ACTO IV - Acto de contrición

LO-SI-EN-TO!!


Siento la demora. En fin, escribir este capi me ha gustado de sobremanera, porque en una parte narra un personaje del que sabíamos algo en Noches de insomnio y que la mayoría detesta y por primera vez ha tomado un papel más activo: veremos algunos de sus rasgos más íntimos y su perspectiva sobre el mundo. Y otro del que ya he estado lanzando pistas aparece por fin (es una rata pero me cae bien).

La lista con las canciones que propongo para el capi está aquí:


¨°*°*°*°¨


ACTO IV



ALBANIA


Estuve echada sobre la hierba mucho tiempo, ¡muchísimo! Ya ni siquiera sabía qué hora era.
El arroyo me devolvía mi reflejo: lograba ver un poquito de mi cabello y de mis ojos. Nunita siempre dice que tengo los ojos preciosos y que soy muy bonita.
Bonita…
Estiré un brazo y lo hundí sobre el agua; estaba tibia porque hoy hacía mucho calor. Según Sorel cuando hace mucho calor por la mañana, por la noche llueve porque el agua se ha evaporado en el río y en el mar o algo así.
 Maltés estaba ladrando contento por detrás. Giré de reojo, qué tontito: estaba tratando de comerse una mariposa.
Solté una risita y de repente escuché a Nanael:
    Estos son para escudo. — Escribía con una ramita sobre la tierra debajo de ese arbolito—. Y si le añades el emblema de Drol Yaccu, obtendrás una barrera de agua.
    La señora Drol Yaccu es la cuidadora del agua, ¿verdad? — pregunté acercándome.
Nanael no me respondió pero Aniel asintió:
    Efectivamente, Albania. — Elevó una mano y me despeinó el cabellito. Me puse de puntillas, buscando que me tocara la carita.
Pero no sentí más que airecito tibio.
No lo siento…
»— Tal vez deberíamos hablar de esto con su abuelo, mi niña — me había dicho Nunita ayer por la noche—. Sé que sus amigos imaginarios, Aniel y Nanael…
»— ¿Imaginarios?
La miré confundida; Nunita me apretó las mejillas.
»— Imaginario es cuando algo solo existe aquí. — Y me golpeó la cabecita con suavidad.
Recordé a Corín y a Tamaya.
»— ¿Entonces sí estoy loca, Nunita? — Sentí algo muy feo y grande aquí, junto al corazón.
Nunita abrió los ojitos y negó con fuerza:
»— ¡No, claro que no, mi niña! Tener amigos imaginarios es muy común: ¡todo niño ha tenido alguno, por lo menos!
»— ¿Entonces por qué quieres que hablemos de esto con el abuelo?
Siempre que dicen “debemos hablar con…” es porque hay problemas o algo no está yendo como debería ir.
»— No está mal tener amigos imaginarios, niña Albania — me dijo sentándome sobre sus rodillas. Empezó a peinarme el cabello con el bonito cepillo que la tía Morgana me trajo desde no sé qué lugar lejano—. Simplemente digamos que…hay una edad en la que deben dejar de… jugar con uno. — Y me sonrió.
¿Deben dejar de jugar con uno?
¿Y eso por qué?
»— ¿Pero cómo puedo dejar de jugar con ellos, Nunita? — Bueno, Nanael no era el mejor compañero de juegos de la historia… ¡pero Aniel se sentiría muy triste si le digo que ya no quiero hablarle ni verlo ni nada! Así me sentí yo cuando Corín me dijo que ya no quería jugar conmigo.
No quiero decirle eso a Aniel.
»— Lo que pasa…es que hay algunos amiguitos que son reales y otros que no, mi niña.
Reales.
Dijo eso y sentí un agujero horrible en el estómago.
»— ¿Reales? — pregunté con algo de temor. Nunita asintió—. Pero Aniel y Nanael existen, ¡los veo!
»— ¿Puede tocarlos, ni niña?— me dijo y después de pensarlo un tanto negué con algo de tristeza.
Es cierto, no puedo tocarlos. Los veo pero no los siento.
Gremory dijo que a lo mejor más adelante podríamos hacer que se materializaran, pero aún no habíamos conseguido nada.
    Este es un gozo de revestimiento, y si le añades estos símbolos — dijo Nanael otra vez. Volví al arroyo, junto a ellos— tendrías una protección de fuego. Solo es cuestión de saber qué elementos juntar para conseguir lo que desees.
    Supuestamente tenemos la misma cantidad de poderes, pero los gozos y todas esas cosas definitivamente son tu fuerte — comentó Aniel con una sonrisa. Sentí unas cosquillitas al verlo reírse y al viento desordenando su cabello.
Nanael tiene el pelo rojito, muy muy clarito y encendido: parece como si tuviera fueguito en la cabeza.
Aniel, en cambio, lo tiene marrón claro: está algo desordenado y en algunas partes distingo onditas, como en el mío, pero el de él es más cortito y bonito.
Quiero…
Quiero…
    ¿Mmm? ¿Sucede algo, bonita? — Elevé la mirada y me encontré con los ojos miel de Aniel muy cerquita a los míos. Si me preguntaran qué es lo que más me gusta en el mundo (no, ¡en el universo!) diría que sus ojitos.
    Aniel…una vez me dijiste que podía pedirte lo que quisiera, ¿verdad? — lancé como quien no quiere la cosa.
    Así es — me respondió amablemente. Sentí que el corazón me saltó fuerte fuerte—. ¿Qué pasa?
Volvió a despeinarme y entonces lo intenté:
    Quiero tocar tus manos.
Maltés seguía correteando por allá atrás; Nanael se puso de pie. Se acercó a nosotros y me miró.
Era tan alto que por un momento me dio algo de miedo.
    Eso está prohibido, Albania— me respondió enfadado—. No sé cuántas veces debo repetirl…
    Nanael…— lo llamó Aniel, como reprendiéndolo. Volteó a verme de nuevo y me sonrió—: ¿Y por qué querrías que haga algo semejante?
    ¿Que no es evidente? La demonio esa ha despertado curiosidad en ella al decirle que podemos materializarnos.
    Todo tiene un porqué, y si no preguntas por él no hay forma de que se pueda explicar la negativa, Nanael — le respondió fastidiado—. Cuando un niño pregunta, debe respondérsele con la misma sinceridad y respeto que se merece un adulto. Es algo que los humanos deberían empezar a tomar en cuenta.
Me quedé observándolo: cuando se enfada se ve diferente porque su voz se pone más fría, pero él se ve igual de bonito.
    Y bien, Albania, ¿qué está pasando por esa cabecita? — me preguntó inclinándose hacia mí—. ¿Por qué quieres que me materialice?
    ¿Por qué? — repito. Trato de que mi corazón se calme un poquito ¡porque parece que lo conseguiré! —. Porque Nuna dice que algo es real si puedes “tocarlo”— expliqué recordando lo de ayer.
    Pues esta vez Nuna se equivoca— me respondió sonriendo—. Yo soy real… no necesitas mayor explicación.
    ¡Gran explicación! — lanzó Nanael con algo de burla y después volvió a sentarse bajo la sombra de aquel árbol—. En fin, haz lo que quieras.
Es real…es real…
¿Pero cómo puedo comprobarlo?
Pídeselo— oí de alguna parte. ¿Eh?—, no pierdes nada rebatiendo su respuesta.
¿Rebatiendo?
    Entonces…déjame hacerlo — dije con velocidad, antes de que pudiera perder la oportunidad.
    ¿Qué cosa?— me preguntó con curiosidad.
Díselo
    To-tocarte…
    ¿Por qué?— Sus ojos me miraban con tranquilidad. Aniel nunca se enfada…nunca…
Contigo…
Es verdad: nunca se enfada conmigo.
¿Por qué quieres tocarlo? —oí de nuevo la voz extraña.
Mmm, bueno, me gusta tocar la mano del abuelito porque se siente cálida y fuerte; abrazar a Nunita porque huele como a rosas y a pasteles. Y a Bejle, a Sorel, inclusive a Maltés porque son mis amigos.
Y las flores… ¡me encanta tocar las flores porque son de las cosas más bonitas en el mundo! Y tocar las muñecas que me envía la tía Morgana, y los cuentos que compra Alexia para mí. Me gusta tocar mi cabello porque Nunita dice que es muy suave y bonito, y también me gusta dar besitos en las mejillas a todos para dar las gracias.
¿Por qué quiero tocarlo?
Díselo
    Porque me gusta sentir todo lo que amo— confesé y sentí que las mejillas me ardieron muchísimo.
Algo de viento pasó con fuerza; me despeinó y despeinó a los arbolitos de allá atrás.
Aniel me miraba, creo que, un poquito sorprendido.
    Van a regañarme en algún momento —me dijo con su bonita sonrisa. Elevó una mano y la acercó a mí—porque siempre termino haciendo lo que me pides, Albani…
    ¡ALTO! — bramó Nanael y quitó la mano de Aniel con un golpe muy grosero. Volteé a verlo, sintiendo un horrible ardor en el pecho.
    ¡NO VUELVAS A HACERLE ESO! — grité. No quería hacerlo, pero mi voz ya había salido con muchísima fuerza.
Nanael nos observó, me dijo que debía empezar a comportarme como una niña educada y después ordenó que todos volviéramos a casa.
    ¡Pero yo no quiero! — protesté.
    ¡Volvemos!— exclamó, y después oímos la voz de Nunita que ya estaba buscándome para el lonche.
    No la trates así — escuché que le dijo Aniel mientras Nunita me llevaba de la mano—. Es pequeña, es una niña, debes ser más considerado con ella.
    ¿Considerado? ¡Tú y yo sabemos perfectamente que esta situaci…!
    ¡Es una niña! ¡Punto final! — murmuró enfadado.
Aniel me dijo que irían a alimentarse y volverían más tarde. Los vi desaparecer al instante.
    Niña, su abuelo en cualquier momento llegará con el señorito Joan y usted anda desapareciéndose por el bosque.
    Lo siento mucho, Nunita— me disculpé algo entristecida.
¿Por qué Nanael suele ser tan malo conmigo?
Porque somos diferentes —volví a oír. Observé a todos lados mientras cruzábamos el jardín: no me gusta esa voz.
    Le daré un baño, practicaremos algo de las lecciones de piano y después de cenar a dormir, ¿de acuerdo, preciosa?
    S-sí, Nunita…
Ese ángel nos ve como todos sus congéneres en el universo. — ¿Qué?—. Como un monstruo.
¿Mo-monstruo?
El sol no…
Me abracé con fuerza a las piernas de Nuna: el olor a pastelitos y rosas detuvo la voz.


¨°*°*°*°¨

NHYNA


    Ya te he dicho cuán hermosa me pareces, ¿ninfa de plata?— murmuró el humano junto a mi oído, con voz desfallecida. Su cuerpo vibró, y después soltó un gemido que murió sobre mi pecho, cuando se dejó caer ya sin fuerzas.
Era atractivo, sumamente atractivo: hombros anchos, porte elegante, voz seductora, ojos letales. Eso sin contar que todas las mujeres que lo conocían, muy bien podrían haberme dado sus almas enteras solo para acostarse con él.
Pensé que sería divertido: que gritaría, que suplicaría por más…
…pero acabó tan pronto como inició.
Sentí su aliento sobre mis hombros. No, ya no.
    ¿Qué…? ¿Qué haces?
    Me voy — repuse haciéndolo a un lado. Traté de reincorporarme pero me atrapó por la muñeca.
Ya no me está resultando tan atractivo así que si no me suelta, va a tener que aprender a vivir sin la mano izquierda.
    ¿Por…? ¿Por qué? — Ay, no; cómo detesto el tono de súplica.
¡Y supuestamente él se veía tan inalcanzable para las humanas idiotas que lo rodeaban!
    Tengo cosas que hacer—respondí con tedio.
Qué desperdicio: hasta me está dando vergüenza haber dejado que me toque.
    ¡Espera! Creí que tú y yo…
Lo miré, incrédula, y rompí a reír con fuerza:
    ¿Que tú y yo qué? — exclamé divertidísima. Si me salía con que estaba enamorado o algo así, oficialmente sería el chiste del año.
    No… ¡No lo sé! — Frunció los labios y después bajó la mirada apenado—. Tal vez… ¡tal vez…!
Puse los ojos en blanco, cansada de esperar sus estúpidos argumentos.
    Me voy, esto es demasiado ridículo—solté quitando las sábanas.
    ¡Pensé que podríamos casarnos! —concluyó con los ojos brillándole demasiado para mi gusto.
Ésa fue la cereza del pastel. Mi cuerpo no pudo contenerse más y las carcajadas se me escaparon sin control alguno.
    Deja de decir idioteces, por favor. — Humanos: tan simples y estúpidos—. Acabamos de conocernos ¡y no ha sido más que un revolcón!
    ¡No! ¡Claro que ha sido algo más! — Rodé los ojos ante su absurda declaración—. ¡Te amo! ¡Realmente te am…!
Ah, qué humillante, en serio. ¿En qué momento se me ocurrió liarme con este humano repulsivo?
Ni siquiera me tomé la molestia de recoger el vestido que reposaba sobre la alfombra de la alcoba. Era uno realmente precioso, pero si vuelvo a usarlo lo recordaré y terminaré vomitando del asco.
    ¿A dónde vas? ¡¿Ni siquiera vas a cubrirte?! — Me planteé delante del espejo de cuerpo entero. De soslayo lo vi observándome desde el lecho—: Dios, qué hermosa eres, en serio—susurró. Habría accedido campante a darme sus ojos a cambio de quedarse conmigo eternamente—. ¡No…! ¡No puedes irte!
    Lo estoy haciendo, querido: obsérvame. — Me acomodé el cabello, pero antes de volverme sentí su calor corporal invadiendo mi espacio personal.
Casi se había aventado de la cama solo para situarse detrás de mí.
    No te vayas, no te vayas… — Las inquietas manos treparon por mis caderas; llegaron a mis pechos y después trató de “encenderme”, como ellos decían, frotándolos y besándome los hombros.
Me veía a mí misma, parada frente al espejo y con este humano que no dejaba de acariciar mi cuerpo, buscando que cayera en sus brazos; buscando que suplicara por “su amor” y gritara su nombre en el más elevado de los placeres.
Solía hacer lo mismo con todas: ya lo había visto. Me llamaba la atención, no voy a negarlo. Lo veía con su aura de hombre “malo”: diabólico, infernal; con una sonrisa arrogante y con el estatus que le otorgaba su poder monetario y personalidad avasalladora. Tenía veintiséis perfectos años, una gran fortuna recién heredada  tras la muerte de sus padres y un don natural de seducción.
Todas las mujeres que quiso terminaron lamiéndole las manos como perritas amaestradas. Nadie le decía que no, todas caían. Era perfecto, el ideal humano para las mujeres: belleza, juventud, dinero, un salvaje en la cama, todo eso en un solo paquete. ¿Qué más se podía pedir?
Me pregunté lo mismo: quise saberlo. Veía el amor en los ojos de cada humana que él despreciaba después de habérselas cogido, pero en los ojos de él no había nada.
Absolutamente nada.
No dejaba de preguntarme cómo se sentiría hacerlo con él; si realmente me haría sentir todo lo que las humanas que lo veneraban sentían.
¿Debo considerar eso amor?
Creía que si no las amaba por lo menos les daba un placer increíble. Lo digo porque siempre que lo espiaba veía a sus acompañantes de alcoba gritando desquiciadas, llenas de deseo.
Al día siguiente cada una tenía dos recuerdos: la más salvaje de las noches y una promesa de amor echada al olvido. Él era un dios griego, decían; te hacía el amor como nadie te lo había hecho nunca. Te besaba, te acariciaba y deseabas soldarte a él de por vida. Y lo amaban…todas lo amaban…
Yo también quise amarlo. Me alimento al ver el amor en todas sus expresiones, y este humano me daba muchísima curiosidad. ¿Por qué las humanas lo idolatraban tanto? ¿Por qué sus palabras las excitaban?
Lo vengo siguiendo desde el otro lado del mundo; desde que heredó la fortuna de sus padres. En todas las noches de las que fui testigo, escuchaba sus frases absurdamente repetitivas: “Te voy a hacer el amor como si no hubiera un mañana”, “Te voy a hacer tocar el cielo”, “Eres la diosa de mis fantasías”, “Eres deliciosa, princesa”.
Y todas gritaban cuando él les decía aquello. Pensé que por el éxtasis del momento, ellas no percibían la falsedad…lo teatrero de sus palabras. Que estaban demasiado ocupadas con las sensaciones en sus cuerpos, que no tenían tiempo para analizar lo baratas que sonaban sus declaraciones.
Así que decidí hacerlo: decidí dejarme llevar por él yo también. Quería quemarme en medio de ese fuego que todas las humanas que yacían a su lado decían sentir. Me le presenté en una velada que compartía con sus amigos, aquí en Lirau: Catrina, mucho gusto. Sí, estoy de paseo, conociendo el mundo.
No necesitó más información. Soy hermosa: con eso le bastó.
    Quédate, ninfa de plata. Tu cabello… tu cabello es como la seda — murmuraba mientras me llevaba con él nuevamente al lecho de sábanas arrugadas—. Tu cuerpo… ¡oh, Dios! Tu cuerpo es la cumbre de la perfección; eres la diosa del amor. ¡Eres tan hermosa!
Claro que lo sé: sé que soy hermosa. Sus palabras no tenían ningún efecto, su amor barato no me convencía.
Y me besaba…
…pero yo no sentía nada.
Llegué con él a su alcoba después de que sus amigos se perdieran, y esperé conocer ese amor por el que tantas mujeres mataban. Me desnudó, las palabras baratas emergieron: “Me dejas sin aliento- somos tal para cual- eres deliciosa”.
Recuerdo que todas las mujeres desfallecían cuando oían aquello.
Yo solo sentí decepción.
¿Cómo se me pudo ocurrir que este humano podría, siquiera, hacerme sentir algo?
    Te voy a hacer el amor, preciosa… — ¿Como si no hubiera un mañana? —…como si no hubiera un mañana.
Suficiente.
Tomé su rostro y lo lancé lejos de mí.
¡BROM!
Su cuerpo se estrelló contra la pared de al lado. Ni siquiera me importó el sonido del crujir de algunos huesos.
En fin, no va a morir. De lo contrario estaría en gravísimos problemas con los Khari.
    Uhh, ¿pero qué pasó aquí, Nhyna? —Volteo ante la voz: el pequeño idiota está sobre la ventana—. Oh, ¿al final sí te liaste con el tipo bien parecido que tanta curiosidad te dab…? Espeeera—me dijo ligeramente confundido—, ¿fue tan intenso que lo desmayaste o…?
Ya está diciendo tonterías: tan típico de él.
    ¿Qué haces aquí, Valak?
Me pongo de pie y me acerco al cuerpo inconsciente: le chorrea un hilillo de sangre por la nariz pero aún respira.
    Sentí tu presencia así que decidí venir a verte — me responde y saca algo de hierba de la alforja que siempre trae consigo para dársela en la boca al ser sobre el que está sentado, y que cualquier humano consideraría un lagarto.
Suelta una risa cuando el reptil le lame la mano con gratitud.
La especialidad de Valak es la de encontrar tesoros ocultos; tiene un título de presidente, una legión de demonios a su mando, algo de 113 tropas y más de tres mil años de existencia. Pero aún así su apariencia original es la de un adolescente montado sobre un lagarto que más parece una mascota que un guardián protector.
    Te veo muy contento. —Señalé ante su sonrisa enorme—. ¿Qué pasó?
    ¡Acabo de hacer un pacto con una familia completa! ¡El vestigio del alma de la hija menor aún grita aquí adentro! — exclamó eufórico, señalándose la cabeza y con los ojos rojos llenos de dicha
    Qué bien por ti. — Chasqueé los dedos y aparecimos en una tienda. Estaba cerrada: todo estaba oscuro, sin nadie alrededor.
Perfecto, no tengo tiempo para andar durmiendo humanos ni nada de eso.
    ¿Y tú? ¿Qué tal el famoso “dios del sexo” humano? — indagó con curiosidad mientras le daba más hierba a su mascota.
    Una porquería — respondí sin inmutarme y tomando algunos vestidos de seda.
No, éste no: es demasiado oscuro y los colores luminosos son mi fuerte.
    ¿Una porquería? ¿Tanto así?— me preguntó burlonamente.
    No sé qué demonios pasaba con todas las humanas que gritaban por él y lo idolatraban. —Cierto, primero debo encontrar un corsé y algunas pantaletas; y un par de medias de algodón—. A todas les decía “voy a hacerte el amor como si no hubiera un mañana”, y terminaban revolcándose excitadas.
    ¿Voy a hacerte el amor…? — repitió conteniendo una risita—. ¿Con ese tono que usaste?— Asentí—. Jajajaja, ¡pero qué humano más teatrero!
    ¿Verdad que sí? No sé por qué demonios las encandilaba tanto. Les decía lo hermosas que eran, lo extasiado que estaba con ellas ¡pero su tono era tan falso…!
» Eres hermosa.
Claro que lo sabía; a lo mejor por eso no me producía nada.
Me sumergí en las miles de prendas del clóset de al lado. Amo esta tienda: los diseños son preciosos y no cualquiera puede acceder a ellos.
Eso sin contar que por la otra puerta hay una sección de perfumes selectos que definitivamente visitaré después de cubrirme.
    O a lo mejor…— oí de la nada a Valak. Volteé a verlo ante el tono taciturno—…a lo mejor solo buscaban ser amadas.
    ¿Qué? ¿Ser amadas? — repliqué divertida—. Si se trataba de eso, por lo menos hubieran buscado a uno que no fuera un pésimo actor, ¿no crees?
    Bueno, sí—admitió encogiéndose de hombros.
    Así que deja de hablar tanto y ayúdame a buscar un vestido…
    ¡…como si no hubiera un mañana! — añadió en tono burlón, y no pude evitar soltar varias carcajadas.
Encontré unas prendas de algodón sumamente cómodas. Me las puse mientras oía al lagarto mascar algo de hierba y a Valak inspeccionar con indiferencia las vestimentas femeninas que habían alrededor.
    Pero ¿sabes? Hay humanos…que no se sienten amados, Nhyna. Deberías saberlo mejor que nadie ya que tu especialidad es el amor.
    ¿Y ahora a ti qué te pasa? — Su voz había perdido el tonito juguetón—: ¿Valak?
    Hay humanos hermosos, dignos de amor verdadero…— Apretó un puño con discreción, pero yo vi a la perfección cómo desvió la mirada, airado—… pero a veces no lo encuentran, ¡y se sienten horrendos por ello! Dejan de ver su belleza, se desesperan, se sienten indignos, insignificantes; y se conforman con lo primero que encuentran a la vuelta de la esquina.
Me quedé en silencio, oyendo su extraño monólogo deprimente.
    Basta que cualquiera les diga “hermosas”, para caer rendidas—añadió con algo de rabia contenida—. Porque lo necesitan, ¡necesitan sentirse amadas! ¡Hermosas! Deseadas…
No, no puede ser...
Dejé a un lado el vestido que acababa de tomar.
    Valak, ¿qué pasó? ¿Acaso volviste a ver a la humana?—indiqué con seriedad.
    No, no es es…
    ¡Mierda, claro que sí es eso! — le espeté apareciendo frente a él. Elevé un brazo y le lancé una buena bofetada—. ¿No te dije que lo dejaras así? ¡Que esa humana no lo valía! ¡Me juraste que si volvíamos a esta ciudad no irías a buscarla! 
    ¡Es que…!
    ¡Es que nada, imbécil! ¡No lo vale! ¡Está con otro, ¿de acuerdo?! ¡Ya grábatelo en la maldita cabeza!
Yo no sé lo que significa “imágenes conmovedoras”, pero realmente verlo con los ojos caídos y ahora con la mejilla de niño ligeramente rojiza a causa del golpe me trastocó un poco.
Por todas las creaciones, ¡cómo voy a decirle que ya no la busque! ¡Estoy cansada de verlo así de angustiado siempre que recuerda a esa malnacida!
    Tal vez…— murmuró sobándose la zona adolorida—. Tal vez debí renunciar a mi título, Nhyna…
    ¿Qué? ¡¿Y ahora ser un mugroso errante?! — grité enfadada—. ¡Por favor, Valak! Supuestamente tu apariencia no tiene nada que ver con tu intelecto, ¡pero esta vez realmente estás sonando como un chiquillo idiota de quince años!
    ¡Es que es la verdad! — me dijo estúpidamente—. ¡Tal vez…! ¡Tal vez si renunciaba a mi título y me quedaba con ella todo habría sido diferente!
    ¿Diferente? ¡Ella igual iba a olvidarte! Los humanos tienen la mente frágil, Valak. Sí, tal vez te amó en su vida anterior, ¡pero en ésta las cosas no resultaron! Casi le da un ataque cuando te le presentaste y prácticamente se volvió loca por tu culpa.
    ¡NO ES CIERTO! — replicó con los ojos abiertos de par en par—. ¡No fue mi culpa! ¡NO FUE MI CULPA!
El lagarto dejó de comer; nos quedamos en completo silencio. Sabía que no era su culpa, pero era preferible cualquier argumento a que insistiera en buscarla.
Ya pasaron algo de quince años desde la vez en la que se le presentó: aún recuerdo lo muy entusiasmado que estaba ante la idea de poder contarle todo lo que habían pasado juntos en una vida anterior; los alegres momentos que pasaron juntos hasta el día en el que ella falleció de vejez y juraron reencontrarse en una existencia posterior.
Ella acababa de cumplir quince años. Valak creyó conveniente contarle todo ahora que ya tenía la edad suficiente para comprenderlo: para recordarlo.
La humana simplemente había reaccionado como cualquier otro si un demonio se te aparece de la nada y te dice que te ama desde su vida pasada. Chilló, entró en pánico, se arañó el rostro y le pidió a sus padres que se mudaran a esta ciudad porque la casa en la que vivían estaba embrujada.
Nunca superó la experiencia. Los temblores, las pesadillas y los ojos desorbitados nunca se perdieron, y la convirtieron en una mujer enferma ante los ojos de la sociedad.
Él nunca se lo perdonó.
    Creí que ya lo habías superado — murmuré. Desvió la mirada violentamente—. Valak, ya no hay modo de intentar algo. Esa humana lleva casada casi cinco años.
    Cinco años son nada para mí, Nhyna— susurró lastimeramente—. Puedo seguir esperando.
    Podrías conseguir a mujeres más hermosas…—sugerí en voz baja.
    Ninguna lo vale.
La tal Georgia vivía al lado de un hombre que, por las pocas veces que vi, parecía ser más de piedra que otra cosa y definitivamente estaba con ella por cualquier otro motivo menos amor. Pero aun así ella no parecía tener planes de separarse.

»Pero ¿sabes? Hay humanos…que no se sienten amados, Nhyna.

Ah, claro. Por eso me había salido con toda la cantaleta anterior.
¡Maldita sea! Este demonio es el único al que verdaderamente podría llamar “amigo”, y una estúpida humana lo tiene comiendo de su mano.
    ¿Por qué no me recuerda? — murmuró decaído.
El lagarto le lamió una mano, como dándole apoyo.
    ¿Por qué habría de hacerlo? — repliqué poniéndome de espaldas a él para que me ayudara con las cintas del corsé—. No eres más que un demonio insufrible con apariencia de púber.
Me miró de soslayo, y después soltó una carcajada, más tranquilo.
    Seré un demonio insufrible…pero soy guapo — se jactó. Rodé los ojos—. No lo niegues. Esa vez que nos inmiscuimos en la boda de aquella emperatriz y fingiste que era tu hermano menor, dijiste que ambos compartíamos la misma belleza de nuestra madre. ¡La pobre mujer que falleció dirigiendo sus últimas palabras a sus dos únicos herederos: “Jessie, Tommy; busquen a su padre, es un conde…"!
    …y por favor, ¡nunca me olviden! — completé en el mismo tono dramático que empleé aquella vez, y ambos rompimos a reír con fuerza.
    ¡La historia fue tan conmovedora que por un momento quise llorar por nuestra pobre madre muerta! — agregó burlonamente—. Si hubiera sido por la vieja emperatriz, nos hubiera tomado en adopción ahí mismo.
Recordé con humor aquel pasaje y después resoplé, jalándole los cabellos rubios:
    Cállate ya, chiquillo idiota.
    ¡Ouch! Le diré a Manu que te muerda, hablo en serio.
    Quiero ver que lo hagas.
Encontré varios vestidos guardados bajo siete llaves en uno de los armarios principales: supuse que se tratarían de modelos exclusivos para clientes selectos. Quité el estuche protector e inspeccioné cada uno con atención.
Aj, negro completo: ¡espantoso!
A ver este otro.
    ¿Sabes de los rumores? — lanzó en tonito confabulador.
    ¿Qué rumores? Hay miles de rumores sobre mucha cosas.
    ¡Pues evidentemente el más comentado, Nhyna! — me dijo como si fuera lo más obvio.
Abrí un estuche más: ¡qué horror! ¡Verde oscuro!
    ¿El más comentado? — le pregunté sin prestarle verdadera atención.
    ¡Se están borrando recuerdos sin que se cuenten con los permisos previos! — Ah, sobre eso—. ¿No te parece una tiranía de parte de los altos mandos?—exclamó indignadísimo.
    Valak, yo ni siquiera tengo la menor idea de lo que significó La Rebelión de los 500 caídos, o de la creación de la Madre e Hija, así que si lo borran de mis recuerdos no tengo ninguna queja al respecto.
    Si es tan poderosa como dicen, no entiendo por qué nuestros altos mandos quieren sepultar toda información sobre aquella rebelión — argumentó con el ceño fruncido—. Es evidente que es una amenaza para los altos mandos angelicales, pero para los nuestros…
    Hay muchos que prefieren vivir en paz, Valak—sentencié cansinamente—. ¿Para qué querríamos liberar algo que podría devorarnos enteros?
    Dicen que La Original vive presa en un cuerpo humano, aquí, en Lirau — agregó con interés. Le dije que eso me tenía sin cuidado: total, a mí ni me iba ni me venía todo ese asunto.
Mientras tuviera lo que necesitara: comodidad, alimento, pactos y el libre albedrío para hacer de mi existencia lo que se me pegara en gana, lo demás resultaba irrelevante.
    ¿No quisieras conocerla antes de que nos borren los recuerdos sobre todo eso? — me ofreció entusiasmado—. Dicen que los Custodios que la vigilan son únicos en su clase.
    ¿Te emociona conocer a un par de ángeles amarrados a esa especie de…aberración?
    ¿No te da ni un poquito de curiosidad saber cómo se ve? —insistió—. Mira que después olvidaremos todo esto.
    En lo absoluto — indiqué con indiferencia.
¡Pero qué tenemos aquí! Violeta pálido, escote pronunciado, no mangas. Mmm, ¡me gusta!
Me paré frente al espejo de cuerpo entero y troné los dedos. Las enormes arañas de cristal se encendieron al mismo tiempo.
    Para que haya estado tan oculto, a lo mejor es un pedido exclusivo, ¿no te parece? — comenta Valak observándome a través del reflejo.
    No se vería ni la mitad de bien en el cuerpo de una mugrosa humana.
Me suelto el cabello; las ondas caen sobre mis hombros. Me pongo los guantes del mismo tono.
Suelto una risa, es imposible no hacerlo. ¡Cómo puedo ser tan hermosa!
    El Todo…
    Sí, el Todo te ha hecho taaan hermosa que seguramente se deleita viéndote todos los días — completó hastiado.
Tomé uno de los jarrones de decoración y se lo aventé directamente a la cara. Pero su horrible mascota sacó su enorme lengua y literalmente se tragó la porcelana antes de que tocara un solo pelo de su cabeza.
    ¡Bien hecho, Manu! — lo felicitó y le dio más herbaje.
Apenas eran las once de la noche: atravesamos algunas calles después de que le pidiera que se materializara, se pusiera algo de ropa elegante, y dejara a ese estúpido reptil dormitando en algún lugar.
Ahora ingresábamos a uno de los clubes más selectos de la ciudad. Acababa de presentarse la ópera prima de un compositor algo reconocido en uno de los principales teatros, y todos parecían disfrutar de una velada repleta de licor y música en su honor.
    Nhyna, ¿no te aburres de solo pasearte por cuanta fiesta en sociedad se te presente? — me preguntó con burla.
    ¿Y tú no te aburres de pasarte el día alimentando a ese animalejo que llevas contigo? — Soltó una risotada,  tomó ágilmente una copa de la charola de uno de los sirvientes que pasaban de tanto en tanto, y se la bebió de un tiro—. Por lo visto tu apariencia no está ayudándonos demasiado—puntualicé.
    ¿Por qué lo dices?
A unos cuantos metros, una mujer se abanicaba y nos miraba con reprobación
    Pareces de quince años, y no deberías beber, mi precioso y estúpido pequeño hermanito — comenté tomándolo por la mejilla y fingiendo una reprimenda.
Él rompió a reír con fuerza y después giró, con el cabello rubio desordenado dándole un aspecto avezado (el típico chiquillo rebelde), solo para hacerle una reverencia a la mujer que nos dio la espalda, escandalizada por el gestito burlón.
    Hipócritas humanos mojigatos: predican algo pero sus acciones dicen otra cosa — me dijo en tono malvado—. ¿Cuánto apuestas a que me paga por acostarme con ella si se lo ofrezco?
    Eres un imbécil — señalé riendo.
    ¿Quieres apostar, hermanita? — reiteró con una sonrisa perversa: me fascinó—. Puede que ese humano que te llamaba tanto la atención se viera mucho más maduro, pero yo puedo conseguir con un solo roce de esta lengua lo que a él le cuesta una noche completa de palabras baratas. Hay opciones “más interesantes” para usar la boca.
Estuvo a punto de irse sobre la humana (siempre caían, así que igual ganaría), pero lo detuve por la muñeca y le revolví el cabello.
Esta noche solo quería pasar el rato con alguien mientras trataba de quitarme el horrible sabor de boca que me había dejado el hombre anterior.
Amor
Me alimento de amor…
…pero siento que últimamente solo he encontrado amor falso.
    ¿Nhyna? — me llama y deja el tono juguetón a un lado: está preocupado por mí.
Sé que sentir afecto por alguien es una muestra de debilidad entre los nuestros, pero este niño (bueno, demonio con apariencia de niño) conseguía que lo hiciera.
La palabra familia no tiene ningún efecto sobre nosotros, pero creo que en el fondo ambos realmente nos sentimos así. Somos la familia del otro: es mi estúpido hermano menor.
    No me sucede nada.
Valak me observa, tratando de descifrar el gesto de mi rostro, pero de repente se remueve, inquieto.
    Georgia — musita. Volteo y me encuentro a la humana desabrida entrando del brazo de su esposo veinte años mayor que ella.
    Vámonos — ordeno inmediatamente. Quiere quedarse pero le clavo las uñas en el brazo—. Valak.
    Solo un momento, por favor…
    ¿Quieres que se ponga a chillar como loca si llega a reconocerte? — lancé bruscamente.
No me importó su gesto dolido; lo único que quería era que saliéramos de este lugar.
    Vamos, ¿no que te daba curiosidad conocer a la Original y a sus perritos guardianes?
Me miró algo contrariado, pero después asintió:
    De…de acuerdo.
Salimos del lugar; él no dejaba de observar de reojo.
Humana imbécil, no lo mereces.


¨°*°*°*°¨

ANIEL

    Y Nunita dice que igual debo ir — me comenta torciendo el gesto. Toma el cepillo y lo desliza sobre las hebras de la muñeca de porcelana—. ¡Pero yo no quiero ir, Aniel!
    Sabes que es una fecha importante—trato de explicarle con tranquilidad—. Es el cumpleaños de Corín y…
    ¡Pero a ella no le simpatizo! ¡Y voy a aburrirme mucho y…!
    Es una fecha importante para ella, Albania.
    Pero es que… ¡Es que…! — Aguardo un buen argumento, tratando de no sonreír porque cuando se enfada se ve muy graciosa, pero al final solo resopla desganada—: Pero cuando llegue el abuelo, ¡voy a decirle que no quiero ir!
Su tonito gruñón me divierte.
    ¿Aún no llega el hombre y su nieto? ¿Qué pasó?— Nanael apareció en el balcón: después de toda su charla de amonestación a propósito de lo que me había pedido Albania, había ido a alimentarse porque como él era el encargado de los gozos de protección y revestimiento, solía debilitarse más rápido.
    Hubo un contratiempo con el tren de venida y avisaron que demorarían un día más — respondí.
Así como yo me alimentaba de la luz de la luna y del sol, Nanael solía conseguir energía mediante los sonidos: agua, viento, hojas, inclusive música. Mientras más sonidos repletos de tranquilidad lo rodearan, más se alimentaba.
    ¡Aquí estás! — oímos de repente, y después un estruendo.
¡BROM!
    ¡¿Pero qué sucede contigo, demonio?! — bramó Nanael con Gremory sobre su espalda.
Había ingresado bruscamente y las puertas del balcón habían impactado con fuerza.
    ¿Acaso ya no puedo venir a saludarlos?— exclamó sonriente.
    Pues si dejaras de venir a mí no me importaría— soltó él con frialdad, quitándosela de encima con un brusco movimiento.
Ella resopló decepcionada; Albania soltó una risita.
    Buenas noches, Gremory— la saludó con afecto.
    ¡Hola, pequeña mía! ¡Pero qué bonita muñeca! —exclamó tan interesada en sus temas como siempre.
    ¿Verdad que sí? — le respondió Albania sonriente y elevando la muñeca para que Gremory la observara con mayor detenimiento—. Alexia me la envió hace un tiempo desde Libiak.
    Ya veo.
Se inclinó hasta ella y le acarició el mentón con cariño bajo la mirada disgustada de Nanael.
    ¡Estás fría y mojada! — exclamó Albania soltando varias risitas.
    Sí, es que estuve por ahí, bajo la lluvia. ¡Se siente taaaan bien! —añadió entusiasmada.
¿La lluvia?
    Guarda tus trucos para otros, demonio —profirió Nanael con fastidio—. Sé perfectamente que estás tratando de sembrar curiosidad en nosotros para materializarnos. Lo vienes haciendo desde hace bastante tiempo y voy advirtiéndote que no funcionará.
Por lo visto seguía disgustado con todo este tema de materializarnos.
    ¿Y por qué querría hacer algo semejante, Nanael? — preguntó ella con una sonrisa traviesa.
Albania observaba de aquí para allá, sumamente interesada: bien, parece que en serio es Gremory la que le ha abierto la interrogante con respecto a cómo se sentiría “tocarnos”.
    Es lo que yo también me pregunto — agregó él con aspereza—. No tenemos la necesidad de sentir nada del Mundo terrenal, así que estás perdiendo tu tiempo, demonio.
    ¿No te da ni un poquito de curiosidad sentir a otros seres pero con el tacto humano? El mundo humano se siente aún más si lo empleas— exclamó Gremory. Nanael me golpearía, pero la verdad era que yo sí admito que tengo algo de curiosidad—. La sensación es muchísimo más penetrante. Te he visto escribir tus gozos en la tierra con las ramas que caen de los árboles. ¡Materializado sentirías lo pesada que es esa pequeña rama!
    ¿Ah sí? — Ella asintió con la cabeza, emocionada; él elevó las cejas burlonamente—. Mientras me sirva para transcribir no tengo la necesidad de saber si esa rama pesa o no, demonio.
    ¡Pero qué aburrido eres, Nanael!—bufó—. Extremadamente guapo, ¡pero muy aburrido!
    Gracias — respondió agriamente, y después cerró los ojos: estaba verificando si había alguna presencia amenazante alrededor.
    Supuestamente ustedes los ángeles suelen apreciar, más que ninguna otra criatura, las creaciones del Todo —lanzó Gremory fastidiada.
    Apreciarlas no implica el querer “tocarlas” — replicó él sin abrir los ojos—. El contemplar es más que suficiente; pero ustedes, demonios, no tienen el nivel suficiente como para entender lo valioso que resulta más el mirar que el tocar — sentenció con seguridad.
Gremory frunció el ceño y después me observó. Pasaron unos segundos y la expresión comenzó a iluminársele.
Por un momento sentí como si acabara de ocurrírsele una idea.
    ¿Por qué no te parecerás más a tu hermano de nacimiento?— dijo y sentí sus brazos enroscándose alrededor de mi cuello. ¿Mmm? ¿Y ahora qué?—. Me sientes, ¿verdad, Aniel? — me preguntó con una sonrisita maliciosa.
Estoy empezando a perderme: ¿qué está sucediendo aquí?
    Como ángel y demonio es obvio que podemos sentirnos ya que nuestras naturalezas son algo parecidas — añadió con la sonrisita ensanchándosele aún más. Observó de reojo a Nanael y después deslizó sus dedos por uno de mis brazos—. Pero hacerlo con el tacto humano provoca que se sienta muchísimo más.
Y sentí sus labios helados por la lluvia, depositando un beso delicado en mi mejilla.
Negué con la cabeza, divertido, porque era evidente que ella estaba tratando de emplear en Nanael ese sentimiento tan famoso denominado “celos”.
Pero él ni siquiera se inmutab…
    ¡ANIEL! — gritó Albania con muchísima fuerza. Casi pude oír a Nuna allá abajo, subiendo las escaleras para ver qué sucedía.
¿Pero qué…?
    No grites así, niña — ordenó Nanael sin dejar de revisar todo el espacio.
Los ojos grises, verdes, tal vez pardos, me observaron con conmoción.
    ¿Qué sucede, Albania? — le pregunté desconcertado al verla morderse los labios con fuerza.
La muñeca que traía en brazos con tanta delicadeza, había pasado a ser sujetada por los cabellos.
    ¿Pequeña? — dijo ahora Gremory con curiosidad.
    No…no…— balbuceó como buscando las palabras adecuadas.
    ¿Qué pasa? — insistí.
    No… ¡no lo beses! — exclamó agitada y con las mejillas encendidas. Nanael ni siquiera se molestó en preguntar nada; seguía tanteando presencias cercanas al lugar.
Gremory me miró de soslayo, conteniendo una risita, y después elevó las manos en símbolo de derrota.
    Lo siento mucho — le dijo con sinceridad—. No te enfades, pequeña. No lo hice a propós….
    ¡No vuelvas a hacerlo! —  Quise reírme ante el tono disgustado—. ¡Nunca! ¡Nunca en toda tu vida! ¡Nunca! ¡NUNCA!
    No te enfades, bonita— le dije despeinándole el cabello todo lo que me permitía el viento que empleaba a modo de tacto, pero ella retrocedió enojada.
    ¿Por qué no puedes materializarte? — me espetó encolerizada. Me sorprendió mucho lo demandante que sonó—. ¡Yo también quiero tocarte, como Gremory!
    Ya te dije que está prohibid…
    ¡No es justo! ¡Eres un mentiroso, Aniel! ¡Un mentiroso! — chilló y al verla bien me quedé de una pieza.
Sus ojos…
Sus ojos empezaban a humedecerse.
Estaba a punto de llorar.
    ¿Albania? — pregunté confuso. Ella lanzó la muñeca que tenía en las manos a un lado y después me observó fijamente:
    ¡Eres un mentiroso! — Apretó los puños y después los ojos la vencieron: las lágrimas me desconcertaron aún más—.  ¡Un mentiroso!
    Albania, pero qué…— intenté decir, pero en ese momento la puerta se abrió.
    Niña, ¿qué pasó? — inquirió Nuna preocupada. Albania se mordió los labios con fuerza y después corrió a sus brazos—. ¡Niña, no! ¿Por qué está llorando? —exclamó abatida.
Gremory me miró con culpabilidad. Nanael solo negó con la cabeza:
    Esto es lo que ganan por ponerse a hablar de tonterías. Ya le metieron más ideas raras en la cabeza.
¿Qué? ¿Pero en qué momento…?
    Albania… — Me acerqué mientras Nuna trataba de calmarla, pero solo conseguí que me volteara el rostro, sin ganas de verme a los ojos—. Albania, escucha…
    ¡No quiero! ¡Vete! ¡Vete! — La voz se le quebró y volvió a llorar, aferrándose al vestido de Nuna y con tanta pena que por un momento me sentí realmente mal.
¿Qué hice? No lo comprendo.
    Bajemos, mi niña; le daré algo de leche con miel. El señor Alcides y el señorito Joan llegarán pronto y no querrán verla triste, ¿verdad que no?
    No, Nu-Nunita— le respondió hipando a causa de los sollozos.
    Entonces vamos.
Nuna la tomó de la mano y se la llevó consigo. Antes de que se cerrara la puerta, me lanzó una última mirada con los enormes ojos repletos de lágrimas y resentimiento.
Me quedé sin saber qué pensar, completamente descolocado por lo último.
    ¿Qué…? ¿Qué pasó? — pregunté desconcertado—. ¿Acaso hice algo malo?
¿Alguien podría explicarme qué acaba de pasar? Es la primera vez que siento como si yo hubiera sido el causante de su llanto, y lo más extraño es que no entiendo en qué momento di el mal paso.
    Fue mi culpa, Aniel; lo lamento mucho— se disculpó Gremory. La miré, aún sin vislumbrar los motivos que la pusieron tan alterada—. Eres muy cercano a ella. Supongo que el beso no le gustó nada.
    ¿Escuchaste eso, Aniel? — repuso Nanael con seriedad mientras dibujaba en el aire algunos gozos de protección para los exteriores—. “Muy cercano”. A ver si empiezas a escucharme y a tomar distancia de la niña.
Rodé los ojos ante sus palabras.
    Ya te dije lo que pienso al respecto— respondí.
Negó con la cabeza en símbolo de reprobación, y después me pidió que aprovechara y fuera a alimentarme yo también.
Aún había luna llena así que debía aprovecharla al máximo.
    Juro que no entiendo absolutamente nada de lo que acaba de suceder — le confesé a Gremory mientras caminábamos rumbo a Izhi; con los ojos llorosos de Albania observándome insistentemente a modo de recuerdo.
Podría ir más rápido, pero me agradaba observar el paisaje con ese tono melancólico que le daba la luz nocturna.
    Por un lado es una buena señal, ¿no te parece?
    ¿Una buena señal?—repetí con curiosidad.
    El enojo de la pequeña — me dijo con una sonrisa. No comprendí a qué se refería—. Lo de hace rato no es más que una prueba de que siente con la misma intensidad que un humano normal, Aniel.
¿Cómo?
    El sentir afecto por otros es un proceso complejo— puntualizó con amabilidad—. Implica una intensidad fortísima para querer, y unos deseos inmensos de monopolizar, así no sea lo ideal, claro está.
    ¿Monopolizar?— señalé dubitativo. Gremory asintió con fuerza.
Comprendía lo del proceso complejo porque yo mismo he observado durante estos años cómo los seres humanos se vinculan con otros mediante el tiempo y las experiencias compartidas. Pero el concepto de “monopolizar” no me quedaba del todo claro.
    Cuando alguien quiere a otro ser, la mayoría de veces quiere una garantía de exclusividad que fortalezca el vínculo — me explicó.
Parpadeé, ligeramente confuso. Ella soltó una risa:
    Sé que nosotros no hemos sido diseñados para amar o sentir afecto, pero he pasado tantas vidas ya observando la naturaleza del Mundo Terrenal que puedo asegurarte algo, Aniel: cuando un humano quiere mucho a alguien o a algo, si pudiera lo aislaría del mundo para que solo te pertenezca a él.
Monopolizar el afecto.
Aislarlo para que solo te pertenezca a ti.
    Albania aún es muy pequeña; es normal que te vea como uno de sus tesoros más valiosos y quiera tenerte solo para ella— añadió sonriendo cariñosamente—. Los niños suelen ser los humanos más puros, pero también los más egoístas porque aún no tienen los conceptos suficientes para comprender lo que se considera bueno o malo en su mundo.
Me asombró de sobremanera lo que acababa de decirme. Nanael suele repetir que Gremory es uno de los demonios más descuidados y relajados que jamás ha conocido, pero creo que en realidad es muy observadora y eso le da una sabiduría que muy pocos poseen. Incluido el propio Nanael.
    Así que, me parece, el beso que te di ha sido el motivo de su disgusto— sentenció—. Pero como ya te dije, es una buena señal, ¿o no?
Gremory tiene razón. Si Albania está pasando por todos estos cambios emocionales que implican el sentir cariño por otro seres, significa que realmente está sintiendo como un humano más.
Albania estaba comportándose como una niña más… como un humano más.
    No sé si sea por el beso exactamente, pero lo tendré en cuenta — le agradecí con sinceridad.
    Evidentemente ha sido por eso. Mírate, Aniel: eres como el personaje de cuento que cualquier niño amaría. ¡Un ángel ni más ni menos! — Elevé una ceja ante el curioso halago—. Eres amable, realmente muy amable; sabes qué decir sin necesidad de pensarlo demasiado y eres condenadamente hermoso. —Solté una carcajada: si pudiera a lo mejor me sonrojaría—. ¡Hablo en serio! Si fueras humano, seguramente tendrías a miles persiguiéndote para echarte el lazo al cuello. 
    ¿El lazo al cuello? — repetí divertido ante la curiosa expresión.
    En fin, supongo que te dejaré alimentarte en lo que yo voy a atender un pedido— me dijo encogiéndose de hombros.
    ¿Un pedido?—Sus ojos marrones empezaron a destellar y cambiaron a escarlata—. ¿Un pacto?
    Así parece. — Desvié la mirada, un tanto incómodo—. El humano parece saber mi nombre real así que…
    Sí, ya sé cómo funciona eso— señalé con resignación.
    Por cierto, me encontré hace un rato con Seir. Dijo que su oferta sigue en pie, y si lo necesitas…
    Solo debo decir su nombre — completé. Ella asintió; le dije que si lo viera le diera las gracias de mi parte, y de paso le preguntara qué tal iba el asunto que tenía con los gritos de sus tropas.
Rió entre dientes y suspiró:
    Demasiado amable, hermano ángel. —Y sonó a “no tienes remedio”—. Demasiado amable.
Se despidió y después adquirió su forma original para perderse por la dirección contraria.
Cerré los ojos y aparecí junto al arroyo en el que Albania solía jugar. Me quedé observando la luz de la luna impactando contra la superficie del agua.

»— ¿Por qué no puedes materializarte? ¡Yo también quiero tocarte, como Gremory!

Materializarme.
Por los costados vi algunas ondas luminosas pasando con suavidad por los árboles y los arbustos. Parece que Nanael acaba de lanzar un gozo de descubrimiento: cualquier demonio que tratara de andar por estos lares, tendría que revelar su forma original así no quisiera. Probablemente había sentido algunas presencias desconocidas y quería asegurarse de que estuviéramos preparados.
Elevé la mirada y contemplé la luna en su máximo esplendor. Todos los colores de rededor se habían fusionado en un perfecto plateado luminoso. Escuchaba el agua del arroyo deslizarse  con suavidad, y el susurro de las hojas de los árboles frente al viento que soplaba gentilmente.
De repente algo semejante a pequeños “plocs” rellenó el ambiente. Observé a todos lados, y comprobé que todas las hojas de los árboles y arbustos empezaban a removerse inquietas, frente al golpeteo de la lluvia tenue que acababa de iniciar. El arroyo mismo le respondía a cada gota que se hundía con ligereza en sus profundidades.
Llueve…
Estiré una mano: una gota cayó en medio de mi palma, pero la traspasó. Solo sentí algo parecido a un toque ligeramente helado.

»— ¿No te da ni un poquito de curiosidad sentir a otros seres pero con el tacto humano? La sensación es muchísimo más penetrante.

Tacto humano…
Me quedé ahí, observando todo empaparse por la llovizna que empezaba a hacerse más intensa. El sonido era sumamente abrumador, todo alrededor parecía conversar con la lluvia. Inclusive sentía con algo más de fuerza el simpático olor a tierra húmeda.
Avancé hasta el margen del arroyo: cada gota que golpeteaba el agua dibujaba varios círculos.
Materializarnos está prohibido porque se corre con el riesgo de tener mayor contacto físico con los humanos.
    Pero en este momento solo estoy yo— resolví observando las gotas empapar todo.
Fruncí los labios, pensando si era correcto o no. Elevé la mirada: la luna casi me sonreía.
Por una vez… hacerlo solo por una vez no creo que implique una enorme amonestación. Y de ganarme una reprimenda…
…tal vez la experiencia lo valga.
    Alak lourdpronuncié en voz baja, y una enorme calidez se desató desde lo más profundo de mí mismo.
¿Qué…?

¿Qué es esto?

Abrí los ojos con fuerza cuando cada parte de mi cuerpo empezó a hacerse un tanto más… ¿pesada? Sí, ésa es la palabra. Brazos, piernas, torso: ¡todo empezaba a sentirse más pesado! Y a la vez una sensación indescriptible me golpeó con brusquedad cuando algo semejante al frío ingresó por mi boca.
Aire…
Esto es lo que verdaderamente llaman respirar.
Tomé una gran bocanada, mi ser entero se estremeció: ¡el olor a tierra mojada era extremo! Elevé la mirada y una gota resbaló por mi mejilla: una, dos, tres… ¡miles de gotas! ¡Las sentía! ¡Claro que las sentía!
¡Frío, hace frío! ¡Y todo huele a agua, a musgo!
A vida.
Los labios se me curvaron hacia arriba y una carcajada brotó sin ser planeada: ¡¿qué es esto?! ¡Cómo los humanos pueden vivir tan tranquilos sintiendo todo esto a diario! El viento soplaba, las gotas mojaban… Giré y me acerqué a uno de los árboles: estiré un brazo con lentitud y finalmente llegué a tocarlo.
Está ahí.
Lo siento: siento la presencia y vida de este hermano árbol mucho más que nunca.
Retrocedí y tomé impulso para llegar hasta la copa. Desde aquí arriba y con el tacto humano ¡todo se veía sumamente asombroso! Las gotas de lluvia se hicieron enormes; un relámpago iluminó el cielo por allá atrás.
¿Qué es esto? ¡Cómo sentir este mundo puede ser tan extraordinario!
Solté varias carcajadas y no pude evitar correr por los alrededores y trepar a cuanto árbol pudiera. Si Nanael me viera, seguramente daría el grito al cielo, enfadado.
Atravesé velozmente todo Izhi, tocando cada tronco, sintiendo la lluvia y el viento soplar con fuerza, y eso que todos llaman frío me pareció grandioso. Adopté mi forma original por unos segundos: me di el gusto de girar un tanto en el aire, sintiéndolo más que nunca en las plumas de mi cuerpo, y volví a tomar forma humana.
¡Qué sensación tan aguda la de sentir materializado!
Llegué hasta la rama de un árbol cerca al arroyo. Estiré los brazos; recibí cada gota de agua helada que caía sobre mí…
…y de repente oí un chillido.
    ¡Miauuu!
¡SPLASH!
Giré, buscando al causante del sonido, y divisé por el arroyo una especie de mota de pelo removiéndose desesperadamente.
¿Mmm? ¿Qué es eso?
Di un salto y me sumergí en el agua. El frío me atacó con más violencia, pero era tanto mi asombro que los temblores a causa de él solo provocaban que me riera más.
Oh, ahí está lo que vi hace unos segundos.
Me deslicé rápidamente contra la corriente, y tomé en brazos a la mota que había visto chapotear desesperada.
    Tranquila, no pasa nada — le dije cuando salimos del agua y me senté con ella en brazos sobre la rama del árbol anterior, chorreando por completo. En unos minutos estaría seco así que no había problema.
Me enfoqué en la criatura y comprobé que se trataba de un gato. Su blanco pelaje estaba completamente empapado; de los simpáticos bigotes aún caían algunas gotas de agua.
Sentí una presencia diferente alrededor de ella, pero ver su gesto felino lleno de espanto por haber tocado el agua me dio algo de gracia. Algo bueno de haberme materializado, sin duda, era que había podido rescatarla simplemente sumergiéndome y tomándola en brazos.
Observé la pequeña cabeza peluda y los enormes ojos:
    Pero qué bonita eres.
Los ojos celestes me observaron con sorpresa.


  
¨°*°*°*°¨

NHYNA

    ¿Estás seguro de que es por aquí? — le pregunté a Valak mientras nos escabullíamos entre los arbustos del espeso bosque.
Hace un rato había dejado de llover así que todo apestaba a humedad, y los bordes del vestido se me estaban llenando de tierra: qué asco.
Oh, ¡bien! A lo lejos veo lo que parecen ser las luces de… ¡sí, es una mansión!
Basta de andar por este asqueroso bosque.
    Valak, estás muy seguro de que es por aquí, ¿verdad?— me cercioré.
    Deja de hacer esa pregunta y solo sígueme, Nhyna.
    ¡Vuelve a hablarme con ese tonito sarcástico, mocoso, y verás que…!
¡PLOF!
No pude terminar mi advertencia porque ni bien cruzamos lo último del bosque para pasar a (lo que yo llamaría) un verdadero jardín; una ligera explosión se sintió alrededor y llenó todo de humo.
Para cuando se despejó el panorama, me lo encontré nuevamente sentado sobre ese horrible reptil.
    ¡Valak! ¿Para qué demonios lo has llamado?— inquirí fastidiada.
¿Mmm? ¿Por qué lo estoy viendo más alto? ¿Y por qué mi voz suena tan aguda?
    Yo no llamé a Manu, Nhyna. Me parece que hay un gozo de descubrimiento alrededor — me explicó, y en ese momento recién caí en la cuenta.
¿Gozo de descubrimiento?
¡Maldita sea, no! ¡Eso significa que cualquiera que atraviese el perímetro se verá obligado a adoptar su forma original, y materializado!
    ¡Pero mírate!—soltó emocionado—. ¡Había olvidado lo adorable que te ves con tu apariencia origin…!
    ¡Adorable y una mierda! — grité enfurecida, con el horrible tono agudo y chillante.
Elevé una mano y me encontré con las estúpidas pequeñas garras, con el pelaje blanco brillante; casi hasta pude imaginar mi pequeña y rosada nariz…
¡Aysh, cómo odio mi miserable apariencia original!
    Vamos, no seas tan dura contigo misma. Te ves muy linda.
    ¡Cierra la boca, Valak!  — proferí exaltada. ¡Él sabe cómo detesto mi apariencia original! ¡Entre los nuestros es una de las menos intimidantes!
Parezco uno de esos estúpidos gatos que los humanos tienen de mascotas.
    A ver, a ver, dame esa garrita — solté un gruñido ante sus palabras, pero solo conseguí que saliera un “miau” demasiado agudo.
Valak elevó una ceja y rompió a reír. Su estúpido lagarto me olisqueó con interés: me ericé ante su aliento húmedo y le lancé un zarpazo que de seguro ni sintió.
Los odio a todos, ¡yo me largo!
    Nhyna, ¡Nhyna, ¿a dónde vas?!
    ¡A dónde sea! No planeo mostrarme así ante nadie más. — No, ya suficiente humillación con Valak como para que si llegábamos a ver a los custodios de la Original, ellos también me vieran con esta ridícula apariencia.
Traté de concentrarme para volver a adquirir forma humana, pero no llegué a conseguir nada. ¡El maldito gozo era extremadamente fuerte y por lo visto había absorbido algo de mi energía!
Probablemente el efecto duraría un par de minutos u horas más. Quién sabe.
    ¿Nhyna? ¡Nhyna! — oí a lo lejos. Seguí sin mirar atrás.
Sentía la tierra bajo las patas, parecía que la lluvia volvería en cualquier momento y todo se veía extremadamente grande alrededor. ¡Maldito Todo! ¡Me haces hermosa como humana, pero me das esta triste apariencia original!
Un par de gotas me atacaron: la lluvia, tal y como pensé, retornó.
Solté un suspiro lleno de fastidio que sonó más a un “Miauu” demasiado apagado.
De qué me sirve el título de marquesa, la legión y media de demonios a mi mando, y las 100 tropas que he conseguido hasta ahora, ¡si mi apariencia original no tiene nada de magnífico!
Uno de los demonios con la especialidad de otorgar algo tan sublime como el amor a quien lo pidiera…
…tenía la absurda apariencia de un gato en su forma original.
    Ojalá se mueran todos, estúpidos — grazné llena de odio.
Llegué hasta lo que parecía ser un arroyo, y de la presencia del imbécil de Valak no sentí nada. En fin, supongo que irá a conocer a la Original. Mientras esperaré aquí a que se pase el efecto de ese maldito gozo de descubrimiento.
Elevé una pata: estaba completamente llena de la asquerosa tierra húmeda del bosque. Traté de limpiarla frotándola sobre el pelaje de mi pecho, cuando de repente sentí una presencia sumamente poderosa.
Me agazapé al pie del árbol, ocultándome de cualquier luz que pudiera delatarme. No tengo la energía suficiente como para enfrentarme a alguien con semejante cantidad de poder, y tampoco quiero que nadie más me vea con esta horrible aparienc…
¿Eh?
Algo parecido a un rayo de luna cruzó velozmente el terreno. Fue apenas un vistazo el que llegué a tener pero sentí como si en su carrera se hubiera llevado gran parte de mi aliento.
Soltó un grito, emocionado, y después pasó como el viento.
Era…era un hombre. Un hombre muy joven…
No, no era un hombre: era un ángel. Un ángel con la apariencia de un hombre joven, un muchacho; tal vez con un par de años más de los que aparentaba tener Valak.
¿Quién…? ¿Quién era?
Me quedé allí, agazapada y temblando por completo; con la respiración que se me había disparado tan solo al verlo cruzar en frente. Me concentré lo suficiente como para que mi presencia de demonio no se sintiera en lo absoluto; y sin pensarlo demasiado salí tras él.
Traté de seguirle los pasos, pero era extremadamente rápido y mis miembros excesivamente cortos. Corría entre los árboles, tocando cada tronco y elevando el rostro, como esperando que la lluvia lo acariciara más. Dio un salto, se aferró a la rama de un árbol y ágilmente se balanceó para tomar impulso y ahora caer sobre otra rama, sin dejar de observar la luna y reírse lleno de diversión.
Sus brazos se veían fuertes, su cuerpo ágil, su sonrisa sumamente genuina.
Trepé con todas mis fuerzas al árbol de en frente; finalmente llegué a una rama y me quedé observándolo. Recordé al hombre con el que acababa de acostarme, y todo lo guapo que me pareció se quedó en el olvido.
No, él…este sujeto no era guapo: era hermoso. La palabra adecuada para describirlo era “bello”. Todo él lo era.
Adquirió su forma original por unos segundos: una preciosa ave del blanco más perfecto apareció y giró en el aire, con fuerza y gracia  al mismo tiempo. Era veloz y su vuelo parecía muy temerario.
Nuevamente adoptó forma humana: se detuvo en la rama de un árbol mientras sonreía, sumamente contento, y los ojos le brillaban de color violeta. Supuse que estaba alimentándose.
¿Qué es esto? Nunca he visto en mi existencia a alguien semejante. Todo su desenfado contrastaba con lo puro que se veía.
Elevó la mirada; las gotas de lluvia resbalaron por su rostro perfecto. Avancé hacia él como hechizada. Un paso, dos, tres…
Tragué despacio porque sentí como si yo misma me alimentara solo observándol
¡Ay!
    ¡Miauuu!
¡SPLASH!
El último paso que di había sido al aire, así que evidentemente terminé cayendo al arroyo de manera estrepitosa.
Traté de luchar contra el agua pero estaba muy fría (¡y cómo detestamos el frío!). Además, había invertido casi toda mi energía en tratar de ocultar mi presencia.
¡Está helada! ¡Siento que todos los huesos se me van a congel…!
Calor.
Un cómodo calor me envolvió por completo.
    Tranquila, no pasa nada — oí una voz suave, y cuando elevé la cabeza me encontré al hermoso ángel que espiaba, tomándome en brazos y sacándome de un salto del agua.
Respiré algo agitada: el agua estaba helada pero su cuerpo se sentía muy cálido.
Se sentó sobre una de las ramas y después me observó fijamente, sosteniéndome con sus manos frente a él y con el cabello y los ropajes completamente empapados.
Aún me hacía frío: ¡estúpido arroyo y estúpida apariencia de gato!
No sé qué cara habré puesto que soltó una risita, divertido.
    Pero qué bonita eres — pronunció, y su voz me estremeció por completo.
¿Qué…?
El humano…el humano anterior forzaba su voz para que sonara con una ronquera supuestamente seductora, pero él…él tenía un matiz completamente diferente. Era una voz suave,  repleta de… ¿amabilidad?
Lo observé, aún trastocada por sus palabras: ¡¿de cuándo aquí lo amable me parece atractivo?! Siempre me han gustado las personalidades fuertes, dominantes, seductoras, imperiosas; ¡y este ángel es todo lo contrario!
Tiene la mirada llena de ternura y de traviesa curiosidad: las facciones de su rostro muy bien podrían hacerlo pasar por un muchacho de dieciocho años a lo mucho; eso sin contar el matiz lleno de ingenuidad que tiene consigo.
Valak parece de quince años, pero no tiene ni la mitad de inocencia que tiene este ángel.
    ¿Te ha hecho mucho frío?— me preguntó y en ese momento sus ojos dejaron de verse violetas y adquirieron un tono dorado cálido.
¿Podía ser aún más hermoso?
Me acarició la cabeza con delicadeza. Me tocó cariñosamente la punta de la rosada nariz que tenía bajo esta apariencia.
Ya he visto con anterioridad a ángeles, a miles de ángeles, pero él…él…
Una sensación violenta me atacó sin contemplaciones; algo empezó a gritar por dentro.
Tócame...
Apoyé las dos patas delanteras sobre su pecho y lo observé fijamente; tratando de encontrarle una respuesta al siseo que empezaba a recorrerme todo el cuerpo: cabello marrón, ojos claros, sonrisa sincera.
Sentí los músculos de su pecho. Pasé la mirada por sus brazos, sus manos…sus dedos
¿Qué está sucediendo conmigo?
Recordé la frase que una vez oí de Valak; no sé cuándo fue ni por qué lo dijo, pero las palabras cobraban sentido más que nunca: lo puro siempre trae consigo pensamientos retorcidos.
Estiré el cuello; llegué a tocar su mentón con la punta de mi pequeña lengua. Adentro todo se me removió con brusquedad. Me vi frente al espejo de aquella habitación, de pie, completamente desnuda, y la figura de aquel horrible hombre acariciando mi cuerpo se desvaneció: lo suplantó un oponente invencible.
Ahora lo veía a él, al ángel de cabellos marrones, detrás de mí; tocándome y susurrando con su voz fascinante:
» Qué bonita eres.
    Tranquila, ya estás a salvo— me dijo con una sonrisa. No pude aguantarlo más y me erguí, tratando de alcanzar sus labios.
No me importaba la apariencia que tenía ahora, solo sabía que necesitaba tocarlo.
Lo puro…lo puro…

Lo puro trae consigo “deseos” retorcidos

Pero no pude lograrlo.
    ¡Aniel!
Solté un berrido cuando me tomaron por el cuello con fiereza y me aventaron lejos. Iba a impactar contra el roble de atrás, pero Valak apareció y me atrapó entre sus brazos.
    ¡Cuidado! exclamó sosteniéndome junto a su pecho. Me zafé de su agarre con violencia y por el movimiento terminé cayendo hasta el suelo repleto de arbustos.
¡Miauu!
Pude dar una voltereta antes de tocar la superficie, y caí sobre mis cuatro extremidades.
    ¡¿Qué pasa contigo, Nanael?! ¡No te ha hecho nada para que la trates de esa forma! oí la voz hermosa cargada de disgusto: que me defendiera me provocó un cosquilleo de pies a cabeza.
Le hablaba al sujeto de ojos verdes y cabellos rojos que acababa de aparecer a su lado. Él había sido el maldito que me había aventado como a un sucio trapo.
    ¡Es un demonio! le espetó, y por un momento deseé no serlo porque los ojos claros me observaron, ligeramente sorprendidos. El otro estaba por los jardines, espiando a la niña. Probablemente lo hicieron para distraerte.
    ¿Qué…?
    ¡No! — grité ante la consternación de sus ojos—. Yo…yo solo andaba…
El ángel hermoso entrecerró la mirada, intranquilo—. ¿Sucedió algo con Albania, Nanael?
¿Albania?
El tono lleno de preocupación me descuadró. ¿Quién es Albania? ¿Por qué su voz suena tan afectada al mencionarla?
    ¡Ni siquiera llegué a verla más de cerca! — exclamó Valak con sorna. Traté de pedirle que no hablara, pero ya estaba ahí, sonando demasiado arrogante: Solo queríamos pasar a ver a los perritos guardianes que cuidan con tanto recelo a la Madre e Hija.
¿Madre e Hija?
Dirigí mi mirada hacia el frente: cabello marrón, cabello rojizo. Ojos miel, ojos verdes. Se ven diferentes pero ambos comparten mucha similitud en la esencia que percibo alrededor.
    Los Custodios de La original— murmuré para mí misma.
Claro, eso explicaría por qué se ve tan especial: no por nada se habla tanto de los dos custodios que el Todo creó especialmente para la ocasión.
¿Albania sería ella? ¿La Madre e hija?
El sujeto de cabellos rojizos nos miró con advertencia:
    No vuelvan si no tienen nada que hacer por estos lares — dijo con severidad.
Sentí que la energía volvió a mí de golpe. Cerré los ojos y adopté mi apariencia humana.
Las ondas de mi cabello y todo el vestido violeta estaban estropeados por el reciente baño que acababa de darme en el arroyo.
    Volveremos cuantas veces se nos pegue en ganarespondí, retándolo ante el maldito tono de superioridad que había empleado. ¡Jamás me habían tocado con tan poca consideración como aquel estúpido ángel!—. No eres nadie para decirme por dónde puedo movilizarme y por dónde no.
A mi lado, Valak aprobó mi comentario con un: “así se habla, preciosa”.
    No me haré responsable de lo que suceda si llegan a meterse en donde no los llaman—añadió el pelirrojo.
    No vengas a ponerme límites territoriales, ángel. Tus advertencias me tienen sin cuidado.
Los ojos verde agua se entrecerraron adustamente. Los ojos miel y el cabello desordenado se pusieron delante de mí:
    No queremos iniciar una pelea — me pidió. Traté de no verme demasiado afectada por su presencia—. Mientras no planeen algo en nuestra contra, o busquen acercarse demasiado a nuestra custodiada, no habrán inconvenientes entre nosotros.
Su custodiada…
Albania.
    Tenías razón, preciosa — soltó Valak explotando de la risa—. ¡Efectivamente son los perritos guardianes de la Madre e Hija!
El pelirrojo nos lanzó una mirada iracunda. Yo, por otro lado, no podía despegar la mirada del otro; del ángel de cabellos marrones.
    Vámonos, Aniel— ordenó el de ojos verdes. Parecía tener ganas de lanzarse sobre Valak por lo de “perritos guardianes”, pero estaba conteniéndose por respeto a la razón.
Dijo “Aniel”, ¿verdad?
Así que él era el famoso Aniel; el custodio que simbolizaba a la pureza excelsa. ¿Cómo no me di cuenta antes? Todo su ser gritaba su naturaleza entera.
    ¡Te has atrevido a materializarte! oí que lo reprendía mientras se alejaban. ¡Y encima te encuentro con una demonio!
    Comprendo la reprimenda por lo primero, Nanael le respondió con tranquilidad. Pero no tengo por qué disculparme por lo segundo. No sabía que era una demonio; no intentó atacarme.
    Porque no tuvo el tiempo necesario soltó con severidad. Rodé los ojos, algo divertida.
No tuve el tiempo necesario… sí, es verdad.
No tuve tiempo para besarlo, porque eso era realmente lo que quería hacer. O tal vez, como dice su compañero, sí lo hubiera atacado: si no hubieran llegado ni él ni Valak, hubiera hecho de todo para seducirlo y llevármelo conmigo.
    Todos los demonios no son como crees, Nanael fue lo último que oí de sus labios, porque Valak me tomó por la mano e instantáneamente nos transportamos a la casa que habíamos decidido usar como morada en esta ciudad.
    No llegué a verla bien; creo que se veía como una niña muy pequeña — me comentó mientras yo me quitaba el vestido estropeado.
    ¿De qué hablas?
    ¡De la Original! — Elevé las cejas y asentí, sin prestarle verdadera atención.
No pude evitar ver la luna a través de los ventanales: los ojos miel y el cabello desordenado me habían dejado algo atontada.
    ¿Qué? — oí a Valak y desperté de mi ensoñación—. Manu, ¡no puedes tener hambre cada dos minutos, por amor al Todo!
    En cualquier momento esa cosa terminará comiéndote a ti — bufé.
Me dijo que volvería en unos segundos; me quedé sola, en la extensa habitación. No me molesté en encender las lámparas. Solo me quedé ahí, observando mi reflejo en el espejo.
Me quité las prendas, una a una, y quedé completamente desnuda, solo iluminada por la luz que se filtraba por las ventanas.
No pude evitar tocarme la punta de la nariz, tal y como él había hecho con delicadeza.
Aniel.
Cerré los ojos y traté de copiar al máximo su apariencia. Para cuando los abrí, tenía al ángel de los ojos miel desnudo y mirándome fijamente.
No, no puedo copiar su mirada. Tiene algo que jamás voy a poder copiar.
Me acerqué al espejo y deposité un beso sobre él. Nuevamente adquirí mi forma humana.

»— Pero qué bonita eres.

Recuerdo la voz del humano diciéndome ninfa de plata, diosa del amor...
...pero ninguna de sus palabras rebuscadas habían logrado lo que él había conseguido sin mucha dificultad.
Su halago no había salido buscando sonar seductor, o esperando obtener algo a cambio. Había sido sincero, sumamente sincero; y eso había bastado para hacerme sentir muchas cosas.
Me dejé caer sobre el lecho; solté un suspiro.
Amor, amor...
Quiero...
¿Qué es lo que exactamente quiero?
  


¨°*°*°*°¨

NUNA

¡Pam pam-pim-pam-pim-pom!
Bejle dice que son imaginaciones mías, pero estoy casi segura de que algo ha pasado con esta niña.
    Niña Albania... — la llamé. La melodía en piano estaba sonando escandalosamente turbulenta.
Las notas continuaron saliendo sin ningún tipo de armonía. Sorel, que estaba sentado a un costado aprovechando que no había demasiado que hacer alrededor, fruncía cada vez más el ceño ante la melodía estruendosa.
¡Pam pam-pim-pam-pim-pom!
Con todo el dolor de mi corazón, creo que debo admitir que la cara de caballo de Tamaya tiene algo de razón: mi niña Albania es muy buena en todo lo que hace menos con el piano.
Aunque ya no sé bien si este concierto mal dado es por lo complicado que le resulta memorizar la posición de las notas…
…o porque sigue disgustada por quién sabe qué.
Ayer la oí pegar un grito fortísimo mientras charlaba con Bejle sobre las compras que harían por la mañana para la despensa de la cocina. Subí presurosa, temiendo que pudiera haberse lastimado, y cuando abrí la puerta me encontré con el cuadro más extraño de la historia.
La niña Albania lloraba y cuando se dio cuenta de mi presencia se abalanzó sobre mí, completamente afectada.
»— Niña, vamos, ¿qué ha sucedido?— le pregunté después de pedirle a Bejle que le sirviera una enorme taza de leche con miel. Inclusive cambiamos la taza de porcelana por una de las copas para vino para que se sintiera más cómoda y hablara, ya que le encantaba tomarse las cosas en copas como lo hacía la “gente grande” como ella repetía.
Pero esta vez no funcionó ni siquiera el sugerirle tomarse la leche en una copa para champán.
»— Nuna, tal vez deberías hablar de esto más seriamente con el señor Formerio — me sugirió Bejle horas más tarde, cuando mi niña ya dormía perfectamente arropada en su habitación—. No es normal que la criatura llore con tanta pena y no nos diga nada.
»— Ay, Bejle…— Me preocupé muchísimo ante sus palabras y no sé qué cara habré puesto que al instante se corrigió.
»— Ya, Nuna, no es para tanto. A lo mejor se acordó de su abuelo y como lo extraña pues le dio tristeza.
Ojalá sea eso.
¡Pam pam-pim-pam-pim-pom!
    Eh…en seguida regreso. Creo que… Bejle podría necesitar ayuda— comentó Sorel poniéndose de pie y saliendo presuroso del salón.
No va a ayudar a Bejle con nada. El asunto es que cualquiera que se quede en esta habitación definitivamente terminará sordo.
¡Pam pam-pim-pam-pim-pom!
    Niña Albania… — volví a pedir tratando de mantener los nervios en calma.
Las teclas del piano eran aplastadas sin piedad alguna; las ondas castañas se movían furiosas en cada tocada.
¡Pam pam-pim-pam-pim-pom!
    Niña Albania…
¡Pam pam-pim-pam-pim-pom!
    ¡NIÑA ALBANIA!— grité y todo quedó sumido en silencio.
Afuera el viento silbó al cruzar los jardines. Aquí, mi niña bajó las manitas con desgano y soltó un suspiro demasiado angustiado.
Dios mío, ¿qué pasa? No es normal que una niña suspire con tanto pesar.
    ¿Niñ…?
    ¡Ya te dije que no quiero hablar contigo! — exclamó obstinadamente. Por un momento me sentí dolida al pensar que las palabras iban dirigidas hacia mí, pero al instante la vi mirar al costado, como charlando con alguien más—. ¡No volveré a dirigirte la palabra porque eres un mentiroso!
Ay, Señor Santísimo, ¿otra vez estamos con los amigos imaginarios?
    Es que… yo también quiero tocarte — murmuró decaída. ¿Qué?
Escuché el sonido de un coche deteniéndose en los exteriores. Pensé en ponerme de pie para preguntar de quién se trataba, pero nuevamente la oí:
    Déjenme sola, ¡no quiero hablar con ninguno! ¡Con ninguno! — repitió, y después volteó el rostro enfadada.
    ¿Niña…Albania? — pregunté con cautela.
    Perdóname, Nunita — me dijo y después la boquita le tembló: un claro indicio de que en cualquier momento estallaría en llanto.
Pero no, no lo hizo. Infló los mofletes y…
¡Pam pam-pim-pam-pim-pom!
…el concierto estrepitoso reinició.
¡Pam pam-pim-pam-pim-pom!
Iba a pedirle que no se desquitara con el pobre piano, porque era evidente que la melodía mal tocada era a causa de un berrinche, pero en ese momento las puertas del salón se abrieron de par en par.
¡Pam pam-pim…!
    Pero qué concierto tan interesante — oímos. La melodía tortuosa se detuvo; los ojos de mi niña se iluminaron—. ¿Acaso estás planeando crear un nuevo género musical, princesa?
    ¡Tía Morgana! — chilló mi niña saltando rápidamente del taburete para lanzarse a los brazos de la recién llegada.
La señora Morgana estaba tal y como la recordaba: con los perfectos cabellos grises sujetos en el elegante moño, el vestido de talante refinado (en esta ocasión azul oscuro), los guantes en un tono más claro a modo de juego, y la soberbia joyería en cuello y brazos.
Eso sin contar la mirada desafiante y los labios curvados en una sonrisa que nunca llegaba a ser descubierta: uno no sabía si se trataba de una arrogante o una simplemente juguetona.
    Yo…yo estaba punto de pedirle que se detuviera, señora — comenté mientras se inclinaba para recibir los afectuosos besos de mi niña.
    ¿Que se detuviera? — replicó divertida, con una perfecta ceja en alto—. ¿Y eso por qué, Nuna?
Iba a responderle que se trataba de un berrinche sin motivo aparente, pero la sonrisa misteriosa, tan típica de la señora Morgana, me apabulló.
    Esta niña está desfogándose— dijo mientras le acariciaba los cabellos—. Déjala, Nuna; solo está concentrando toda su ira en algo exterior ya que por lo visto algo no ha sido de su agrado. —Se inclinó un tanto y la observó con suspicacia—. ¿Verdad, princesa?
Mi niña asintió llena de convicción.
    Así es, tía. ¿Cómo lo supiste?— preguntó asombrada.
    A mi edad todo se sabe solo observando algunos gestos, princesa. Y si tuvieras un par de años más hasta apostaría que es por un muchacho, pero creo que para eso aún falta un tanto.
¿Mmm? ¿Algo que no ha sido de su agrado? ¿Pero qué pudo haber sido?
     Y si es por el piano ni te preocupes, Nuna — añadió la señora. La ronquera de su voz siempre me intimidaba un poco: nunca he recibido un desplante de su parte, pero todo su porte era demasiado extenuante—. Podemos comprar otro, no sería nada del otro mundo.
La niña Albania sonrió, preguntó si realmente comprarían otro piano si ella lo estropeaba y la señora le respondió que “por supuesto, para ella todo lo que pidiera. Hasta el cielo, de ser necesario”.
No pude evitar recordar las palabras de mi señora Marlene:

»— Realmente estimo a mi hermana, Nuna. Pero a veces repruebo su conducta.

La señora Morgana comentó que había traído miles de obsequios a propósito del cumpleaños de la niña Corín que sería dentro de un par de días.
    Pero los más grandes y hermosos son para mi sobrina más bonita.
    ¿Para mí, tía?
    Evidentemente, preciosa. Hay regalos que se aprecian mejor en ciertos brazos… — Se inclinó un tanto y sonrió—. He traído un par de vestidos que solo tú podrías lucir mejor que ninguna.
La niña Albania soltó un gritito y dio varios brincos, encantada.
    Antes tomaré un baño, ¿si, querida? También tengo algunos obsequios de parte de Alexia. Tuve el placer de encontrármela durante mi estadía en Libiak. Y de paso hablaremos sobre las cosas que están agobiando la cabeza de mi princesa.
Quise explicar que a lo mejor era solo un berrinche infantil, pero ella ya había ordenado que se le preparara un baño mientras salía en compañía de la niña Albania rumbo a la habitación que solía acondicionársele cuando llegaba de visita.

»— Morgana es como una niña, Nuna. Ni la muerte de su esposo, ni la lejanía de sus dos hijos la han afectado. Solo se concentra en el presente, en sí misma y en trivialidades; y eso no me preocuparía tanto si no fuera por que es casi un modelo a seguir para Alexia.

La señora Marlene quería a su hermana menor, pero solía repetir que mantenía un estilo de vida algo frívolo; que le preocupaba la influencia que podía ejercer en su sobrina, la señorita Alexia.
Empiezo a pensar lo mismo acerca de mi niña Albania.


¨°*°*°*°¨

ANIEL

    Por todas las creaciones, eso suena terrible — escuché de Nanael; las notas en piano llegaban hasta aquí y no sonaban nada armoniosas.
Estábamos en Izhi. Caila y algunos subordinados suyos habían venido a verificar la situación con Albania a propósito del encuentro que tuvimos con aquellos dos demonios la noche anterior: uno respondía al nombre de Valak (él mismo se lo había revelado a Nanael) y de la otra no sabíamos más.
»— ¿Un gato? — había comentado Caila cuando me preguntó a propósito de ella. Asentí y después frunció los labios, pensativa—: Bueno, la verdad es que hay muchísimos demonios que comparten la misma apariencia original. Trataré de averiguar de quién se trata con las características específicas que me has proporcionado.
»— Si te soy sincero, no me parecía peligrosa — indiqué. Después de todo, esa demonio simplemente había tenido un accidente y en ningún momento trató de atacarme.
Caila asintió sin estar verdaderamente convencida; lo supe porque cuando se acercó a Nanael le susurró que “su hermano de nacimiento era algo ingenuo para este mundo”.
Elevé las cejas y ella recordó que mi sentido auditivo era bastante bueno. Muchísimo mejor que el de cualquier otro hermano ángel a decir verdad.
»— Lo… lo siento mucho — se excusó ligeramente avergonzada—. Me… ¡me refería a que sueles confiar demasiado y…!
»— Pierde cuidado.
Me divirtió un tanto porque aún me parecía absurdo que entre los nuestros, consideraran que Nanael y yo debíamos tener un “trato especial” por supuestamente pertenecer a un rango que ninguno poseía.
»— Caila tiene razón — añadió Nanael cuando ella y la comitiva que había venido consigo se retiraron—. Confías demasiado, Aniel.
»— Creo que en realidad tú eres demasiado receloso con todo alrededor— rebatí.
La lluvia de ayer había dejado todo Izhi con una hermosa apariencia repleta de humedad.
»— ¿Lo ves? Ni siquiera estás tomándote esta charla en serio.
»— ¿Pero qué estoy haciendo?— señalé sin comprender.
»— La sonrisita de chiquillo que traes no ayuda, Aniel. — Elevé las cejas y rompí a reír. Tal vez debí evitarlo: Nanael solo había fruncido aún más el ceño, evidentemente disgustado.
Quería pasar a ver a Albania porque desde ayer no había sido posible que charlara con ella para ver si aún seguía enfadada: Nanael había insistido en que era mejor darle algo de tiempo para que se tranquilizara.
Comenté al aire que iría a verla, pero repentinamente escuchamos las notas disonantes provenientes de la casa.
Bien, parece que alguien ha empezado con las prácticas de piano.
Nanael comentó que la melodía podría hasta matarlo; le dije que Albania se esforzaba muchísimo en sus lecciones pero que le resultaban muy complicadas.
    Pues parece una mala interpretación a propósito — indicó cuando aparecimos frente a los ventanales que conectaban la sala de estar con el inmenso jardín.
Ahí estaba Albania, sentada sobre el taburete acondicionado para su estatura, y presionando las teclas del piano sin delicadeza alguna.
Nuna la observaba consternada desde su sitio en el sofá individual. Trataba de hacerla desistir pero Albania ni siquiera la escuchaba; solo hundía los dedos en las notas con los ojos enfocados directamente en sus manos.
    ¿A dónde vas? — me preguntó Nanael en tono de amonestación.
    A hablar con ella — le respondí.
Si aún seguía enfadada por lo de ayer debía tratar de descubrir el motivo de su molestia.
    ¿Hablar con ella? Aniel, por amor al Todo, deja a esa niña tranquila. Ya se le va a pasar.
    Nanael…
    ¿Que no es evidente? Está molesta porque Gremory logró hacer algo que ella quiere desde hace mucho: tocarnos. — Bueno, sí, parecía ser eso pero lo más conveniente era hablarlo con ella—. Simplemente es un berrinche: no tolera que otros hagan cosas que ella no logra conseguir.
Lo miré sin saber qué decir; adentro, Albania volteó de reojo: nos vio.
Giró el rostro y las notas empezaron a salir con más brusquedad: seguía enfadada.
    Aniel… ¡Aniel!
Ignoré las advertencias de Nanael e ingresé al salón. Las notas se escuchaban más nítidas y la terrible melodía me lastimó los oídos.
Se dio cuenta de mi presencia y bajó las manos, justo después de que Nuna alzara la voz, invocando su atención.
    ¿Qué pasó? — pregunté con amabilidad. Me observó de soslayo y después suspiró—. ¿Sigues enfadada?
    ¡Ya te dije que no quiero hablar contigo!
Al lado, Nuna la observó sorprendida y algo dolida.
    No grites — indiqué con seriedad. Volteó a verme, con los ojos enormes abiertos de par en par, y después volvió a enfocarse en el piano.
    ¡No volveré a dirigirte la palabra porque eres un mentiroso!
    ¿Un mentiroso? — repetí sin comprender—. Albania, Gremory puede tocarme porque compartimos ciertas similitudes en nuestras naturalezas; no porque me haya materializado.
Me miró un tanto dubitativa.
    Es que…— inició en voz bajita—…yo también quiero tocarte.
Entrelazó las manos sobre su regazo. Suspiré: tal vez si accedía ella dejaba de sentirse tan trist…
    Está prohibido, no me hagas repetirlo más — respondió Nanael que acababa de aparecer junto a nosotros.
El gesto enfadado retornó a su rostro:
    Déjenme sola— murmuró y después elevó la voz, no conteniéndose más—, ¡no quiero hablar con ninguno! ¡Con ninguno!
    ¡¿Ves lo caprichosa que es?! ¡No puede ni hablarse con esta niña!— exclamó Nanael enfadado. El tono salió con brusquedad: Albania bajó la mirada, le temblaron los labios. Pensé que iba a llorar pero decidió reiniciar con el concierto estrepitoso.
¡Pam pam-pim-pam-pim-pom!
Quise añadir algo más, pero en ese momento alguien llegó de visita: la cuñada de su abuelo, Morgana, acababa de ingresar al salón.
Nanael se dio media vuelta y atravesó las paredes, rumbo al jardín. Le di una última mirada a Albania que se olvidó por completo de todo para saludar afectuosamente a la recién llegada.
La sonrisa de Morgana Privato me perturbó ligeramente: no sabía que tenía esta mujer pero desde que la vi por primera vez siento algo extraño cada vez que vuelvo a verla.
Parece de esos humanos que han adquirido la tranquila sabiduría que proporciona la experiencia de los años; y a la vez parece tomarse todo a broma.
Lo raro de todo esto era que aunque fuera imposible, sentía como si ella también pudiera verme.
Saludó a Albania inclinándose un poco, y de reojo observó al frente, en mi dirección.
Me quedé estático, con la certeza de que era invisible a sus ojos, pero la sonrisa misteriosa que se le formó en la boca me puso a la defensiva.
Cerré los ojos y preferí seguir a Nanael.
    No sé cómo demonios la humana soporta a esa niña — oí su voz: había decidido venirse para la parte del prado repleto de flores.
    ¿De quién hablas? — le pregunté sin interesarme en realidad. La sonrisa de Morgana me había dejado algo perplejo.
Hay algo en esa mujer…
    De Nuna. No sé cómo puede tolerarla tanto — prosiguió él irritado—. Es mimada hasta la médula, y caprichosa como no se tiene idea.
    No seas tan duro — repliqué.
La primera vez que me topé con Morgana Privato fue aquella tarde soleada, exactamente hace seis años.
»— ¿Ella es la niña que ahora está viviendo con ustedes? — le había preguntado a su hermana, Marlene. Ella asintió, y después Morgana le pidió a Nuna que la dejara cargarla.
»— ¿Quieres cargar a un bebé? — preguntó Marlene Formerio elevando una ceja—. Te recordaba como una defensora de las “nanas que le quitan a una el peso de cargar con las criaturas” — añadió con burla.
»— No voy a negarte que ni cargar a mis dos hijos era de mi pleno agrado, y que celebré muchísimo que aprendieran a caminar para no quedar como la madre desnaturalizada que no gusta de mecer bebés — había respondido riendo —; ¡pero esta niña es irresistible! ¡Y qué ojos tan encantadores tiene!
Nanael se había retirado diciendo que observar cada nuevo vínculo que Albania obtenía era más de lo mismo.
Yo preferí quedarme: la mujer, Morgana, me tenía algo desconcertado.
»— Esta niña va a ser una verdadera joya cuando crezca; y tiene el precioso nombre de la matriarca de los Formerio — comentó observándola fijamente entre sus brazos—. Ni Alcides ni tú van a poder evitar la enorme cantidad de pretendientes que se abalanzarán sobre la casa.
»— Apenas es una criatura, Morgana, ¿y ya estás pensando en el joven que la elija como esposa?—indicó divertida Marlene Formerio.
»— ¿Elegirla?— exclamó soltando una carcajada—. No, Marlene, si eres inteligente no permitirás que esta niña se condene en cualquier simple matrimonio. ¡Lo tiene absolutamente todo para ser feliz! Un apellido digno, una fortuna inmensa y si no me equivoco, la belleza le sobrará. — Los ojos le brillaron maravillados—. Si desea casarse, ¡ella elegirá! Ella será la que señale al afortunado. No vivirá bajo la odiosa sombra de un hombre que no lo valga.
»— No hace mucho que sepultamos a Vincent, Morgana— puntualizó su hermana con seriedad—. Ten cuidado con lo que dices o la gente podría malinterpretar tus palabras.
»— ¿Malinterpretar? ¿Por qué habrían de hacerlo? — Tomó a Albania y la elevó hasta la altura de su rostro para verla fijamente a los ojos y sonreírle con elegancia—. Todo el mundo sabe cuánto respetaba a mi difunto esposo, querida.
Marlene Formerio observó disimuladamente a Nuna: evidentemente reprobaban el tono de las palabras.
»—Otra cosa es que no lo amara— murmuró tan bajo que solo yo fui capaz de escucharla. Leí sus emociones rápidamente: había resentimiento, tedio, inclusive un poco de alivio tal vez al verse viuda.
Nuna tomó en brazos a Albania y dijo que ya era hora de darle de comer.
Tocaron la puerta; uno de los empleados anunció la cena.
»— Esa niña va a ser hermosa, Marlene, muy hermosa — comentó alegre mientras salían de la habitación—. Tan hermosa que los mismos ángeles van a amarla. — Y antes de cerrar la puerta sentí que observó en mi dirección.
Morgana Privato no me parecía una mujer peligrosa: simplemente parecía vivir adelantada a su época, y con unos deseos de libertad que fueron reprimidos cuando su esposo vivía (no sé, es la impresión que me ha provocado después de observarla durante sus visitas realizadas en seis años y oír sus relatos con respecto a él).
Lo único que me ponía en alerta siempre que llegaba eran las miradas y sonrisas misteriosas que solía dar en mi dirección. Estoy muy seguro de que no puede verme, pero a veces sentía como si ella guardara celosamente un secreto.
La mañana pasó con suma lentitud: Nanael aprovechó e insistió con sus clases sobre gozos y salmos.
    Los martirios resultarían sumamente sencillos para ti, ¿verdad? — le pregunté cuando terminó de enseñarme un salmo de exclusión y encierro.
Estábamos bajo la sombra del mismo árbol sobre el que él solía sentarse.
    Lo único que diferencia a los martirios de los gozos es que los primeros son realizados por demonios; en la parte estructural son muy parecidos — me respondió. Noté cierta chispa de curiosidad en sus ojos—. Si no estuvieran prohibidos para nosotros…
    …ya estarías practicando con ellos — concluí. Nanael sonrió y asintió.
    Es una lástima que el Todo nos haya dado la capacidad de crear gozos, pero no poder usar martirios.
Nanael y yo teníamos la capacidad de crear gozos nuevos, aunque él definitivamente tiene más imaginación al unir emblemas y símbolos para crear diferentes ataques y defensas. Caila se mostró muy sorprendida cuando se enteró: por lo visto habían ángeles que solo podían repetir gozos ya existentes.
Él insistía diciendo que yo debía practicar más.
La intensidad del sol había menguado un tanto: supuse que ya serían las cuatro o cinco de la tarde.
    Mira a quién tenemos por allá — mencionó Nanael reincorporándose. Elevé la mirada y me encontré a Albania acercándose con algo de timidez.
Me puse de pie yo también.
Llegó hasta nosotros y después apretó con fuerza los pliegues de su vestido.
    ¿Y bien? ¿Qué sucede ahora? — lanzó Nanael. Ella elevó la mirada y después se mordió los labios, con culpabilidad.
Algo de viento cruzó con fuerza.
    No…no debí gritar — dijo en voz bajita—. No debí gritarles… ni decirte mentiroso, Aniel. — Me incliné un tanto y ella me mostró sus enormes ojos cargados de remordimiento—. No te enfades, por favor. No volveré a gritar, ¡no lo haré nunca más! Cuando esté molesta, voy a decir por qué y no simplemente   llorar.
Nanael me observó de reojo: escuché claramente que me dijo, sin necesidad de hablar, que ella merecía algo más de escarmiento.
    ¿Prometido? — le pregunté. Nanael puso los ojos en blanco.
Los ojos enormes se iluminaron:
    ¡Prometido, Aniel!  ¡Prometido!
Bueno, creo que con eso basta.
    Nunca va a aprender si no somos más severos — me reprochó Nanael cuando le desordené el cabello. Albania me sonrió e hizo como si me tocara la mano.
    ¡La tía Morgana me ha traído muchos obsequios! — nos dijo entusiasmada—. ¡Cuando volvamos se los mostraré!
Nanael sugirió que retornáramos a la casa, pero ella dijo que quería jugar un rato.
Corrió al arroyo, esta vez fue muy cuidadosa y solo se columpió. No se mojó el vestido y mientras correteaba de aquí para allá Nanael insistió con lo de las clases de gozos.
Me senté junto a él; Caila apareció solo para decir que la demonio de la vez pasada respondía al nombre de Nhyna y su especialidad era brindar amor forzado. No me pareció una noticia para alarmarse, y creo que Nanael también lo tomó así porque le dio las gracias a Caila y eso fue todo.
El sol brilló con muchísima fuerza; como ayer había llovido las hojas de algunas flores aún tenían algo de rocío y reflejaban los rayos luminosos.
La luz de la luna suele darme mayor energía, pero creo que puedo aprovechar algo de ésta.
Cerré los ojos y dejé que los destellos me alimentaran; hasta que la voz de Albania resonó:
    ¡Miren lo alto que he llegado!
Giro y me la encuentro sentada sobre la rama de uno de los árboles cercanos. Está sonriente mientras balancea los pies entusiasmada.
    ¿Puedo saber cómo ha llegado hasta allí, señorita? — le pregunto.
    Tienes los ojitos violeta, Aniel. ¿Estás llenándote de energía? — Asiento y ella dice que aunque le gusta el color, prefiere los ojos de sol.
Es una muy curiosa manera de describir mis ojos.
    Cuidado, Albania. Si te lastimas, van a reprender a Nuna— advierte Nanael.
Ha vuelto a sentarse sobre la hierba y lee con atención sus trazos en la tierra.
    ¿Más gozos? — profiero divertido. Me dice que él, a diferencia de “otros”, sí emplea su tiempo en cosas importantes.
De acuerdo, cuando dice “otros” habla de mí.
    Eres el compañero más aburrido de la historia.
    Ya estás hablando como humano. Adquiriendo términos y palabras que no son necesarias.
Suelto una carcajada.
    ¿Por qué siempre eres tan estricto, Nanael?
    ¿Será porque mi especialidad es el castigo y la severidad? — Elevo las cejas ante el tono mordaz—. Para ser el portador de la pureza excelsa, eres bastante simplón, Aniel.
    ¿Y ahora quién está usando términos humanos?—reclamo fingiendo indignación.
Me mira irritado; sonrío y para que no se enfade más le digo que me enseñe más de esos gozos que tan meticulosamente crea, pero la risa de Albania nos obliga a mirarla:
El árbol está muy alto y no sabe cómo bajar.
    Llamaré a Nuna — dice Nanael poniéndose de pie—. No me tomará más de algunos segundos susurrárselo.
    Nuna querida se va a molestar conmigo— replica Albania—. ¡No, por favor!
    ¿Entonces a tu tía? ¿A Sorel? ¿A alguien?
    ¡No, no! —exclama abatida—. ¡No podemos llamar a nadie porque se enfadarán! ¡Nuna me prohibió trepar a  los árboles!
Sí, es verdad. Yo mismo oí a Nuna decirle hace un tiempo que una señorita jamás se trepa a los árboles.
    Entonces será para que la próxima vez no subas.
Observo a Albania. Suplica que por favor la ayudemos a bajar, que la altura la está mareando un poco.
¿Mareos? Ella nunca ha sentido mareos.
    ¿Qué crees que haces?
    No va a poder bajar, Nanael— le digo cuando me detiene por el hombro. Ella nunca ha sentido mareos, eso me preocupa un poco. Materializarme para ayudarla a bajar no era tan descabellado: solo sería un segundo—. Aún es pequeña, no tenemos por qué ser tan severos.
    Nosotros no somos ninguna especie de nodriza, Aniel. — Nanael nunca entiende de razones. ¿Acaso cuesta tanto ayudarla a bajar? Ayer no recibí ninguna amonestación por materializarme; tal vez hoy sería igual—. Además, ¿no te has dado cuenta? Es solo un truco para que te materialices. Tanto que le has comentado que sí podemos hacernos palpables es evidente que quiere comprobarlo.
¿Qué…?
Giro y la observo aún sobre la rama de aquel árbol.
    ¿Eso es cierto, Albania?— Ella frunce los labios y parpadea varias veces. Y claro que sé de qué se trata eso.
Es el gesto que siempre hace cuando se siente descubierta.
    Pensé que ya habíamos solucionado esto — le digo algo decepcionado. Ella abre los ojos, se muerde los labios y arremete contra Nanael:
    ¡Eres malo!
    Si quieres bajar llamaremos a Nuna, no hay opción a más—responde él con indiferencia.
    ¡Malo!
A lo mejor Nanael tenía algo de razón: Albania parece no comprender cuando no puede conseguir algo.
    Aniel… no te enfades — me pide con los ojos brillantes—. No te enfades; ¡tú no, por favor!
    Aniel… — me llama Nanael.
A lo mejor ella realmente está creciendo con demasiadas permisiones.  
Asiento y decido sentarme junto a Nanael. De algún modo tiene que aprender.
    ¿No vas a ayudarme? — escucho.
Observo uno de los árboles de allá atrás: ha crecido torcido. Tal vez si lo hubieran ayudado a corregirse se vería diferente.
    No, ninguno lo hará— responde Nanael con severidad.
    ¡No hablaba contigo! —grita nuevamente. La observo y compruebo que está a punto de llorar—. ¿No vas a ayudarme, Aniel? — Niego con la cabeza, con algo muy parecido a la culpa dentro de mí: es sencillo ayudarla a bajar, pero ella debe… tiene que aprender que las cosas no se obtienen de esa manera—. ¿No lo harás?
    ¡Ya dije que no lo hará, Albania! —sentenció Nanael—. Espera, llamaré a Nuna.
    ¡No quiero! — exclamó obstinadamente—. ¡Bajaré sola!
    Te estoy diciendo que llamaré a Nu…
    ¡No, no, no! ¡Bajaré sola! ¡Sola! — chilló enfadada.
    ¡Albania, no! — ordeno.
Se ha deslizado con cuidado hasta el tronco y se ha puesto de pie con todo el cuerpo temblándole por completo.
Cielos, realmente está muy alto.
    Déjala, si se cae, será por su propia culpa.
    ¡Puede matarse!— exclamé sin creer su indiferencia.
    No será así, lo sabes bien.
    ¡Nanael!—repliqué.
    Llamaré a Nuna
Nanael desaparece instantáneamente. Imagino a Nuna escuchando un susurro lejano: “ve por Albania al prado de flores”. Ella pensará que ha sido un pensamiento que se le ha cruzado por la mente, correrá presurosa si es que a Nanael no le toma tiempo convencerla de que es una buena idea, y después recorrerá todo el inmenso jardín.
Después debe ingresar a Izhi, atravesar algunos árboles, doblar a la derecha, derecha, izquierda, derecha, ver el arroyo, doblar a la izquierda de nuevo, y recién llegará.
Demorará much…
    ¡Ah!
Escucho un gritito lleno de espanto. Giro y la veo caer violentamente con el rostro lleno de terror.
¡No!
No lo pienso ni dos veces y cruzo el espacio.
    ¡Alak lour!
Siento el viento golpear con más fuerza, pero en ese momento un peso cálido cayó sobre mi pecho.
Las ondas castañas me hacen cosquillas en el mentón, y después los ojos enormes me observan asombrados.
    Aniel… — susurra y después suelta un gritito, emocionada—. Te siento, ¡te siento! ¡Puedo tocarte! ¡Puedo hacerlo!
No puedo evitar sonreír: sí, sé que está mal y se ha salido con la suya.
¿Pero cómo puedo reprenderla si está así de contenta?


¨°*°*°*°¨

ALBANIA

La tía Morgana lo dijo, ¡la tía Morgana aseguró que no fallaría, que ella sabía de lo que hablaba!
Que cuando quieres obtener algo, gritar y hacer berrinches no siempre funciona.
»— Es sencillo, princesa. Si quieres obtener algo y sencillamente no se te concede al pedirlo, puedes usar otros trucos.
»— ¿Trucos, tía?
»— Si no te lo conceden por voluntad, pueden concedértelo a fuerza. Y cuando digo “fuerza”, no hablo de sonar grosera y demandante, sino todo lo contrario. — La tía Morgana siempre sonríe así cuando está muy segura de algo. La escuché con muchísima atención—. Haz que se sientan “obligados” a darte lo que pides.
»— ¿Obligados?
»— Una vez quise emprender un viaje de seis meses, sola y lejos de Libiak, querida. — Sacó esa barrita larga que se llevaba a la boca y después botaba una bolitas de humo; el abuelo siempre le decía “Morgana, no fumes en frente de la niña”, pero como el abuelo no estaba ella decía que no importaba—. Fingí un fuerte dolor en el pecho antes de comentar mis planes. — Soltó una risa que no entendí—. Vincent se asustó tanto que me dejó partir sin decir palabra alguna.
Ah, el tío Vincent. Nunca lo conocí pero la tía solía hablar de él, siempre riéndose.
»— Y ahora, que esa cabecita piense cómo obtener lo que tanto quiere. Si me dijeras más a fondo qué es lo que tanto deseas podría ayudarte…pero ya sé que hay “algunas cosas” que no puedes compartir con todos.
Me pidió que girara una vez más, con el nuevo vestido color melocotón que me había traído, y después me dijo que fuera a seguir sus consejos; que después le contara los resultados.
Iba a bajarme del árbol, molesta con Nanael porque él siempre arruina todo y mi plan de subirme había sido por las puras; y entonces no sé qué pasó que no pisé bien el lugar por el que había subido y entonces sentí que caí.
¡Fue horrible! Era como si me quitaran algo de adentro con muchísima fuerza. Cerré los ojos y solté un grito porque no quería golpearme y estaba muy alto…
…y entonces sentí que me recibieron con suavidad.
Abrí los ojos: pensé que caer iba a dolerm…
¿Eh?
El corazón me brincó como pajarito. Abrí muchísimo más los ojos y entonces lo vi…
Era él… él…
    Aniel… — Lo vi muy cerca. Los ojitos se le habían puesto color sol otra vez. Solté un grito, emocionada: ¡era él! ¡Era él!—. Te siento, ¡te siento! ¡Puedo tocarte! ¡Puedo hacerlo!
    Albania…— me dijo negando con la cabeza. Parecía a punto de enfadarse pero lo abracé con fuerza.
¡No puedo creerlo! ¡Es él! ¡Así se siente él!
    ¡Qué contenta estoy! — Aproveché y lo abracé ¡fuerte fuerte!
Cuando abrazaba al abuelo sentía como abrazar a un enorme oso de felpa, pero Aniel… Aniel era…era…
Era lo más bonito, ¡lo más lindo del universo!
Alcé las manos y llegué a su cabeza: onditas color marrón como los bombones rellenos de fresa. Y sus mejillas, ¡sus mejillas son suavecitas! Y sus pestañas muuuy largas.
    Te siento, puedo abrazarte y tocar tu cabello: ¡es muy suave! Y también puedo darte miles de besos.
No pude aguantarlo y lo besé en las mejillas, como Nuna solía hacer conmigo.
    Van a regañarme por esto…— Soltó un suspiro—. En fin, debemos hablar sobre esa actitud tan obstinada. — Hundí la carita sobre su pecho: era cálido y parecía que nadie podía hacerme daño ahí—. No puedes gritar siempre que quieres alg…
    ¡Hueles muy bien! — exclamé cuando reconocí el aroma—. Como a estrellas, como a sol…
El sol…el sol…
Abrazando al sol…— a la voz fea pero no le hice caso.
    Albania, no sabes cómo huele ni el Sol ni las estrellas— me dijo divertido.
    Pero el Sol y las estrellas son las cosas más bonitas del universo. ¡Y seguramente deben oler tan bien como hueles tú!
Me miró con una ceja en alto, y después soltó una carcajada:
    Dime, ¿qué voy a hacer contigo, bonita?
    Ahora podré darte todos los besos que quiera, y abrazarte, ¡y jugar contigo!
¡Si todos lo vieran se quedarían mudos de la impresión! Aniel era mucho más bonito así, materializado, porque lo sentía y lo veía con más claridad.
    No podré materializarme siempre — me dijo depositándome sobre el suelo. Me aferré con fuerza a su brazo—. Está prohibido.
Se arrodilló frente a mí y me desordenó el cabellito. Salté emocionada porque ahora sí lo sentía.
    Nuna dice que en algún momento los amigos imaginarios tienen que irse… nunca te irás, ¿verdad?
    Soy real, bonita. — Aproveché y me aferré a su cuellito. El aroma de su pelo me gustó muchísimo—. Y siempre voy a estar contigo.
    ¿Siempre?
    Siempre.
Siempre…
Siempre…
Siempre…


¨°*°*°*°¨ 


Tres personajes más ingresaron a la historia: Valak es de esos personajes que tendrían que ser antagonistas y por cliché odiados, pero a mí me cae muy bien. También ya vimos a Nhyna  y su perspectiva sobre lo que sucede alrededor. Sabemos que estaba tras un hombre apuesto y socialmente encumbrado en el Mundo de los humanos… pero hay algo más en toda esa fascinación por la belleza y la sensualidad por parte de ella. A lo mejor por eso Aniel llama su atención, quién sabe (lo que ya vamos intuyendo es que ella no lo quiere precisamente para charlar.

¿Qué opinan sobre Morgana? Personalmente me da mucha curiosidad (y eso que yo sé la historia completa) y sí, parece que Nuna cree que no es una buena influencia para Albania.

Albania: bueno, por ahora vemos que ella es como cualquier niña (algo posesiva tal vez). Todo lo que ha sentido en base a Aniel era como una especie de agonía silenciosa, porque en su mente de niña ella NECESITABA tocarlo para confirmar que era real.

Nos vemos en unas semanas.

»ɜ~ɛ~ɜ~ɛ«

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Comentarios

  1. QUiero más!!! Morgana causa una curiosidad increíble, ella es la que va a enseñar a Albania a manipular y pensar que Aniel que redondito. Jajja, Nhyna es un gato, jajaja. Bueno ahora la entiendo un poco más pero no es suficiente aún me cae mal. Estoy enamorada de Aniel están cálido, ingenuo y dulce.

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    1. Carlaaaaaaaaa!! Holiiiis, la historia ya está avanzando más rapidín ahora que ya conocimos a los personajes principales :D Morgana me da mucha curiosidad a mí también, yo creo que en el fondo por ahí ella resulta siendo la mentora de todas las malas mañas que a lo mejor más adelante ella tiene. JAJAJAJAJA, Nhyna es un gato, xD los gatos siempre me han parecido algo soberbios así que por ahí va la cosa xD. Aniel...bueno, de Aniel no puedo decir más que es uno de mis hijos más amables e ingenuos <3 y ahora con Morgana enseñándole cosas malitas a Albania quién sabe qué pase más adelante :3
      Miles de graciaaas por comentaaarr!! ;) me encanta que me dejes tus impresiones del capi siempreee!! ALGÚN DÍA TE LO RETRIBUIRÉ DE MANERA INCREÍBLEEE, LO JUROOOO!!!
      Besiiitos y abrazoooooosss!!

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  2. Esa Nhyna! asi le echa el ojo a Aniel?! pero jamas le hará caso jojojojojojo xD yo creo que la tia Morgana sera la culpable de la conducta de Albania mas adelante, le esta enseñando malas cosas! ¬¬ y Aniel! asdfghjklñ es tan bonito!! mi solecito xDDDDDD yo tambien quiero un angel que me cuide asi!! Nanael es muy graciosos a veces, me gusta cuando discute con Aniel o con Gremory xD
    me voy al siguiente cap!!! *-*

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    1. AHAHAHAHAHAHAHHA, Nhyna se templó pero maaaal, a primera vista y encima bien física la chica, quiere comérselo XDD. La tía Morgana va a jugar un papeeeeloooteee en la historiaaa, Luuuu!! es ese tipo de tías que pucha, dices, noooo la van a cagarrr, pero a la vez es como q la tia buena gente que te quiere llevar por el camino de la diversion desenfrenada XDD.
      Aniel es muy lindo, como personaje te juro que él ya solito se maneja, cuando escribo desde su perspectiva sale super natural. Creo que todos entendemos por qué albania se engancha tanto con él, él es super amableeeee y encima es lindo y buena gente, o sea qué mas!! xDDD HAHAHAHAH NANAEELLL, ese loco calato, me da risa cuando se pone en modo "severo", gremory la tiene aun algo dificil ah (como samin definitivamente nanael era mas cercano, porque como angel es super severe :3 )
      Gracias por estar aquiii, Luuuu!! <3 <3

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