fue aquella tarde soleada, exactamente hace seis años.
»— ¿Ella es la niña que ahora está
viviendo con ustedes? — le había preguntado a su hermana, Marlene. Ella
asintió, y después Morgana le pidió a Nuna que la dejara cargarla.
»— ¿Quieres cargar a un bebé? —
preguntó Marlene Formerio elevando una ceja—. Te recordaba como una defensora
de las “nanas que le quitan a una el peso de cargar con las criaturas” — añadió
con burla.
»— No voy a negarte que ni cargar
a mis dos hijos era de mi pleno agrado, y que celebré muchísimo que aprendieran
a caminar para no quedar como la madre desnaturalizada que no gusta de mecer
bebés — había respondido riendo —; ¡pero esta niña es irresistible! ¡Y qué ojos
tan encantadores tiene!
Nanael se había retirado diciendo
que observar cada nuevo vínculo que Albania obtenía era más de lo mismo.
Yo preferí quedarme: la mujer,
Morgana, me tenía algo desconcertado.
»— Esta niña va a ser una
verdadera joya cuando crezca; y tiene el precioso nombre de la matriarca de los
Formerio — comentó observándola fijamente entre sus brazos—. Ni Alcides ni tú
van a poder evitar la enorme cantidad de pretendientes que se abalanzarán sobre
la casa.
»— Apenas es una criatura,
Morgana, ¿y ya estás pensando en el joven que la elija como esposa?—indicó
divertida Marlene Formerio.
»— ¿Elegirla?— exclamó soltando
una carcajada—. No, Marlene, si eres inteligente no permitirás que esta niña se
condene en cualquier simple matrimonio. ¡Lo tiene absolutamente todo para ser
feliz! Un apellido digno, una fortuna inmensa y si no me equivoco, la belleza
le sobrará. — Los ojos le brillaron maravillados—. Si desea casarse, ¡ella
elegirá! Ella será la que señale al afortunado. No vivirá bajo la odiosa sombra
de un hombre que no lo valga.
»— No hace mucho que sepultamos a
Vincent, Morgana— puntualizó su hermana con seriedad—. Ten cuidado con lo que
dices o la gente podría malinterpretar tus palabras.
»— ¿Malinterpretar? ¿Por qué
habrían de hacerlo? — Tomó a Albania y la elevó hasta la altura de su rostro
para verla fijamente a los ojos y sonreírle con elegancia—. Todo el mundo sabe
cuánto respetaba a mi difunto esposo, querida.
Marlene Formerio observó
disimuladamente a Nuna: evidentemente reprobaban el tono de las palabras.
»—Otra cosa es que no lo amara—
murmuró tan bajo que solo yo fui capaz de escucharla. Leí sus emociones
rápidamente: había resentimiento, tedio, inclusive un poco de alivio tal vez al
verse viuda.
Nuna tomó en brazos a Albania y
dijo que ya era hora de darle de comer.
Tocaron la puerta; uno de los
empleados anunció la cena.
»— Esa niña va a ser hermosa,
Marlene, muy hermosa — comentó alegre mientras salían de la habitación—. Tan
hermosa que los mismos ángeles van a amarla. — Y antes de cerrar la puerta
sentí que observó en mi dirección.
Morgana Privato no me parecía una
mujer peligrosa: simplemente parecía vivir adelantada a su época, y con unos
deseos de libertad que fueron reprimidos cuando su esposo vivía (no sé, es la
impresión que me ha provocado después de observarla durante sus visitas
realizadas en seis años y oír sus relatos con respecto a él).
Lo único que me ponía en alerta
siempre que llegaba eran las miradas y sonrisas misteriosas que solía dar en mi
dirección. Estoy muy seguro de que no puede verme, pero a veces sentía como si
ella guardara celosamente un secreto.
La mañana pasó con suma lentitud:
Nanael aprovechó e insistió con sus clases sobre gozos y salmos.
—
Los
martirios resultarían sumamente sencillos para ti, ¿verdad? — le pregunté
cuando terminó de enseñarme un salmo de exclusión y encierro.
Estábamos bajo la sombra del mismo árbol sobre el que él
solía sentarse.
—
Lo
único que diferencia a los martirios de los gozos es que los primeros son
realizados por demonios; en la parte estructural son muy parecidos — me
respondió. Noté cierta chispa de curiosidad en sus ojos—. Si no estuvieran
prohibidos para nosotros…
—
…ya
estarías practicando con ellos — concluí. Nanael sonrió y asintió.
—
Es
una lástima que el Todo nos haya dado la capacidad de crear gozos, pero no
poder usar martirios.
Nanael
y yo teníamos la capacidad de crear gozos nuevos, aunque él definitivamente
tiene más imaginación al unir emblemas y símbolos para crear diferentes ataques
y defensas. Caila se mostró muy sorprendida cuando se enteró: por lo visto
habían ángeles que solo podían repetir gozos ya existentes.
Él insistía diciendo que yo debía
practicar más.
La intensidad del sol había menguado
un tanto: supuse que ya serían las cuatro o cinco de la tarde.
—
Mira
a quién tenemos por allá — mencionó Nanael reincorporándose. Elevé la mirada y
me encontré a Albania acercándose con algo de timidez.
Me puse de pie yo también.
Llegó hasta nosotros y después apretó con fuerza los
pliegues de su vestido.
—
¿Y
bien? ¿Qué sucede ahora? — lanzó Nanael. Ella elevó la mirada y después se
mordió los labios, con culpabilidad.
Algo de viento cruzó con fuerza.
—
No…no
debí gritar — dijo en voz bajita—. No debí gritarles… ni decirte mentiroso,
Aniel. — Me incliné un tanto y ella me mostró sus enormes ojos cargados de
remordimiento—. No te enfades, por favor. No volveré a gritar, ¡no lo haré
nunca más! Cuando esté molesta, voy a decir por qué y no simplemente llorar.
Nanael
me observó de reojo: escuché claramente que me dijo, sin necesidad de hablar,
que ella merecía algo más de escarmiento.
—
¿Prometido?
— le pregunté. Nanael puso los ojos en blanco.
Los ojos enormes se iluminaron:
—
¡Prometido,
Aniel! ¡Prometido!
Bueno, creo que con eso basta.
—
Nunca
va a aprender si no somos más severos — me reprochó Nanael cuando le desordené
el cabello. Albania me sonrió e hizo como si me tocara la mano.
—
¡La
tía Morgana me ha traído muchos obsequios! — nos dijo entusiasmada—. ¡Cuando
volvamos se los mostraré!
Nanael sugirió que retornáramos a la casa, pero ella dijo
que quería jugar un rato.
Corrió
al arroyo, esta vez fue muy cuidadosa y solo se columpió. No se mojó el vestido
y mientras correteaba de aquí para allá Nanael insistió con lo de las clases de
gozos.
Me
senté junto a él; Caila apareció solo para decir que la demonio de la vez
pasada respondía al nombre de Nhyna y su especialidad era brindar amor forzado.
No me pareció una noticia para alarmarse, y creo que Nanael también lo tomó así
porque le dio las gracias a Caila y eso fue todo.
El
sol brilló con muchísima fuerza; como ayer había llovido las hojas de algunas
flores aún tenían algo de rocío y reflejaban los rayos luminosos.
La
luz de la luna suele darme mayor energía, pero creo que puedo aprovechar algo
de ésta.
Cerré
los ojos y dejé que los destellos me alimentaran; hasta que la voz de Albania
resonó:
— ¡Miren lo alto que he llegado!
Giro
y me la encuentro sentada sobre la rama de uno de los árboles cercanos. Está
sonriente mientras balancea los pies entusiasmada.
— ¿Puedo saber cómo ha llegado hasta allí, señorita? —
le pregunto.
— Tienes los ojitos violeta, Aniel. ¿Estás llenándote de
energía? — Asiento y ella dice que aunque le gusta el color, prefiere los ojos
de sol.
Es
una muy curiosa manera de describir mis ojos.
— Cuidado, Albania. Si te lastimas, van a reprender a
Nuna— advierte Nanael.
Ha
vuelto a sentarse sobre la hierba y lee con atención sus trazos en la tierra.
— ¿Más gozos? — profiero divertido. Me dice que él, a
diferencia de “otros”, sí emplea su tiempo en cosas importantes.
De
acuerdo, cuando dice “otros” habla de mí.
— Eres el compañero más aburrido de la historia.
— Ya estás hablando como humano. Adquiriendo términos y
palabras que no son necesarias.
Suelto una carcajada.
— ¿Por qué siempre eres tan estricto, Nanael?
— ¿Será porque mi especialidad es el castigo y la
severidad? — Elevo las cejas ante el tono mordaz—. Para ser el portador de la
pureza excelsa, eres bastante simplón, Aniel.
— ¿Y ahora quién está usando términos humanos?—reclamo
fingiendo indignación.
Me
mira irritado; sonrío y para que no se enfade más le digo que me enseñe más de
esos gozos que tan meticulosamente crea, pero la risa de Albania nos obliga a
mirarla:
El
árbol está muy alto y no sabe cómo bajar.
— Llamaré a Nuna — dice Nanael poniéndose de pie—. No me
tomará más de algunos segundos susurrárselo.
— Nuna querida se va a molestar conmigo— replica
Albania—. ¡No, por favor!
— ¿Entonces a tu tía? ¿A Sorel? ¿A alguien?
— ¡No, no! —exclama abatida—. ¡No podemos llamar a nadie
porque se enfadarán! ¡Nuna me prohibió trepar a
los árboles!
Sí,
es verdad. Yo mismo oí a Nuna decirle hace un tiempo que una señorita jamás se
trepa a los árboles.
— Entonces será para que la próxima vez no subas.
Observo
a Albania. Suplica que por favor la ayudemos a bajar, que la altura la está
mareando un poco.
¿Mareos?
Ella nunca ha sentido mareos.
— ¿Qué crees que haces?
— No va a poder bajar, Nanael— le digo cuando me detiene
por el hombro. Ella nunca ha sentido mareos, eso me preocupa un poco.
Materializarme para ayudarla a bajar no era tan descabellado: solo sería un
segundo—. Aún es pequeña, no tenemos por qué ser tan severos.
— Nosotros no somos ninguna especie de nodriza, Aniel. —
Nanael nunca entiende de razones. ¿Acaso cuesta tanto ayudarla a bajar? Ayer no
recibí ninguna amonestación por materializarme; tal vez hoy sería igual—.
Además, ¿no te has dado cuenta? Es solo un truco para que te materialices.
Tanto que le has comentado que sí podemos hacernos palpables es evidente que
quiere comprobarlo.
¿Qué…?
Giro y la observo
aún sobre la rama de aquel árbol.
— ¿Eso es cierto, Albania?— Ella frunce los labios y
parpadea varias veces. Y claro que sé de qué se trata eso.
Es
el gesto que siempre hace cuando se siente descubierta.
— Pensé que ya habíamos solucionado esto — le digo algo
decepcionado. Ella abre los ojos, se muerde los labios y arremete contra
Nanael:
— ¡Eres malo!
— Si quieres bajar llamaremos a Nuna, no hay opción a
más—responde él con indiferencia.
— ¡Malo!
A lo mejor Nanael
tenía algo de razón: Albania parece no comprender cuando no puede conseguir
algo.
— Aniel… no te enfades — me pide con los ojos
brillantes—. No te enfades; ¡tú no, por favor!
— Aniel… — me llama Nanael.
A lo mejor ella realmente está creciendo con
demasiadas permisiones.
Asiento y decido sentarme junto a Nanael. De algún
modo tiene que aprender.
—
¿No vas a
ayudarme? — escucho.
Observo
uno de los árboles de allá atrás: ha crecido torcido. Tal vez si lo hubieran
ayudado a corregirse se vería diferente.
— No, ninguno lo hará— responde Nanael con severidad.
— ¡No hablaba contigo! —grita nuevamente. La observo y
compruebo que está a punto de llorar—. ¿No vas a ayudarme, Aniel? — Niego con
la cabeza, con algo muy parecido a la culpa dentro de mí: es sencillo ayudarla
a bajar, pero ella debe… tiene que
aprender que las cosas no se obtienen de esa manera—. ¿No lo harás?
— ¡Ya dije que no lo hará, Albania! —sentenció Nanael—. Espera,
llamaré a Nuna.
— ¡No quiero! — exclamó obstinadamente—. ¡Bajaré sola!
— Te estoy diciendo que llamaré a Nu…
— ¡No, no, no! ¡Bajaré sola! ¡Sola! — chilló enfadada.
— ¡Albania, no! — ordeno.
Se
ha deslizado con cuidado hasta el tronco y se ha puesto de pie con todo el
cuerpo temblándole por completo.
Cielos,
realmente está muy alto.
— Déjala, si se cae, será por su propia culpa.
— ¡Puede matarse!— exclamé sin creer su indiferencia.
— No será así, lo sabes bien.
— ¡Nanael!—repliqué.
— Llamaré a Nuna
Nanael
desaparece instantáneamente. Imagino a Nuna escuchando un susurro lejano: “ve
por Albania al prado de flores”. Ella pensará que ha sido un pensamiento que se
le ha cruzado por la mente, correrá presurosa si es que a Nanael no le toma
tiempo convencerla de que es una buena idea, y después recorrerá todo el
inmenso jardín.
Después
debe ingresar a Izhi, atravesar algunos árboles, doblar a la derecha, derecha,
izquierda, derecha, ver el arroyo, doblar a la izquierda de nuevo, y recién
llegará.
Demorará much…
— ¡Ah!
Escucho un gritito lleno de espanto. Giro y la veo
caer violentamente con el rostro lleno de terror.
¡No!
No lo pienso ni dos veces y cruzo el espacio.
— ¡Alak lour!
Siento el viento golpear con más fuerza, pero en ese
momento un peso cálido cayó sobre mi pecho.
Las ondas castañas me hacen cosquillas en el mentón, y
después los ojos enormes me observan asombrados.
— Aniel… — susurra y después suelta un gritito,
emocionada—. Te siento, ¡te siento! ¡Puedo tocarte! ¡Puedo hacerlo!
No
puedo evitar sonreír: sí, sé que está mal y se ha salido con la suya.
¿Pero
cómo puedo reprenderla si está así de contenta?
¨°*°*°*°¨
ALBANIA
La
tía Morgana lo dijo, ¡la tía Morgana aseguró que no fallaría, que ella sabía de
lo que hablaba!
Que
cuando quieres obtener algo, gritar y hacer berrinches no siempre funciona.
»—
Es sencillo, princesa. Si quieres obtener algo y sencillamente no se te concede
al pedirlo, puedes usar otros trucos.
»—
¿Trucos, tía?
»—
Si no te lo conceden por voluntad, pueden concedértelo a fuerza. Y cuando digo
“fuerza”, no hablo de sonar grosera y demandante, sino todo lo contrario. — La
tía Morgana siempre sonríe así cuando está muy segura de algo. La escuché con
muchísima atención—. Haz que se sientan “obligados” a darte lo que pides.
»—
¿Obligados?
»—
Una vez quise emprender un viaje de seis meses, sola y lejos de Libiak, querida.
— Sacó esa barrita larga que se llevaba a la boca y después botaba una bolitas
de humo; el abuelo siempre le decía “Morgana, no fumes en frente de la niña”,
pero como el abuelo no estaba ella decía que no importaba—. Fingí un fuerte
dolor en el pecho antes de comentar mis planes. — Soltó una risa que no
entendí—. Vincent se asustó tanto que me dejó partir sin decir palabra alguna.
Ah,
el tío Vincent. Nunca lo conocí pero la tía solía hablar de él, siempre
riéndose.
»—
Y ahora, que esa cabecita piense cómo obtener lo que tanto quiere. Si me
dijeras más a fondo qué es lo que tanto deseas podría ayudarte…pero ya sé que
hay “algunas cosas” que no puedes compartir con todos.
Me
pidió que girara una vez más, con el nuevo vestido color melocotón que me había
traído, y después me dijo que fuera a seguir sus consejos; que después le
contara los resultados.
Iba
a bajarme del árbol, molesta con Nanael porque él siempre arruina todo y mi
plan de subirme había sido por las puras; y entonces no sé qué pasó que no pisé
bien el lugar por el que había subido y entonces sentí que caí.
¡Fue
horrible! Era como si me quitaran algo de adentro con muchísima fuerza. Cerré
los ojos y solté un grito porque no quería golpearme y estaba muy alto…
…y
entonces sentí que me recibieron con suavidad.
Abrí
los ojos: pensé que caer iba a dolerm…
¿Eh?
El
corazón me brincó como pajarito. Abrí muchísimo más los ojos y entonces lo vi…
Era
él… él…
— Aniel… — Lo vi muy cerca. Los ojitos se le habían
puesto color sol otra vez. Solté un grito, emocionada: ¡era él! ¡Era él!—. Te
siento, ¡te siento! ¡Puedo tocarte! ¡Puedo hacerlo!
—
Albania…—
me dijo negando con la cabeza. Parecía a punto de enfadarse pero lo abracé con
fuerza.
¡No puedo creerlo! ¡Es él! ¡Así se siente él!
—
¡Qué
contenta estoy! — Aproveché y lo abracé ¡fuerte fuerte!
Cuando abrazaba al abuelo sentía como abrazar a un enorme oso de
felpa, pero Aniel… Aniel era…era…
Era lo más bonito, ¡lo más lindo del universo!
Alcé las manos y llegué a su cabeza: onditas color marrón como los
bombones rellenos de fresa. Y sus mejillas, ¡sus mejillas son suavecitas! Y sus
pestañas muuuy largas.
—
Te
siento, puedo abrazarte y tocar tu cabello: ¡es muy suave! Y también puedo
darte miles de besos.
No pude aguantarlo y lo besé en las mejillas, como Nuna
solía hacer conmigo.
—
Van
a regañarme por esto…— Soltó un suspiro—. En fin, debemos hablar sobre esa
actitud tan obstinada. — Hundí la carita sobre su pecho: era cálido y parecía
que nadie podía hacerme daño ahí—. No puedes gritar siempre que quieres alg…
—
¡Hueles
muy bien! — exclamé cuando reconocí el aroma—. Como a estrellas, como a sol…
El sol…el sol…
Abrazando al sol…—oí a la voz fea
pero no le hice caso.
—
Albania,
no sabes cómo huele ni el Sol ni las estrellas— me dijo divertido.
—
Pero
el Sol y las estrellas son las cosas más bonitas del universo. ¡Y seguramente
deben oler tan bien como hueles tú!
Me
miró con una ceja en alto, y después soltó una carcajada:
—
Dime,
¿qué voy a hacer contigo, bonita?
—
Ahora
podré darte todos los besos que quiera, y abrazarte, ¡y jugar contigo!
¡Si todos lo vieran se quedarían
mudos de la impresión! Aniel era mucho más bonito así, materializado, porque lo
sentía y lo veía con más claridad.
—
No
podré materializarme siempre — me dijo depositándome sobre el suelo. Me aferré
con fuerza a su brazo—. Está prohibido.
Se arrodilló frente a mí y me desordenó el cabellito.
Salté emocionada porque ahora sí lo sentía.
—
Nuna
dice que en algún momento los amigos imaginarios tienen que irse… nunca te
irás, ¿verdad?
—
Soy
real, bonita. — Aproveché y me aferré a su cuellito. El aroma de su pelo me
gustó muchísimo—. Y siempre voy a estar contigo.
—
¿Siempre?
—
Siempre.
Siempre…
Siempre…
Siempre…
¨°*°*°*°¨
Tres personajes más ingresaron a la historia: Valak es de esos personajes que tendrían que ser antagonistas y por cliché odiados, pero a mí me cae muy bien. También
ya vimos a Nhyna y su perspectiva
sobre lo que sucede alrededor. Sabemos que estaba tras un hombre apuesto y
socialmente encumbrado en el Mundo de los humanos… pero hay algo más en toda
esa fascinación por la belleza y la sensualidad por parte de ella. A lo mejor
por eso Aniel llama su atención, quién sabe (lo que ya vamos intuyendo es que
ella no lo quiere precisamente para charlar.
¿Qué opinan sobre Morgana? Personalmente
me da mucha curiosidad (y eso que yo sé la historia completa) y sí, parece
que Nuna cree que no es una buena influencia para Albania.
Albania: bueno, por ahora vemos
que ella es como cualquier niña (algo posesiva tal vez). Todo lo que ha sentido
en base a Aniel era como una especie de agonía silenciosa, porque en su mente de
niña ella NECESITABA tocarlo para confirmar que era real.
Nos vemos en unas semanas.
»ɜ~ɛ~ɜ~ɛ«
QUiero más!!! Morgana causa una curiosidad increíble, ella es la que va a enseñar a Albania a manipular y pensar que Aniel que redondito. Jajja, Nhyna es un gato, jajaja. Bueno ahora la entiendo un poco más pero no es suficiente aún me cae mal. Estoy enamorada de Aniel están cálido, ingenuo y dulce.
ResponderBorrarCarlaaaaaaaaa!! Holiiiis, la historia ya está avanzando más rapidín ahora que ya conocimos a los personajes principales :D Morgana me da mucha curiosidad a mí también, yo creo que en el fondo por ahí ella resulta siendo la mentora de todas las malas mañas que a lo mejor más adelante ella tiene. JAJAJAJAJA, Nhyna es un gato, xD los gatos siempre me han parecido algo soberbios así que por ahí va la cosa xD. Aniel...bueno, de Aniel no puedo decir más que es uno de mis hijos más amables e ingenuos <3 y ahora con Morgana enseñándole cosas malitas a Albania quién sabe qué pase más adelante :3
BorrarMiles de graciaaas por comentaaarr!! ;) me encanta que me dejes tus impresiones del capi siempreee!! ALGÚN DÍA TE LO RETRIBUIRÉ DE MANERA INCREÍBLEEE, LO JUROOOO!!!
Besiiitos y abrazoooooosss!!
Esa Nhyna! asi le echa el ojo a Aniel?! pero jamas le hará caso jojojojojojo xD yo creo que la tia Morgana sera la culpable de la conducta de Albania mas adelante, le esta enseñando malas cosas! ¬¬ y Aniel! asdfghjklñ es tan bonito!! mi solecito xDDDDDD yo tambien quiero un angel que me cuide asi!! Nanael es muy graciosos a veces, me gusta cuando discute con Aniel o con Gremory xD
ResponderBorrarme voy al siguiente cap!!! *-*
AHAHAHAHAHAHAHHA, Nhyna se templó pero maaaal, a primera vista y encima bien física la chica, quiere comérselo XDD. La tía Morgana va a jugar un papeeeeloooteee en la historiaaa, Luuuu!! es ese tipo de tías que pucha, dices, noooo la van a cagarrr, pero a la vez es como q la tia buena gente que te quiere llevar por el camino de la diversion desenfrenada XDD.
BorrarAniel es muy lindo, como personaje te juro que él ya solito se maneja, cuando escribo desde su perspectiva sale super natural. Creo que todos entendemos por qué albania se engancha tanto con él, él es super amableeeee y encima es lindo y buena gente, o sea qué mas!! xDDD HAHAHAHAH NANAEELLL, ese loco calato, me da risa cuando se pone en modo "severo", gremory la tiene aun algo dificil ah (como samin definitivamente nanael era mas cercano, porque como angel es super severe :3 )
Gracias por estar aquiii, Luuuu!! <3 <3